Es difícil encontrar en la historia de Venezuela gobernante alguno, con la excepción del actual, que haciendo uso del poder que ostenta haya ansiado liquidar sin más a sus adversarios políticos acusándolos incluso de apátridas y traidores. En este régimen el concepto de patria ha sido confiscado por un proyecto fascista disfrazado de revolución o, peor, de democracia. Basta prestar atención a las procacidades proferidas por el presidente y su canciller contra todo aquel que ose ejercer algún derecho constitucional para corroborarlo. Ahora, como refuerzo, brota nada menos que la efigie del exFiscal General, Isaías Rodríguez, antes supuesto garante del disfrute de los derechos ciudadanos, con una declaración que él supone es un descrédito contra Capriles al tildarlo de líder de cafetín.
¿No debería preocuparse Isaías, como exfiscal, por las incontables personas y grupos de husmeadores del régimen que contrariando la ley y la convivencia cívica graban, fotografían y filman, hasta a los líderes de cafetín por él referidas, en contra de lo que algún día juró defender? ¿No debería preocuparse sobre todo por la vigencia de montoneras llamados colectivos en muchas regiones del país que violentan la ley desde que él ejercía el cargo de Fiscal General?
Ese carácter de segregación reduce el escrutinio cívico e incrementa la exclusión en este caso atizada nada menos que por alguien que ejerció los cargos de Vicepresidente de la República por un año y de Fiscal General durante 7 años. Nadie se explica por qué Isaías no hace uso de la experiencia adquirida en los altos cargos que ha ostentado y no recurre a sus habilidades extrasensoriales, como lo hiciera con el testigo estrella en el caso Anderson a quien pudo leerle la mente tan sólo tocarlo y observar su mirada, para proponer planes de seguridad que mitigue el pavoroso índice de violencia que acosa a todos los habitantes del país, incluyendo a los dirigentes de cafetín.
¿Cuáles fueron los planes de prevención del delito de la Fiscalía cuando Isaías ejercía el cargo de Fiscal General? Por ejemplo, las edades de los diez integrantes de la banda criminal "Los Miserables" que ejecutaron a Líbero Liazzo oscilan entre 18 y 22 años. Aún más, el gatillero de 18 años que confesó el crimen declaró que no les dio tiempo de quemar el cadáver. Cuando el jefe de Isaías asumió el control de todos los poderes, las edades de estos entonces niños de la patria oscilaban entre cuatro y ocho años. ¿No cree el exfiscal que su aporte sería más relevante si explayara su intelecto con ideas constructivas para amparar a nuestros pequeños y jóvenes en vez de estar inquiriendo a los líderes de cafetín?
Este exadeco, exmepista, exsenador, constituyente, luego revolucionario, ahora embajador, fungiendo de poeta, se salió de la línea antiimperialista del régimen al publicar en España un poema halagando a la selección española de fútbol por su triunfo en el Mundial celebrado en Sudáfrica 2010. Nota curiosa pues es bien conocida la aversión de la revolución bolivariana contra el imperio español. Cierta prensa lo calificó entonces como El Poeta pastelero.
Es aterrador observar cómo en los últimos 13 años se han incrementado los síntomas de crisis derivados del proceder de los supuestos guías del poder. El problema de las llamadas "prioridades invertidas" es típico de lo que inteligentemente alguien bautizó como "la sociedad enferma". Ello significa el incremento de la confluencia de la tensión social estimulada por dirigentes con mayor capacidad para dividir que de tutelar.
¿No debería Isaías celebrar que hoy en Venezuela ocurre una fiesta democrática en la que participan no sólo dirigentes de cafetín sino de tascas y bares muy frecuentados por revolucionarios y también de muchos capilleros rezagados? ¿Cómo queda su condición de intelectual que siempre ha persistido ostentar? No podrá Isaías con toda su verborrea vacía contener el empuje de la opción democrática que día a día crece ante la merma de los fatigados chavistas.
Ese carácter de segregación reduce el escrutinio cívico e incrementa la exclusión en este caso atizada nada menos que por alguien que ejerció los cargos de Vicepresidente de la República por un año y de Fiscal General durante 7 años. Nadie se explica por qué Isaías no hace uso de la experiencia adquirida en los altos cargos que ha ostentado y no recurre a sus habilidades extrasensoriales, como lo hiciera con el testigo estrella en el caso Anderson a quien pudo leerle la mente tan sólo tocarlo y observar su mirada, para proponer planes de seguridad que mitigue el pavoroso índice de violencia que acosa a todos los habitantes del país, incluyendo a los dirigentes de cafetín.
¿Cuáles fueron los planes de prevención del delito de la Fiscalía cuando Isaías ejercía el cargo de Fiscal General? Por ejemplo, las edades de los diez integrantes de la banda criminal "Los Miserables" que ejecutaron a Líbero Liazzo oscilan entre 18 y 22 años. Aún más, el gatillero de 18 años que confesó el crimen declaró que no les dio tiempo de quemar el cadáver. Cuando el jefe de Isaías asumió el control de todos los poderes, las edades de estos entonces niños de la patria oscilaban entre cuatro y ocho años. ¿No cree el exfiscal que su aporte sería más relevante si explayara su intelecto con ideas constructivas para amparar a nuestros pequeños y jóvenes en vez de estar inquiriendo a los líderes de cafetín?
Este exadeco, exmepista, exsenador, constituyente, luego revolucionario, ahora embajador, fungiendo de poeta, se salió de la línea antiimperialista del régimen al publicar en España un poema halagando a la selección española de fútbol por su triunfo en el Mundial celebrado en Sudáfrica 2010. Nota curiosa pues es bien conocida la aversión de la revolución bolivariana contra el imperio español. Cierta prensa lo calificó entonces como El Poeta pastelero.
Es aterrador observar cómo en los últimos 13 años se han incrementado los síntomas de crisis derivados del proceder de los supuestos guías del poder. El problema de las llamadas "prioridades invertidas" es típico de lo que inteligentemente alguien bautizó como "la sociedad enferma". Ello significa el incremento de la confluencia de la tensión social estimulada por dirigentes con mayor capacidad para dividir que de tutelar.
¿No debería Isaías celebrar que hoy en Venezuela ocurre una fiesta democrática en la que participan no sólo dirigentes de cafetín sino de tascas y bares muy frecuentados por revolucionarios y también de muchos capilleros rezagados? ¿Cómo queda su condición de intelectual que siempre ha persistido ostentar? No podrá Isaías con toda su verborrea vacía contener el empuje de la opción democrática que día a día crece ante la merma de los fatigados chavistas.
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