No voy a hacer pronósticos acerca de quién ganará las elecciones primarias presidenciales. Lo que hoy veo más importante es otro resultado: el de los liderazgos en crecimiento -de quienes ganen y de quienes no logren el primer lugar- que prefigura parte de la Venezuela del futuro próximo.
La jornada del 23 de enero fue monumental: al mediodía, la presentación del programa de gobierno de Unidad Nacional, paso trascendente de la ‘Unidad’ y el ‘Cambio’ para desmentir a quienes decían “no tienen programa… no tienen proyecto”. Pero además, un señor programa con las grandes líneas estratégicas y muchísimas medidas para los grandes problemas del país. Un programa que deja muy claro que es para entrar al futuro superando al pasado que es Chávez y al anterior pasado.
El debate de la noche de ese 23 de enero -excelente formato y producción de Globovisión y magnífica conducción de Román Lozinski- acaparó el interés del país opacando incluso el primer juego de la final del béisbol.
Cada candidato confrontó -sin agresiones ni descalificaciones- con los otros, mostrando sus ideas y enfoques. Divergentes en varios asuntos importantes. Coincidentes aunque con matices en otros. Nada de voz única ni de órdenes. Tampoco de “línea” y pensamiento único. Que cada ciudadano saque sus conclusiones.
El anuncio de Leopoldo López, al final del debate, que quedó claro con la rueda de prensa conjunta que hizo al mediodía de ayer junto a Henrique Capriles para declinar su candidatura y apoyar a éste, fue otro impacto político positivo.
En tono claramente unitario y, diría yo, con muchas dosis de realismo político. Un apoyo tan legítimo como en su momento fue el de varias organizaciones políticas de acordarse en torno a Pablo Pérez que implicó a su vez, el retiro de candidaturas como las de Antonio Ledezma, César Pérez Vivas y Eduardo Fernández. La respuesta posterior del propio Pablo Pérez y de Omar Barboza también fue legítima y lógica, pues reiteraron su confianza en que su candidato saldría airoso y ganador.
Tantos impactos políticos positivos -sumados a que aún no se repone de los dos minutos demoledores de María Corina en la AN, ya que “expropiar sin pagar es robar” le resuena en sus oídos- obligaron a Chávez a hacer una cadena anoche para tratar de volver a figurar, aunque la receta es la de siempre: promesas repetidas, el mismo populismo barato, mezclando un desaforado autoendiosamiento, con ataques a la oposición y a sus candidatos, aderezado con altas dosis de sembrar miedo. Que “si ellos ganan desaparecerán los ministerios y las misiones”. Está a la defensiva.
Quien necesita sembrar el temor es porque no se siente confiado ni “sobrado”. Quien necesita abusar con cadenas de propaganda es porque no se siente seguro de tener alta audiencia si hace los mismos discursos en un solo canal y deja libres los otros. ¿O no?
Más allá de quién ganará las primarias y por tanto será el candidato de todos, el de la ‘Unidad’ y muy probablemente el nuevo Presidente de Venezuela, hay un hecho que quiero resaltar: estamos entrando en el futuro. Atrás queda Chávez que ya es el pasado. Tuvo su tiempo y su oportunidad y en gran medida la desperdició. Atrás quedaron también los anteriores gobiernos con sus logros y fracasos, sus luces y sombras; sus cosas positivas y carencias.
No sé si ganará Capriles, pero es un liderazgo nuevo sembrado con sus propios méritos. Y está demostrando que es mucho más que un buen gobernador. Tiene guáramo y serena firmeza en sus convicciones. Gane o no estas primarias, Pablo Pérez, ya se ganó un lugar propio y puede ser el eje de una propuesta social demócrata o de la democracia social del siglo XXI. PP es otro con guáramo y personalidad propia.
Leopoldo es otro liderazgo que gana Venezuela para los próximos lustros. Avanzó muchísimo en sembrarse en todo el país con esta campaña, sus propuestas y sueños de la Mejor Venezuela. Tiene carisma y me consta que escucha. Queda “en turno al bate”:
¿Y María Corina? Tampoco sé si ganará el 12F, pero “hay que quitarse el sombrero” con ella. Coraje político de sobras ha demostrado. Se atrevió a “salirse del molde” para ofrecer al país un modelo. Será un factor del futuro inmediato. Ha construido una referencia. Arria y Pablo Medina son casos diferentes, pero también van a jugar un rol repotenciado.
Lo mejor es que están creciendo otros liderazgos de los que compiten y/o serán gobernadores y alcaldes, algunos ya con proyección nacional. Falcón, Ocariz, Cochiola, Olivares, Núñez, Barreto Sira, Gustavo Marcano, Pillieri, Alfredo Ramos, Miguel Ángel, Stalin, Ecarri, Richard Blanco, Mardo, Blyde, Graterón y un largo etcétera. Igual que no pocos parlamentarios, cuyo verbo y acción no pasan desapercibidos. Y algunos líderes ya hechos y probados como Andrés Velásquez, Ledezma, Ismael García, Montoya, Salas Feo, Pérez Vivas que van a seguir dejando huella. La lista es mucho más larga.
Me gustaría que en el PSUV se viviera un proceso semejante, aunque Chávez no deja que nadie crezca. Al que levanta cabeza con algún mérito propio, lo aplasta. A veces incluso los humilla. Los divide y pone a pelear. El Rey sin sombra. Sin embargo, terminarán por surgir, sobre todo cuando Chávez deje de ser el amo y señor del poder y de las vidas de ellos. Veremos a unos cuantos empinarse. Y eso será bueno para Venezuela. Hará falta una buena oposición.
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