“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias” W. Churchill
I
La gente está cansada de ver siempre las mismas caras diciendo las mismas
cosas. Esa es la degradante filosofía oficialista y su concepción
gubernamental, saturar la conciencia cívica para que nada cambie. La
Alternativa Democrática (ALDEM) frente a esa degradación debe instrumentar un
proyecto de regeneración de la política, no es tiempo de resignación, es tiempo
de rebeldía y de participación.
Para lograr ese objetivo es necesaria la articulación de las
potencialidades ciudadanas que convoquen a un desarrollo humano con visión
moderna, equitativa, democrática, pluralista y en paz, así lo plantea el Ing.
Guillermo Manosalva en un proyecto “La Municipalización y Parroquialización
para Carabobo, Democracia de Ciudadanía”, mediante el cual se desarrolla la
fórmula para discernir cómo estructurarnos, cómo establecer relaciones entre
causa y efecto, identificación de objetivos y expectativas, cómo establecer las
acciones a tomar, cómo predecir las consecuencias, cómo soslayar los errores de
análisis, cómo evaluar las tácticas y estrategias, en fin cómo podremos
resolver los problemas políticos ante la complejidad, la incertidumbre y el
conflicto.
El más importante desafío político, de interés nacional, es incrementar
el valor potencial que sus ciudadanos pueden agregar al proyecto de país, con
habilidades y capacidades, basta de hablar de carencias, hablemos de
soluciones, lo que necesitamos es dotarnos de una capacidad de respuesta ante
la farsa oficialista, que nos permita una correcta elección de opciones
estratégicas.
La importancia de la participación ciudadana, municipal y parroquial,
está cada vez más demostrada por la práctica. Sin embargo, la gestión de
gobierno en nuestro país se deteriora aceleradamente porque ni es incluyente,
ni garantiza lo mínimo que se espera de ella. Por esa razón la (ALDEM) debe asumir
que, tanto su legitimidad como su efectividad se verán ampliadas gracias a la
consulta, la promoción de la participación, la aceptación de la crítica y el
establecimiento de una relación permanente con la sociedad civil organizada.
Hoy se habla del derecho a la participación, concebido como derecho universal.
Por ello, tenemos por delante la necesidad de repensar la democracia desde las
potencialidades ciudadanas, el éxito de la democracia se mide por su capacidad
para garantizar y expandir el ejercicio de esas potencialidades en sus esferas
civil, social, política y cultural.
La (ALDEM) debe propugnar un pensamiento estratégico anticipador, que se
adelante a los acontecimientos en vez de esperar a que lleguen y entonces
intentar adaptarse a ellos, las estrategias basadas en reacciones a posteriori
no sirven; nacen obsoletas puesto que están concebidas en función al pasado.
Requerimos de una comunicación reconocible, que permita identificar el mensaje;
continua, que todos los mensajes hagan referencia al proyecto y coherente,
evitar mensajes contradictorios. Debemos proyectarnos hacia el futuro para
comprenderlo y poder influirlo para inventar un futuro posible, debemos
imaginar el mañana con un proyecto de país comprometido en hacer frente a los
retos de la desigualdad y la discriminación que aún existen y con la
consolidación de una democracia social, estamos obligados a la construcción de
arreglos más intensos con la sociedad civil, mediante propuestas explícitas de
fomento y colaboración, con reglas claras, imparciales y transparentes.
II
En
la conformación del “Comando Monocolor” (CM) recién instalado para dirigir la
campaña de HCR, se despreciaron las PC, sus energías y experiencia política
para abordar los escabrosos caminos de una campaña electoral asimétrica, donde
el ventajismo y la falta de ética subsume el ambiente político y sólo trabajando
juntos, haciendo uso de la cacareada unidad, no sólo afectiva sino integral,
podemos cumplir los desafíos actuales.
La
participación integral es la clave para el éxito y presenta dos caras: la
oportunidad de la sociedad en función de sus propias necesidades sociales,
económicas y políticas, y el reclamo crucial y urgente de la propia sociedad,
que ve sus PC evaporarse en el aire caliente de una acción política
discriminatoria. Las PC son un punto fundamental para el éxito de la campaña
electoral. Aunque hay un consenso general en cuanto a que la participación es
positiva, no hay coincidencia en los detalles conceptuales de dicha
participación, razón por la cual, quien está fuera del afecto probado al color
imperante es despreciado por la hegemonía.
La
sociedad carabobeña entiende que es necesario hacer un llamado a despertar,
debemos analizar las situaciones políticas con sentido autocrítico. Si tantos
potenciales ciudadanos han sido relegados, incluyendo profesionales, jóvenes y
mujeres valiosos, entonces el “CM” tiene un problema real. Es necesario
concebir y probar nuevas vías de participación real, plural e incluyente. Esa
será la tarea en los meses venideros y tengo información sobre la conformación
de un comando paralelo con mucha capacidad política e intelectual, donde no
existan máscaras que escondan las intenciones hegemónicas y unívocas que
manipulen el momento histórico que vivimos.
Los
vínculos monocolor, han sido un terreno fértil para el engaño y la manipulación
por aquellos que alcanzan alguna cuota de poder, lo que nos plantea un grave
problema a la hora de decidir en qué creer y a quiénes creerle. Hoy la crisis
de credibilidad se ha tornado aguda, fenómeno que está en la base del rechazo
airado de los pueblos a sus pseudolíderes. Esto habla de la necesidad urgente
de un cambio profundo en nuestro sistema de relaciones sociopolíticas, evento
que nunca podría producirse sobre la exclusión de las PC.
Ahora
que los vínculos entre los desgastados liderazgos y la ciudadanía se desdibujan,
a causa de la profunda crisis de confianza que se acentúa cada vez más, sólo
hay un camino y una tarea posibles: la reconstitución del tejido sociopolítico,
restituyendo por esta vía esa organicidad de la base social que nunca debió
haberse perdido, debemos ser capaces de movilizarnos para profundizar las PC
hasta que sean capaces de recoger en plenitud la voluntad popular y eso se
logra mediante la ciudadanización de la sociedad.
Estos
son los desafíos del momento histórico, pero una cosa es mencionarlos y otra
muy distinta es responder a ellos en los hechos y, desde ya, nos enfrentamos a
cuestiones importantes, como la necesidad de recomponer las confianzas
interpersonales, condición fundamental para poder articular una red de
ciudadanía; el proceso de “ciudadanización” debemos llevarlo adelante sin
liderazgos, en los cuales ya nadie cree, pero al menos ese ejercicio de
autoorganización ya está siendo intentado por los movimientos sociales
emergentes.
La
política dejó de ser una actividad de cúpulas, para convertirse en una
actividad de masas. La heterogeneidad de la composición social exige
desarrollar medios inclusivos que recojan y articulen las necesidades de los
diversos grupos que componen el tejido social. Esta condición exige el respeto
absoluto a la ciudadanía, a quienes deseen participar en la construcción de las
oportunidades y posibilidades que les atañen como ciudadanos. El reto de hoy
radica en fortalecer y ampliar las bases de la participación ciudadana, sin
reprimirles ni restarles los mecanismos de expresión y manifestación.
ffacchinb@gmail.com
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