La gravedad del mal que aqueja al primer mandatario ha dejado de ser un
misterio. Él mismo ha despejado la incógnita que durante tanto tiempo había
permanecido en secreto y que precisamente por falta de claridad y transparencia
ha dado lugar a muchas especulaciones.
De hecho, hay quienes todavía dudan. Piensan que es una estrategia
electoral, que es mentira que está enfermo. Quienes así piensan parten del
hecho de que él acostumbra valerse de la mentira y la comedia para apuntalarse
en el poder cuando baja su popularidad y se vale de la naturaleza
misericordiosa del venezolano, que generalmente tiende a sentirse solidario con
el que sufre, para tratar de recuperar apoyo en el sector menos favorecido de
la población .
No discuto que efectivamente es un farsante y cuentista, pero pienso que
recurrir al tema de la salud propia para engañar no sólo a sus compatriotas
sino tambien a sus pares y colegas jefes de Estado de otros países y a la
comunidad internacional, sería la mofa más descomunal que alguien pudiera
concebir. Si fuera así quedaría catalogado como un farsante que se ha burlado
de la humanidad inescrupulosamente.
Personalmente en ningún momento he dudado que efectivamente está enfermo,
pero nunca me imaginé que estuviera tan grave. Por respeto al prójimo en
desgracia evité tocar el tema en mis artículos semanales. Sin embargo, la
semana pasada él mismo levantó el velo del misterio y públicamente se encargó
de revelar que está muy mal, peor de lo que se pensaba. Su enfermedad es
sumamene grave. Con llanto en los ojos reconoció que teme por su vida y le ha
pedido a Dios que le permita vivir un tiempo más para completar su obra . ¿Cuál
obra? ¿La de seguir arruinando y destruyendo el país? Si es para eso que pide "sobretiempo"
pienso que lo mejor que puede hacer Dios es dejar que la naturaleza complete su
propia obra.
Lo cierto es que tiene los días contados. ¿Cuántos? El médico venezolano
que ha venido haciendo el seguimiento de su situación asegura que no llega a septiembre.
La información disponible sigue siendo vaga e incierta. Pero el solo hecho de
que públicamente implore misericordia y que esté dispuesto a pagar penitencia
para que el Señor le permita seguir con vida algún tiempo más refuerza las
conjeturas que afirman que no es mucho el tiempo que le queda de vida.
No voy a especular sobre lo que puede ocurrir ahora que se conoce la
gravedad de la enfermedad presidencial ni acerca de cómo se presentará la
situación en las elecciones el 7 de octubre con un nuevo candidato oficialista.
Esto lo dejo para los politólogos. Pero no cabe duda de que el panorama
electoral luce ahora más despejado. Nunca antes como ahora la posibilidad de
que el candidato de la oposición se imponga en la elección presidencia habían
sido tan claras.
Por eso, el 7 de octubre hay que acudir masivamente a los centros
electorales y votar por el candidato de la Unidad Democrática. Si no se
aprovecha adecuadamente esa coyuntura y pierde el candidato de la oposición,
entonces si es verdad, ¡sálvese quien pueda!
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