Quisiera creer que quienes lean estas líneas conservarán el aplomo como para no creer el cuento chimbo, que uno sirve al gobierno, si expone puntos de vista críticos en torno a la campaña de la oposición.
Como creo que nuestra masa de votantes es tan caprilista como fue antes rosalista dejo constancia apresurada entonces que votaré por el candidato de la unidad, ya sin la tarjeta UNICA, resignándome a la tarjeta UNITARIA contra las que querrán medirse los partidos con mucho billete que harán su propia campaña de promoción diferenciada.
Sigo sin aceptar porque si el candidato es único, deba dirimirse ostensiblemente y mediante recursos financieros mediáticos muy dispares, cual partido seduce más con sus cuñas y marketing caros, para canalizar el voto de quienes esperaron por este calendario electoral del CNE chavista e intentar que terminen sus días en el poder.
Esta ritual subordinación a las reglas escogidas por Chávez, para que nos manifestemos sus opositores, siempre en condiciones de obscena subordinación a su ventajismo tramposo, una vez más nos llevará quizá, a una fecha de nueva frustración de esperanzas, aunque esta vez se nos dice que hay mas chances.
Y mi pregunta es ¿ y porque esta vez sí? cuándo sabemos que aquí gana elecciones quien reúna una poderosa maquinaria clientelar y recursos que, a diferencia del pasado, ahora son incuantificables.
¿Saben acaso los mas soñadores que el gobierno puede gastar entre 5 y 10.000 millones de dólares en estos cuatro meses, en operativos de subsidios nunca vistos, con repartos de real a granel, de créditos para lo que sea, artefactos, equipos, maquinarias, por barcos enteros, que van a los rojitos y a su poderosa red de de control político-social?
Esta no ya no es una campaña electoral normal, como aquellas donde se valía algunas “actas mata votos” y algunos abusillos en la saturación de mensajes mediáticos.
Esta campaña está garantizada por medio millón de activistas rojos, a los cuales se les ha asignado por lo menos 3.000.000 de adultos inscritos, usufructuarios y por supuesto dependientes, de alguno de los 30 planes y misiones, con cheque mensual garantizado, sumados a una nómina de por lo menos 5 millones más de asistidos con subsidios alimentarios, de salud, educación etc.
No sostengo que sea imposible ganarle a este estrafalario despotismo, cebado en sus ventajismos de carácter delincuencial, ejercitando su sevicia política contra la mayoría nacional, pero que no se crea que podemos seducir con ofertas que igualen las que ya es capaz de repartir el gobierno, porque así no moveremos un pelo al elector ya asistido en medio del paroxismo del despilfarro clientelar chavista.
Y de una vez les digo: ante la hipótesis de ganar y que Chávez entregue, no sé como se haría para repartir a los nuevos “clientes” sin quitarle lo que ya tenían los ya cebados, por la sencilla razón que han endeudado la nación para seguir en esto, a lo cual debería agregarse el derrumbe de los precios petroleros, debido a la recesión mundial y a la estupidez de Chávez de andar regalando la mitad de lo que producimos.
Es tal el desbarajuste en que se deja el país, si el caudillo se va, que de no ser por la agónica necesidad de salvar lo que queda de nuestra nación, hasta sería conveniente que a ellos les toque terminar de generar su colapso anunciado, que los destrozaría políticamente. Porque esa hora vendrá, cuando todas las facturas venzan en el muy corto plazo y haga definitivamente aguas esta piltrafa de economía vudú basada en el régimen de oprobios, de la gran rebatiña y el cuanto-hay-pa´eso, propio de la casta lumpen gobernante, que quiere seguir y seguir, con su negocio de desgobernar.
Como se sabe el país escogió esta cadena de paciencias, de esperas resignadas y ahora ha escogido la propuesta de hacer compatible la ruinosa continuidad del modelo chavista, con la oferta opositora de paz y amor, cogobierno con el régimen, reconciliación y misiones a todo tren, para disputarse el voto de los subsidiados, que se supone son mayoría, por haber exterminado el grueso del aparato productivo en estos 14 años y tirado a la calle, según el propio Chávez: 500.000 millones de dólares en subsidios al consumo, que para mí, en una buena mitad, están en los bolsillos y cuentas nacionales y en dólares y euros de la chaviburguesia.
Todo el país gira en torno a unos grandes dilemas que se resolverían a fecha cierta el 7 de Octubre. Pero nada decisivo cambiará ese día. El verdadero cambio comienza o con el finiquito existencial del déspota, con enfermedad terminal o porque en medio de una saturación de las tendencias centrifugas acumuladas en estos 14 años de disparates se dispare una singularidad en el espacio tiempo político y social venezolano, o como ocurre con todos los fenómenos estelares, la acumulación de densidades intolerables, hacen estallar lo que aparentaba un simple cambio cuantitativo, que se hace cualitativo en el momento menos esperado.
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