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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

miércoles, 4 de abril de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO / DIME CÓMO TE CASTIGARON Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

Empecemos por definir el vocablo castigar: Imponer castigo al que ha incurrido en una falta. Obligar a alguien a que sufra física o moralmente por haber cometido alguna falta o haber tenido un mal comportamiento. Sus sinónimos son: azotar, corregir, disciplinar, flagelar, fustigar, meter en cintura, escarmentar.
Es éste un tema que nunca pierde actualidad; siempre estará presente de generación en generación. El castigo físico, se utilizaba en las generaciones más viejas de nuestros ancestros con sus hijos, siempre y por cualquier falta por pequeña que fuera. Creían los padres de ese entonces, que así los levantarían correctamente, con una disciplina férrea, con la creencia, que esa era la manera más adecuada para hacer de ellos, personas de bien.
Los maestros o profesores a su vez, utilizaban la regla o cualquier objeto parecido, con el convencimiento que “la letra entra con sangre”. De tal educación, no vamos a decir que todo fue malo; por el contrario, sabemos que a muchos les dio buenos resultados y sacaron hijos buenos trabajadores, honrados, decentes, virtuosos, disciplinados y otras tantas cosas satisfactorias. Pero…ahí viene lo peor: Algunos se excedían; las pelas que ellos llamaban así, eran verdaderos martirios, suplicios, torturas; con excesos cometidos por padres furiosos, casi dementes en el momento de aplicar el castigo.
Esos hijos e hijas, por el temor, por la angustia que tal reprimenda les significaba, se sometían, obedecían, y prometían no volverlo a hacer. Otros, más osados, más valientes o más rebeldes, encontraban otra solución: Volarse de la casa; se iban a recorrer el mundo, aún en edades muy tempranas; algunos regresaban, otros no.  Factores como la mala educación y la ignorancia, hacían de esos padres unos dictadores, unos verdaderos tiranos, con un dominio absoluto de su esposa y de sus hijos; estos últimos, con unos enormes traumas, que vinieron a exteriorizar en su vida adulta, con graves repercusiones en su personalidad tan duramente maltratada.
Pasaron los años; una gran mayoría de esos hijos, siguieron el ejemplo del castigo físico, de pronto, no tan exagerado como el aplicado por sus progenitores, pero al fin y al cabo, también castigo, con consecuencias más malas que buenas: Hijos disciplinados a la fuerza, con actitudes rígidas, estrictas, que llevaron a estas nuevas generaciones a situaciones de rebeldía, de no aguanto más y entonces, buscaron un desahogo, una liberación, en acciones no tan santas: La droga, las malas compañías, la delincuencia, la prostitución, el embarazo adolescente y esto llevó a las familias a determinaciones un tanto equivocadas, tratando de salvar a niños y adolescentes.
Hoy, en este siglo XXI de enormes adelantos científicos, de alta tecnología, de generaciones de niños y adolescentes precoces, que tienen tanto para enseñarnos desde muchos puntos de vista, tenemos a un buen número de padres que se preocupan por su educación, por su formación y han tratado a toda costa de eliminar el castigo físico, recurriendo a la disciplina de la privación, de la prohibición: ¿Te fue mal en el colegio o en la universidad? Este fin de semana no sales, no recibes llamadas, no ves televisión ni te metes en Internet.
Algunos padres hacen esto; pero aún quedan los que siguen con la aplicación del castigo físico y además lo están haciendo con una crueldad increíble. Martha Ordóñez, publicó su libro: ¿Dime cómo te castigaron y te diré quién eres? Es un doloroso diagnóstico sobre la una y mil formas de castigo que se aplican en los hogares Latinoamericanos y Venezuela no escapa de ello. Dice la autora citada que: “Esta forma de crianza, no conduce a enseñar valores, sino que es un factor generador de intolerancia y violencia. No hay derecho a que traigamos hijos al mundo, para destruirlos por fuera y por dentro. Nos preguntamos: ¿Por qué tenemos una sociedad tan violenta?”
britozenair@gmail.com

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