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lunes, 12 de marzo de 2012

MANUEL MALAVER: SANTOS: DOMESTICADOR DE DICTADORES

Viajó el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, unas horas a La Habana el miércoles pasado, pero no se piense que para enterarse de prima voce de la salud de su “nuevo mejor amigo” el presidente, Chávez,; tampoco para retratarse con el siempre convaleciente y siempre evanescente exhombre fuerte de Cuba, Fidel Castro; y mucho menos para firmar tratados de comercio y cooperación con el actual, Raúl Castro, sino para convencerlos de que desistieran de su amenaza de boicotear la “Cumbre de Las Américas” que se celebrará la próxima semana en Cartagena de Indias, Colombia, so pretexto de que una mayoría de países invitados no era partidaria de la presencia de Cuba en el evento.
Y lo logró, sorprendentemente lo logró, pues tanto los hermanos Castro, como Chávez, se comprometieron a dejar en libertad a sus países clientes del ALBA de asistir o no a la cumbre, y a solo emitir tímidos comunicados de protestas por el veto, extremando Chávez su obsecuencia con Santos que hasta llegó a prometerle que el mismo iría a la cumbre “si mis condiciones de salud lo permiten”.
En definitiva, que otro milagro de los tantos que ha logrado Santos en su ya larga carrera política, impensable antes de asumir la presidencia de Colombia en agosto del 2010, y que debe atribuirse, no solo a los cambios que se han producido en la región tan pronto la ola de restauración marxista que lideraron los “tres tristes tigres” que encontró en La Habana comenzó a desinflarse, sino también a las particulares dotes del presidente cachaco para encantar fieras ya armadas para atacarlo y destruirlo.
Juan Manuel Santos fue, en efecto, como ministro de la Defensa del gobierno de Álvaro Uribe, el principal responsable de la política para arrollar y tener al borde de la extinción a los movimientos guerrilleros de las FARC y el ELN (sostenidos y apoyados por los neomarxistas y neototalitarios de Chávez y los hermanos Castro), obligándolos por la fuerza, y no por ambiguas propuestas de paz, a estar prometiendo hoy la liberación de los 1500 secuestrados que aun tienen bajo su cautiverio, y el abandono del “secuestro extorsivo”.
Para lograrlo, Santos, no tuvo empacho en invadir territorio ecuatoriano para destruir las bases de operaciones de las FARC en ese país y dar cuenta de la vida de su jefe, el comandante, Raúl Reyes; de enviar comisiones y grupos de comando a capturar subversivos que operaban en Venezuela con la venia del gobierno de Chávez y de auspiciar, promover y ejecutar la extensión del “Plan Colombia” que permite la presencia de fuerzas del Ejército de Estados Unidos en instalaciones militares colombianas.
En otras palabras: que todo una política de movilidad militar rápida y vertiginosa, incontenible por presiones y amenazas de incendios mayores, que dejó sin aliento a enemigos internos y externos, desalojó a la subversión de las ciudades, pueblos, campos, carreteras y caminos y permitió que decenas de secuestrados regresarán a sus hogares.
Pero hay más, mucho más: ya en la presidencia por haber ganado las elecciones de junio del 2010, Santos asestó a las FARC golpes tan demoledores como la muerte de los comandantes, Víctor Julio Suárez Rojas, alias “El Mono Jojoy” y de Alfonso Cano (este último sucesor de Marulanda), a la par de destruir bases, campamentos, redes y grupos de apoyo que han logrado que sea el actual jefe de la guerrilla más vieja del continente, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, quien esté proponiendo un “Plan de Paz”.
Operaciones todas que no ha dudado en trasladar a los países vecinos con los cuales estuvo en una oportunidad al borde de la guerra justo por no contenerse ni limitarse en su ofensiva, con sus entonces archienemigos, Hugo Chávez de Venezuela y Rafael Correa de Ecuador, pero que ahora colaboran dócilmente para que Santos reciba vía extradiciones en cárceles y campamentos a enemigos de su gobierno “estén donde estén”.
