Cabe
preguntarse si Cartagena será la última Cumbre de las Américas. Es evidente que
los temas políticos en América Latina lucen más importante que los económicos y
persiste en la mayoría de los mandatarios una posición ambivalente con respecto
a los EE. UU
Mucho se
habla del bloqueo norteamericano a Cuba pero poco se dice del bloqueo político
que algunos países impusieron en la cumbre. Pareciera como si fuese más importante la presencia de Cuba en
la cumbre de las Américas que la reafirmación de la democracia como sistema
político.
Por eso cabe
preguntarse si Cartagena será la última Cumbre de las Américas. Es evidente que
los temas políticos en América Latina lucen más importante que los económicos.
Persiste en la mayoría de los mandatarios una posición ambivalente con respecto
a los EE. UU., por un lado hay tratados de libre comercio con 9 países de la
región, una relación de intercambios comerciales en muchos casos favorables
y un creciente deseo de muchos pobladores
del subcontinente de emigrar hacia el norte. Pero al mismo tiempo hay
remanentes de admiración irreflexiva hacia Fidel Castro por haberse enfrentado
a una docena de presidentes
norteamericanos y sobrevivido en el intento. Eso pesa más en el inconsciente
colectivo que la existencia de un régimen dictatorial dinástico que está en el
poder desde hace 53 años.
Mientras
nuestros países no superen el complejo de ser victimas del imperialismo y no
sigan buscando en él las excusas para justificar la pobreza, la desigualdad y
la falta de competitividad, no lograremos vencer el subdesarrollo que es no solo económico sino también mental.
Hoy vivimos
en un mundo diferente en el que no hay una potencia dominante, lo que no quiere
decir que las nuevas potencias no tengan los mismos o peores defectos a los que
se le han achacado a los EE. UU. Pensar que China, Brasil, la India, Rusia y la
Unión Europea van a llevar a cabo sus relaciones políticas y comerciales con
los países más pequeños de manera diferente a las que en su tiempo tuvo los
Estados Unidos es una prueba de ingenuidad política e histórica. Sólo tratando de mejorar nuestra educación y
estableciendo sistemas políticos democráticos que promuevan el empleo, la
justicia y la lucha por erradicar la pobreza podremos enfrentar exitosamente el
reto de ganar espacio en un mundo que sigue controlado por muy pocos actores.
Esperamos
que los dirigentes políticos que estén al frente de nuestros países dentro de
tres años sepan utilizar la VII cumbre, si se celebra, para promover el
desarrollo económico y social de todos los miembros del continente y no para
ponerle trabas a la rueda del progreso
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Fecha: 16 de abril de
2012 08:03
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