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martes, 6 de marzo de 2012

ANDRES SIMON MORENO ARRECHE: ¡MIENTE, QUE ALGO QUEDA!

La mentira parece ser la política comunicacional que ha dado soporte al régimen castro-comunista del Teniente coronel Chávez, durante estos terribles 13 años de autocracia personalista en Venezuela, devaluada política con la que ha subsumido a sus compatriotas y a todo el que se le acerca.  Se trata de una perversa actitud, que con evidentes visos de fascismo, desarrolla para envolver con su retórica al desprevenido interlocutor, que no se imagina que una persona investida con la Presidencia de una Nación pueda mentir como lo hace, con descaro y aparente éxito, este Idi Amín del Caribe.

Habría que preguntarse ¿Por qué la mentira le funciona tan bien al Teniente coronel Chávez? ¿Qué hace de la mentira algo tan creíble, a pesar de las evidencias en contrario?  Una respuesta la encontramos en la “Teoría del Caos Social[1]”:  Junto al miedo y al odio, la mentira se constituye en una de las herramientas más poderosas para la reducción de las entropías sociales, porque la mentira cohesiona a las poblaciones alrededor de un auto de fe, en torno a las esperanzas manifiestas o tácitas que promueve un líder o la institucionalidad, y porque las masas siempre estarán más dispuestas a probar una y otra vez la miel empalagosa de una mentira que a tragarse el bocado seco de una verdad dolorosa.

Vista en este contexto social, la mentira se convierte en un recurso imaginativo del lenguaje político, una circunstancia que Nietzsche aborda en varios pasajes de sus obras, pero sobre todo, en su pequeño escrito “Sobre Verdad y Mentira En Sentido Extramoral” un texto póstumo que vio la luz en 1903. Allí aclara Nietzsche que la fuente original del lenguaje y del conocimiento no está en la lógica sino en la imaginación, en la capacidad radical e innovadora que tiene la mente humana para crear metáforas, enigmas y modelos y de esa manera el edificio de las promesas y las ofertas proselitistas se levantan sobre las arenas movedizas de la imaginación y de la esperanza colectivas.

Pero para dar con la raíz de un referente filosófico sobre la mentira y el engaño, habría que remontarse hasta La paradoja de Epiménides para luego dar un salto hasta Gödel y su Teorema de la Incomplenitud. Epiménides fue un legendario poeta filósofo del siglo VI a. C. a quien se le atribuye haber estado dormido durante cincuenta y siete años aunque Plutarco afirma que sólo fueron cincuenta. Se atribuye a Epiménides haber afirmado:

“Todos los cretenses son unos mentirosos”.

Sabiendo que él mismo era cretense, ¿Decía Epiménides la verdad? La paradoja de Epiménides, también puede sintetizarse en “Miento. Hablo” Así lo propone Foucault, en "El pensamiento del afuera".

El resultado más revolucionario de la lógica del siglo XX, por el que Kurt Gödel es especialmente famoso, es el teorema de incompletitud, publicado en 1931. El teorema de incompletitud de Gödel es bastante sencillo de entender una vez que hemos introducido la paradoja del mentiroso. Gödel hizo manipulaciones para trasladar el lenguaje natural del mentiroso al lenguaje de las matemáticas. Lo que probó es comparable (isomorfo) a la afirmación "Este teorema no tiene demostración". ¡Lo sorprendente es que él probó el teorema! Diseñó su propio lenguaje lógico para esto, y en definitiva descubrió que existían afirmaciones verdaderas que no podían ser probadas dentro del sistema.

Pero volvamos a la mentira y su rol y sus efectos en la comunicación política. La política viene, genealógicamente, de la guerra, de ahí que una política sin antagonismos de ideas o intereses es absolutamente impensable. La política fue inventada, precisamente, para dar formato argumental al antagonismo violento. La política, en consecuencia, debe ser construida, paso a paso, a partir de las condiciones pre-políticas que no sólo la preceden, sino que además, la rodean. Esta es una tesis central de quien fuera uno de los primeros filósofos políticos de la modernidad: Emmanuel Kant. En su texto La Paz Perpetua, desarrolla Kant ideas relativas, no sólo para terminar con las guerras y alcanzar la paz, sino que además, y sobre todo, para construir relaciones políticas desde el fondo mismo de la guerra.

