Hoy cuando día a día el
mundo conquista y alcanza la más alta tecnología en comunicaciones por la cual
el hombre en escasos segundos puede comunicarse rápidamente y “chatearse” con
el amigo más distante.
Hoy cuando sin salir de
nuestra habitación compramos y negociamos las cosas que queremos adquirir o
vender. Hoy cuando el computador ya pertenece a la “canasta familiar” y ocupa
en el hogar, en la oficina, en hotel y en todos los sitios un lugar
preeminente.
Hoy cuando hablar con
las amistades es todo un paseo, la soledad crece… Todos los días adquirimos
cosas. Cada minuto sale una marca nueva. Los centros comerciales viven
abarrotados de público. La “sociedad de consumo” se agiganta. Igualmente la
ciencia consigue que la vida humana se prolongue en medio de graves problemas
ecológicos y económicos. En el siglo XV, época del Renacimiento, cuando “el
cólera” aparecía las gentes “morían como moscas”. Hoy existen numerosas
soluciones médicas que previenen enfermedades que antes eran mortales.
Actualmente a lo largo
y ancho de este planeta, las personas mueren a edades avanzadas. Y el número de
ancianos crece. Ancianos que por circunstancias naturales de la vida van
quedando solos en casas y apartamentos y donde a duras penas alguien que los
ayuda va por días, pero que tiene que abandonarlos después de cumplir su tarea
Estas personas agotadas
por los años se quedan semidormidas mientras su acompañante debe dejarlos
solos. No hay quien les interrumpa su descanso. Ni tampoco quién les pregunte
qué necesitan. Estas vidas persisten casi como un milagro de la naturaleza. La
radio informaba que en los sitios de Europa donde el invierno ha llegado en
toda su intensidad la muerte de ancianos es numerosa. Fallecen en la soledad de
sus viviendas y solo el mal olor que viene de esos sitios alerta a los vecinos
para que la policía llegue a inspeccionar qué ha pasado.
En estos momentos cada
cual vive sumergido en su quehacer diario. El mundo se llena de cosas. La
comunicación que se ha alcanzado rebasa lo que ni remotamente pudimos los
humanos avistar hace algún tiempo. Pero asimismo este panorama repleto de
noticias, de cosas nuevas, de publicidad arrolladora tiende una cortina de
humo, casi de indiferencia sobre capas sociales que sobreviven completamente
olvidadas.
Y viene entonces la
indiferencia de la mano de la soledad. Hoy el hombre ha conquistado panoramas y
sitios increíbles. Ha llegado a la luna. Piensa visitar Marte. Cualquier día
llegará a las estrellas. De nada le habrá servido. Ellas también son distantes
y frías como su corazón, sumergido en este mar de consumismo que ayuda a que la
soledad de sus seres más próximos se vuelva tragedia.
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