Tal como árboles secos, esperan por las promesas de nuestro
inepto presidente.
Marcos Pérez Jiménez nos dejó el helicoide a medio construir. Se
convirtió en un importante símbolo del desperdicio de la cuarta republica, que
lo dejo envejecer por años sin darle uso. Ya Chávez tiene los suyos.
Uno
colindando con la Plaza Venezuela, que estaba a punto de convertirse en una
tienda Éxito, y el Centro Comercial Sambil en La Candelaria. Cada vez que paso
por el frente no puedo dejar de recordar que esta revolución dice que nos
convertirá en una potencia mundial y dedica tiempo y dinero a la producción de
armas.
La revolución que requiere de saber hacer cosas complejas, no
puede hacer las más sencillas.
El desencanto de los venezolanos llega a su límite. Este rojo
mensaje ya no produce dividendos. La revolución no llegó al fondo de las almas
y no produjo seres de alma roja, se mantiene en pie a fuerza de verde dinero,
que en el fondo funciona sólo cuando existe, pero que no produce cambios en los
individuos, máxime cuando despiertan de la fantasía que producen los cuentos de
futuro, al tiempo que ven a su lado los robos del presente.
Revolucionarios de grandes bolsillos y cómodos estómagos
vendiendo ideas ajenas para que las cumplan cuerpos ajenos. Robos descarados
sin ningún apego a la ley, al tiempo que se clama por respeto a la constitución
cuando amenazan su extendido mandato. Cambios de silla de los mismos actores,
que dejan gobernaciones para convertirse en ministros y de ministros fracasados
pasan a ser gobernadores de nuevo. Nuevas fortunas amasadas a la sombra de una
revolución de librito, que no produce resultados en ningún capitulo.
Familias enteras que apostaron a este cambio, claman ahora por
un final adelantado. Se acabó la magia que nos mantuvo adormecidos, esperando
por la edad de plata, la de oro y la de no sé qué carajo, que se construía con
las líneas estratégicas. Mentiras que esconden a esta sarta de comunistoides
que no tienen la menor idea de cómo sacar adelante a este país.
Le voy a decir algo. Usted y yo somos venezolanos. No importa
que hace, a que se dedica, de donde obtiene sus ingresos, cuanta familia
sostiene, a que clase social pertenece, en que partido político milita, de qué
color es su piel o que religión profesa…usted y yo y todos los venezolanos de
este país, estamos afectados por los desmanes y por las malas decisiones de
este gobierno y si no hacemos algo ahora, probablemente sea tarde cuando la
lista de eventos que lo afectan sea más larga y ya no exista remedio para
cambiar las cosas. Si usted vive en Venezuela, usted está en problemas.
Lo espero el próximo siete de octubre para que juntos hagamos
algo en pro de resolverlos.
@pereiralibre
vienegrande@yahoo.es
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