Es posible que el verdadero problema que tiene nuestra
falsa democracia venezolana sea que terminamos democratizándola demasiado. La
hermosa idea que todos son elegidos y pueden elegir se traduce en un movimiento
continuo de personas no preparadas que desfilan para ocupar espacios desde los
que se construye un país que no tienen en la cabeza.
Después les pedimos que respondan por lo que hacen o
dejan de hacer, suponiendo que estar allí les ha hecho capaces de ser políticos
y razonables. A la larga es como pedirle a un ingeniero agrario que se encargue
de la salud de nuestros hijos o a la abogada de la familia que le enseñe de
factorización a un grupo de estudiantes en la universidad.
Eso es lo que permite nuestra falsa democracia socialista
del Siglo XXI, porque a pesar de las supuestas buenas intenciones de casi
todos, hay que saber un par de cositas adicionales. Es cierto que para ser
gobernador o alcalde de una población cualquiera no es suficiente tener un
Magister o un Doctorado en Ciencias Políticas, pero tampoco lo es ser solamente
un líder social en una población para lograr acumular papelitos en las urnas.
Se requiere preparación gerencial y política para tomar decisiones, para armar
equipos, para pensar un poco más allá de la plata de los contratos. Pero
volvamos al inicio.
Nuestra falsa democracia venezolana está tan generalizada
que los partidos que apoyan al gobierno revolucionario no son democráticos, son
socialistas-comunistas que se permiten aceptar lo que les diga o mande el
Presidente porque una decisión no se comparte, que las altas cortes terminan
haciendo política roja rojita revolucionaria aunque deberían dedicarse a
revisar sentencias. Las carreras que se obligarían garantizar la
especialización en labores dentro del Estado se dejan de lado por puestos de
libre nombramiento, la meritocracia no funciona porque el sueldo ofrecido a los
profesionales es de un salario mínimo, solo como un mecanismo de inclusión
familiar.
En este país y abrigados por nuestra Constitución de 1999
aparentemente garantista todo es válido, casi postmoderno. Pero la verdad es
que seguimos siendo un pequeño feudo del que no sabemos nada, al que todos los
socialistas-comunistas quieren gobernar para repartirse las regalías del
petróleo y de los impuestos recaudados por el SENIAT.
De repente, si asumimos que seguimos siendo el mismo país
de hace un siglo, que necesitamos pensarnos y comprendernos en lugar de
legislarnos, o que la idea no es ser alcalde, gobernador o presidente, sino ser
líder; ¿podremos hacer algo del país que a la larga va a quedar a nuestros
hijos? Yo creo que si y lo vamos a lograr Dios mediante el próximo mes de
octubre.
Lástima que muchos se queden en defender una falsa
democracia socialista del Siglo XXI que lleva 13 años en el poder y no sabemos
ni siquiera que es, y donde las mayorías hasta siguen aceptando las
reelecciones de Chávez, gobernadores, alcaldes y diputados a la Asamblea
Nacional, muchos de ellos señalados por corrupción, pero son rojos-rojitos..
britozenair@gmail.com
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