En el totalitarismo la
gente es considerada cosa superflua, por ello, gente y medio ambiente son
destruidos.Como en el totalitarismo la gente no importa, el daño que le
infringe el régimen es sistemático, permanente, agavillado, sofisticado.
Aquí todo el territorio
ha sido convertido en un gran campo de concentración, la gente ha perdido su
cualidad de persona, sobrevive cansada, molesta, oprimida, con miedo, en fin,
agobiada, gracias a las tácticas del régimen: inseguridad, incertidumbre,
empobrecimiento, expoliación, control, caos vial, escasez de alimentos, de
medicinas,de vivienda de productos de tocador y limpieza, etc., total, que consuma
lo que hay y que beba agua contaminada.
Y si alguien del
partido rojo cree que puede contrariar esta línea,simplemente lo purgan, como
pasó con el Gato Briceño, que con sus declaraciones evidenció la actuación
criminal del régimen frente al derrame petrolero en el río Guarapiche
Y como la gente es
superflua, no hay ningún motivo para preservar el medio ambiente, lo cual se
evidencia en el daño ecológico inmenso que se está produciendo en todo el
territorio y que ha tomado relevancia a raíz de la contaminación del río
Guarapiche y de numerosas fuentes de agua potable en nuestra patria:
Río Guanipa
(Anzoátegui), lagos de Maracaibo y Valencia, Río Catatumbo, reservorio de agua
Pao Cachince, (surte a más de 3 millones de habitantes de la zona centro,
Carabobo, Aragua, Distrito Capital y Miranda), en la laguna de Taiguaiguay (contamina
el agua de Caracas), etc.
El agua es el elemento
más importante para la preservación de la vida, las guerras futuras serán por
el agua.
En Venezuela hemos
disfrutado de la abundancia del vital líquido, pero hasta eso pretende
arrebatarnos el régimen, cuyos voceros han calificado las denuncias que se
están haciendo como “ollas mediáticas”, lo que significa que no tienen la menor
intención de preservar el medio ambiente.Es fundamental tomar conciencia del
daño que esto produce para las futuras generaciones, porque son ellos quienes
van a pagar los costos de la destrucción de ecosistemas, flora y fauna,
desaparición de vida en los mares y ríos, disminución del potencial alimenticio
de los suelos aledaños, generación de enfermedades como la cólera, hepatitis, disentería,
cáncer, afectación del sistema inmunológico en las especies.
La escasez de agua sube
su costo a precios astronómicos; y,lo más irónico es que el régimen se jactó de
decir en la ONU que la revolución había llevado “el agua potable a todo el
pueblo” cuando en realidad está destruyendo por acción y omisión las plantas de
tratamiento y reservorios que heredó de la democracia.
Ante la inexistencia de
tutela efectiva del Estado para la preservación del medio ambiente le
corresponde a la gente defender su derecho humano al agua potable. .
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