Kant nos despeja dos incógnitas relacionadas al por qué Chávez miente. La primera interrogante ¿De dónde proviene la mentira de un mentiroso? Respuesta: La mentira, o la no veracidad, devienen de una actitud pre-moral, corresponde a un estadio no-natural que es la asunción del individuo de permanecer en un estado de guerra constante. Éticamente, cuando las relaciones se llevan en paz no está permitido mentir, del mismo modo que sí lo está cuando las relaciones se asumen dentro de un contexto de guerra. Esto no lo dice Kant, pero se deduce del contenido, una deducción que es, precisamente, uno de los motivos por los cuales Kant rechaza tan abiertamente toda posibilidad que lleve a introducir la lógica militar en materias morales o políticas, pues en la guerra no sólo está permitido matar, sino que además, la mentira forma parte de la lógica del exterminio. Quien quiere aniquilar a un enemigo tiene necesariamente que mentir. La estratagema, la emboscada, el asalto por sorpresa, la difusión de falsas noticias, son partes inseparables del dudoso arte de la guerra. Un buen general, en tiempos de guerra, debe ser un gran mentiroso. Al enemigo siempre está permitido traicionarlo si es que se desea vencer, porque la guerra no sólo no es política. Es, para Kant, la negación de la política; o el retroceso del ser humano a la era salvaje, cuando la única virtud posible era la violencia.

Allí está la explicación, la desiderata final del por qué Chávez no puede concebir una interacción razonada con quien oponga objeciones a sus ideas, menos aún a sus instrucciones, porque Chávez usa y abusa del engaño social como proceso de sugestión, un proceso comunicacional que apela al lenguaje oral y corporal para generar un tipo particular de sugestión, la sugestión conceptual auto-inducida, para obtener el desencadenamiento de los reflejos y comportamientos conductuales. Las mentiras de Chávez se convierten en una forma de sugestión masiva basada en la autoridad con fines de persuasión proselitista.

La segunda interrogante que nos despeja Kant, es cómo operan las mentiras de Chávez cuando éste asume al pueblo, de la misma manera que Hitler asumió a los alemanes como ‘su volk’: La mentira disipa las incongruencias cognitivas del sujeto frente al comportamiento que se le solicita y coadyuva en el avance desestructurado de los procesos de moldeamiento social. Así, la conducta operante se analiza y se modifica de acuerdo con ciertas condiciones antecedentes y consecuentes de las que es función. Acaso entre las condiciones antecedentes figuren instrucciones verbales, lo que no haría sino apuntar a las consecuencias. Estamos entonces en presencia de un proceso conjugado de conducta moldeada por las contingencias y gobernada por reglas previamente establecidas por ‘el moldeador’.

Este proceso ha sido altamente efectivo para Chávez cuando lo ha aplicado sobre colectivos con grandes carencias sociales y personales, capturables con facilidad a partir de la satisfacción momentánea de sus necesidades económicas y alimentarias. Se trata de un proceso más bien simple en el que los asesores de Chávez han especificado la conducta final deseada en esos colectivos, que por supuesto son relevantes para los intereses del líder, y han dividido la conducta de las masas en pasos sucesivos y periódicos, tomando en cuenta el repertorio de respuesta, acciones y actitudes disponibles en los sujetos que integran el grupo-meta.  A esto se le denomina ‘desarrollo próximo’ y consiste en re-enseñar y reforzar positivamente las aproximaciones sucesivas conforme se avanza en cada sub-etapa del comportamiento grupal esperado, para extinguir los aprendizajes, los valores y la cultura social precedente.

El desmontaje de las mentiras y su correlato, la reafirmación de las políticas comunicacionales sustentadas en la transparencia y la verdad, tendrá que ser una de las tareas prioritarias de la próxima administración demócrata y liberal en Venezuela. No será una actividad simple, pues como lo afirmó Erich Fromm el sentimiento de separación de esas mentiras que experimentarán los conglomerados sociales les generará una gran ansiedad, pues la regresión a los rituales primitivos, violentos e incluso orgiásticos que se manifiestan en el autoritarismo de Chávez y en su dictadura como forma de gobierno les ha conducido a un falso consuelo y a una reducción ficticia de sus ansiedades sociales, que es lo único que le queda al ciudadano cuando se le miente insistentemente, como política comunicacional de Estado.

andresmorenoarreche@gmail.com

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