Compatriotas: Visto que Diego Arria,
Pablo Medina y María Corina Machado no han llegado al acuerdo de unir fuerzas
para evitar la dispersión de los votos de los rupturistas o partidarios del
cambio radical y profundo, convengamos nosotros en concentrar nuestros votos
para darle un vuelco a la oposición, en previsión de lo que viene: fraude
electoral y/o vacío de poder. Votemos por Diego Arria.
Hace tiempo dije aquí que, para la
transición del comunismo a la democracia, se requiere un veterano con experiencia,
políticamente independiente y “cuatriboleado”. Esto último quiere decir que
esté dispuesto a jugársela. Hoy lo repito porque esto no se decidirá en las
urnas, sino en la calle. No se decidirá en las urnas debido a que, política y
matemáticamente, es imposible que la oposición gane una elección presidencial a
causa del ventajismo descarado y el fraude sistemático. El que diga lo
contrario miente. Entonces no queda otra vía que enfrentar el fraude con el
pueblo en la calle. Enfrentarlo antes, durante y después de su consumación,
esto último desconociendo el resultado fraudulento. El único precandidato que
está dispuesto a hacerlo es Arria. Puede suceder además que antecediendo al
fraude o coincidiendo con él se produzca el vacío de poder por falta absoluta
de El Tirano. Para este supuesto se ha preparado el ala militar o fascista del
régimen, colocándose en la línea de sucesión. Su pretensión sucesoria, que nos
llevaría de la tiranía comunista a la tiranía fascista, tendrá que ser
combatida en la calle. El único que está dispuesto a hacerlo es Arria.
Si dificilísima es la toma del poder
por los demócratas, más difícil aún será la consolidación en el poder. Exigirá
desmontar la maquinaria institucional de la tiranía y combatir las guerrillas
urbanas y rurales que están organizadas, así como limpiar el país de la
influencia cubana e iraní. Al mismo tiempo, desmontar el aparato económico de
la tiranía y modificar de inmediato sus relaciones de clientelismo popular para
neutralizar a sus agitadores sociales. Como se ve, no se trata de una concha de
ajo. El único consciente de la tarea ciclópea a emprender es Arria. Y el único
de los precandidatos que reúne las condiciones para hacerlo es Arria, que por
si fuera poco aporta algo de lo cual carecen los demás precandidatos:
relaciones internacionales que serán absolutamente necesarias para lograr
comprensión y colaboración de los países democráticos.
¿Tiene Arria posibilidad de ganar las
primarias? Si nos guiamos por las encuestas, no la tiene. Pero si dobla el
número de electores que firmaron su inscripción (250.000), aún derrotado
saldría investido del liderazgo alternativo de la oposición, acabando con el
monopolio que hasta ahora han tenido los pactistas. En todo caso, darle el voto
es para mí una cuestión de principios. Su discurso en la campaña hubiese sido
el mío si hubiese participado.
Con Arria nos sentimos reivindicados
todos los que tuvimos participación política contra la dictadura militar y en
los cuarenta años de democracia. Ya sabemos que El Tirano ha satanizado el
pasado de los demás, menos el suyo y de su familia. La demolición de prestigios
no ha sido tarea exclusiva del gobierno. Ha tenido participación activa un
sector de la oposición con la finalidad de eliminar competidores, escondiendo
también el pasado de sus padres y el suyo propio. Lo cierto es que han creado
una matriz de opinión en contra de todo el que tiene pasado político, aunque
sea honorable. Arria nos reivindica de esta discriminación, asumiendo con
valentía su pasado.
Para consolidar esa matriz de opinión,
se ha creado en la oposición un ambiente de sifrinismo político. Para los
sifrinos hay que ser joven y bello, por lo cual estamos descalificados para
gobernar los mayores de cincuenta años, los que tenemos canas y/o arrugas y
para remate somos calvos y feos. Los sifrinos atacan a Arria porque tiene
setenta años. Por incultos ignoran que Adenauer fue elegido a esa edad para
dirigir la Alemania desvastada por la guerra. El viejo Adenauer hizo el
“milagro alemán” por el cual su país terminó convirtiéndose en la primera
potencia europea. Arria se ha echado a cuestas la discriminación contra los
mayores, que impide el concurso de quienes están mejor preparados para manejar
la situación. Un político ya fallecido me dijo: “la experiencia es lo más
inútil en la política, porque cuando la tenemos nos apartan.”
Yo voto por Diego Arria. Es lo menos
que puedo hacer por quien ha abandonado la comodidad de su retiro para
jugársela con nosotros, negándose a pactar a cambio de cuotas de poder.
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