Los nuevos accidentes industriales de Pdvsa,
con su impacto ambiental al remolque, convenientemente disimulados por el
gobierno nacional y sus medios de comunicación, deberían servirle de muestra a
la nación para evaluar con serenidad la profundidad del daño al aparato
productivo hecho a la nación en estos 13 años de ininterrumpida administración.
No se trata sólo de la responsabilidad
política; del largo estancamiento del PIB petrolero; de la eterna posposición
de los planes de expansión y de la conversión del mentado Plan Siempre
Petrolera en una consigna sin contenido. Venezuela es hoy el país petrolero que
menos produce en relación de su volumen total de reservas.
MAR DE DEUDAS |
La crisis de Pdvsa, que hace mucho rebasó el
marco sensorial de las especulaciones y tiene una ración de costados palpables,
le tiene que servir a la nación de marco para pasarle revista a la desastrosa
administración de nuestro aparato productivo en manos de los actuales
gobernantes.
Adelantando una eficaz estrategia
comunicacional cruzada de toda suerte de presupuestos falaces, la
administración de Hugo Chávez ha hecho realidad, con un ingreso petrolero diez
veces superior a la media de los años 90, la más corrosiva y destructiva de
todas las estrategias industriales.
Tiene el país, en este momento, un parque
nacional industrial deslavado y ha acentuado la más secular de todas sus
desdichas: ser una nación monoexportadora que dilapida todos sus recursos en
cargos, consignas banales, coimas y toda suerte de hechos de corrupción,
viviendo de una artificiosa sensación de bienestar merced a los precios del
crudo, sin lograr diversificar su economía y consolidar una auténtica
estrategia de desarrollo.
El chavismo ha convertido en chatarra a las
empresas de Guayana; ha fracasado en todos sus planes agroindustriales; tiene
todos sus planes petroquímicos pospuestos; no ha logrado sacar un nuevo pie
cúbico de gas de las reservas inventariadas en los proyectos costa afuera y
consolida una torpe estrategia cambiaria y fiscal que le complica a cualquiera
los pasos para adelantar estrategias productivas y encarece hasta limites
inconcebibles cualquier bien con valor agregado nacional. Por si esto fuera
poco, espanta cualquier tentativa de inversión y le pone toda suerte de trabas
a la producción independiente.
Textiles, válvulas, autopartes, cemento,
cabillas: difícil, por no decir imposible, encontrar algún rincón de la gesta
productiva nacional que presente un costado alentador.
Los activos estatizados manejados con los
criterios más estúpidos e inconducentes que pueda concebir cualquier manual de
gerencia, ofreciendo todos los días resultados descorazonadores –Friosa, la
Electricidad de Caracas, Sidor, Agroisleña, y aportando, a quiera verlo,
insumos concluyentes en torno al los tóxicos efectos de cualquier estrategia
colectivista, que prescinda deliberadamente del sector privado en cualquier
estrategia productiva.
Esta es la realidad: 13 años de oportunidades y
un cuantioso volumen de recursos malbaratados. Dilapidados usando una ridícula
y falaz postura patriotera que intenta disfrazar el más rotundo de todos los
fracasos.
No hay en el país un sólo experimento
productivo, una sola suma de siglas, un sólo ensayo gerencial vinculado a la
gesta oficial del cual valga la pensa recordarse.
Venezuela es hoy, dolorosamente, como nunca
antes, un pobre país rico.
alonsomoleiro@hotmail.com
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