La gran pregunta es: ¿cómo con semejante curriculum y habiendo sido proclamado por los grupos subversivos colombianos, los líderes del socialismo del siglo XXI y los náufragos de la retroizquierda de todos los continentes como la “bestia negra” a vencer, como el enemigo público No 1 de los pueblos del mundo y de la revolución mundial, Santos “es el nuevo mejor amigo” de Chávez, se sienta en la misma mesa con los dictadores de Cuba, Fidel y Raúl Castro, mantiene buenas relaciones con el arisco y excéntrico hombre fuerte de Ecuador, Rafael Correa, se lleva bien con un presidente que no se ha contenido en amenazarlo públicamente con la muerte como Daniel Ortega, y al que, el folklórico y etnocéntrico marxista de Bolivia, Evo Morales, no pierde ocasión de referirse en términos entusiastas y elogiosos?
Pues la clave parece ser, aparte de sus dotes para la diplomacia en tiempos de guerra, o de preguerra, haber interpretado correctamente el cambio de tendencias en la política regional que, al igual que en los años 60, pareció darle a la izquierda radical un envión que la empujaría a dominar territorios, regiones y países como jamás habían soñado Lenin, Stalin, Mao y Castro, para luego reducirse a una minúscula zona de influencia, seguramente impresionante por su extensión territorial, pero no por la cantidad de habitantes, ni su participación en la política y economía regional y mundial.
En otras palabras: que las eternas olas de flujo y reflujo, las primeras que parecen elevarse hasta los cielos, y las segundas que ya se mueven a ras del suelo y significan poco a la hora de preservar la estabilidad, marcha y progreso del continente.
En efecto, ya Chávez y sus tutores, los hermanos Castro, no sueñan con una América del Sur que es la nueva tierra prometida para la restauración del comunismo, que continuarán otros países desprendiéndose de la órbita del imperio para sumarse a la del ALBA ( la iniciativa con que tramaron sustituir a la COMECON, el Pacto de Varsovia y la Guerra Fría,) y, mucho menos, que experimentos desgarradores como los totalitarismos del siglo XX (de los cuales Cuba es uno de los últimos ejemplos) pueda ser opcionable en un mundo donde la libertad y la democracia son sinónimos de la revolución tecnológica que sacude las bases de la comunicación y la interactividad humanas.
En este contexto, creo que la habilidad de Santos consiste, no en ir al remate, en perseguir a los enemigos hasta los últimos escondrijos y negándoles el agua y la sal, sino ofreciéndoles una vía de escape, un modus vivendi en el que, puedan mantener sus proyectos nacionales si les place y sus pueblos los toleran, pero cerrándoles el paso a cualquier intromisión en los asuntos internos de otros países, y mucho menos, exportando y financiando un proyecto a todas luces anacrónico y retrógrado como el “socialismo del siglo XXI”.
En breve, que la salida ideal para que los “tres tristes tigres y sus cachorros” emprendan una honrosa y discreta retirada, pues los hermanos Castro ya no aspiran a otra cosa que a implementar en Cuba un “socialismo a lo chino” (que es también capitalismo salvaje puro y simple), Chávez a delegar el poder a quien pueda sucederlo sin traumas ni divisiones, pues sus problemas de salud lo despertaron de la fantasía de su presidencia vitalicia, y Ortega, Correa y Morales sobrevivir antes que los electores de Nicaragua, Ecuador y Bolivia entiendan que gobernar es algo más que un circo, jugar para todos los equipos, y estar lanzando bravatas que no pueden sostener ni por su fuerza, ni por sus liderazgos.
Entre tanto, Juan Manuel Santos, continuará su trabajo: tratando de reducir la nada a los enemigos de Colombia tanto dentro, como fuera de sus fronteras; luchando por que se convierta en una de las grandes potencias de la región y el continente en el siglo XXI; y siguiendo atentamente los consejos del hombre a quien más respeta en cuestiones de política internacional, y ha sido clave para que el desmontaje de la nueva conspiración contra la libertad y la democracia en América se haya deshecho sin traumas no conflictos: Barack Obama.
manumalm912@cantv.net

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