“Debe sufrir mucho Venezuela bajo
la bota norteamericana para que ese caballero abrace con tanto cariño al tirano
persa” – me dijo una de esas personas que no tiene la menor idea de política y
con las cuales, por salud mental, nunca hay que perder contacto.-
“Qué va a
sufrir señora” -contesté- “Ese caballero no sólo ha incrementado las ventas de
petróleo a EE UU; además ha doblado las importaciones con respecto a ese país”.
“Entonces ¿por qué es antimperialista?” –preguntó-. Estuve a punto de decirle
que lo llamara por teléfono, pero opté por encogerme de hombros. Ahí me di
cuenta, y por enésima vez, que las preguntas más ingenuas son las más difíciles
de responder pues vienen de ese lugar que toda ideología ignora. Ese lugar se
llama “sentido común”.
¿Por qué Chávez y sus epígonos del ALBA son antimperialistas? La pregunta
lleva a otra más ingenua: ¿Por qué los gobiernos antimperialistas de América
Latina son los menos democráticos del continente? Y esa, a su vez, a una
tercera pregunta todavía más ingenua: ¿Por qué las dictaduras más horrendas de
la tierra -entre varias: Mugabe, Kim Jong, Gadafi, Hasad, los Castro,
Ahmadineyad- han sido y son antimperialistas?
Parece haber, efectivamente, una relación sórdida entre despotía y
antimperialismo. Compruébelo usted mismo: mientras menos democrático un
gobierno, más antimperialista es. Si yo creyera que la historia se rige por
leyes, ésta sería, sin duda, una de ellas.
Historias del imperialismo hay cientos, sino miles. No hay, en cambio,
según mi conocimiento, ninguna historia del antimperialismo. Debería haber,
pues ahí nos daríamos cuenta como la que fue una vez noble idea tuvo un origen
democrático, origen que en el transcurso de la historia fue pervirtiéndose más
y más, hasta llegar a ese estadio lamentable que hoy ofrece.
Si tuviéramos que escribir esa historia, no deberíamos partir de Karl
Marx pues el sabio alemán nunca desarrolló alguna teoría antimperialista. Todo
lo contrario: para Marx la expansión del capital cumplía una función
civilizadora. Y quien no crea, revise por favor los artículos que Marx escribió
en "New York Daily Tribune"
(1853) en torno a la “necesaria” colonización de China e India por Gran
Bretaña.
Nos daríamos cuenta, además, que los primeros teóricos del
antimperialismo eran profundamente democráticos. El inglés John Hobson era
liberal, el médico austriaco Rudolph Hilferding, socialdemócrata y Rosa
Luxemburg, una demócrata radical. Lenin, quien también provenía de la
socialdemocracia, fue marcado por las tesis evolucionistas de Hilferding hasta
el punto de que su trabajo “El Imperialismo fase superior del capitalismo” (que
en otros idiomas fue traducido como “fase final” o “última etapa” del
imperialismo) es una copia fiel del “Capitalismo Financiero” de Hilferding.
Podríamos también observar como Stalin usó el concepto “imperialismo” de
acuerdo a las necesidades externas de su imperio. En la fase “izquierdista”
Stalin impuso la tesis relativa a que socialdemocracia y fascismo eran las dos
caras del imperialismo. Durante el periodo del "pacto de no agresión"
(1939), la Alemania nazi dejó de ser para Stalin, imperialista. Volvió a serlo
después que Hitler traicionara a Stalin. Durante la Guerra, Stalin no designó
como imperialistas a sus aliados y EE UU fue evaluado desde la URSS como nación
“progresista”.
Del mismo modo podríamos comprobar como la frase “imperialismo
norteamericano” fue pronunciada por primera vez por Stalin y no por Eduardo
Galeano. Ocurrió el año 1948 cuando el Presidente Truman se pronunció en contra
de la expansión de la URSS en Europa. Stalin es, en ese sentido, el autor de
dos tesis esencialmente antimarxistas: la del “socialismo en un solo país” y la
del “imperialismo en un sólo país”.
Y no por último: nos asombraríamos al indagar como, desde China, Mao
impuso la tesis del “social-imperialismo” representado según él -!qué ironía!-
por la URSS. En los primeros escritos maoístas el “social imperialismo” ruso
era, en efecto, parte del imperialismo mundial. Luego pasó a ser, en la opinión
de Mao, “la parte fundamental del imperialismo mundial”. Después de la famosa
entrevista entre Mao y Kissinger (1972), el “imperialismo norteamericano” dejó
de existir para los chinos. Hasta ahora, por lo menos.
Al finalizar la Guerra Fría el concepto de imperialismo parecía condenado
a muerte. Quien consiguió revivirlo, ya no teórica sino emocionalmente, fue el
Presidente Bush (Jr.) al cometer uno de los errores más grandes de la política
exterior norteamericana: la invasión a Irak (sobre ese tema me referiré en un
próximo artículo).
DÉSPOTAS |
¿Por qué hoy la noción del antimperialismo ha pasado a ser sólo
patrimonio de dictadores, tiranos y autócratas, es decir, de la escoria del
planeta? ¿Será porque los déspotas necesitan de un enemigo externo para
justificar su poder? ¿Será porque necesitan una razón externa para reprimir,
explotar y masacrar a sus pueblos?¿Será por resentimientos sociales en contra
de todo lo que es moderno, democrático o simplemente libre? ¿Será por sus
propios complejos de inferioridad? ¿Será por el anti-norteamericanismo lindante
en el racismo que profesan? ¿O simplemente por ignorancia? ¿O será debido a ese
inevitable delirio persecutorio que, como si fuera un cáncer, se apodera de la
mente de cada dictador?
Mi tesis es la siguiente: ninguna de esas suposiciones es "la
causa". Pero todas juntas, y a la vez, son "la causa".
Fernando.Mires@uni-oldenburg.de
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