Contra el continuismo, la alternativa democrática nos ofrece seis líderes; optemos cada uno de nosotros por el mejor, según nuestro propio criterio. Entendamos que las primarias matan las pretensiones hegemónicas y continuistas de Chávez: lo liquida la policromía contra el rojo único, las alternativas frente a la imposición, lo nuevo y joven ante al continuismo, ante un pasado que ya se remonta a 13 años seguidos de lo mismo. El Tte. Coronel pretende gobernar de por vida, como su hermanazo Gadafi o su padre Fidel. De este último, por cierto, El Chacal dijo en estos días: “mató más gente que yo”, y añadió: “yo maté entre 1.500 y 2.000” personas. Asesino es este “padre” del Presidente venezolano. Ahora el hijo intenta eternizarse en el poder como el padre.
Henrique, Pablo, Leopoldo, María, Diego y el otro Pablo, desafían el régimen, ofrecen sus propias experiencias y potencialidades. El vencedor de febrero será también vencedor en octubre, triunfará sobre la ineficiencia y la corrupción, luego de medirse con el mismísimo Chávez quien se cree imbatible. El vencedor gobernará en nombre del noble pueblo, sin ataduras e inspirado en el programa básico común que compromete a los seis candidatos y a la alternativa democracia.
Cuatro de los precandidatos son jóvenes, llenos de sueños, bordean los 40 años; dos son más maduros, y en consecuencia con más experiencia; una mujer y cinco hombres, en total seis esperanzas que se convertirán, a partir del 12 de febrero de 2012, en una sola voz, en única alternativa ante el representante del pasado que ya huele mal, a podredumbre de corrupción que se lo traga.
Cada uno de los seis levanta su slogan, que luego en febrero será una sola consigna: Henrique Capriles, “Hay un camino”; Pablo Pérez, “Por Venezuela vale todo”; Leopoldo López, “Es hora de avanzar”; María Corina Machado, “Capitalismo popular”; Diego Arria, “Dar por Venezuela” y Pablo Medina, “Por los trabajadores”.
El seleccionado por el voto popular en febrero de 2012 liderará el inmenso equipo humano que derrotará el comunismo ya no disimulado, el régimen totalitario e intervencionista que pretende liquidar el pluralismo y la libertad. Chávez gobierna en nombre de un igualitarismo que no se ve, lo que sí se ve es que “unos son más iguales que otros”, y tragan más harina, mientras el pueblo pobre continúa en su indigencia. Lo que si se ve es una “chavoburguesía” que ya no llamo más “boliburguesía”, porque Bolívar nada tiene que ver con eso.
El primer enemigo de Chávez es Chávez mismo, es su gobierno ineficiente e incapaz. Chávez es un destructor que no construye. Uno puede entender eso de derrumbar viejas estructuras para crear nuevas y mejores realidades. No obstante, eso no ha ocurrido una sola vez en trece años. Este destructor es un verdadero dios Midas que, para empeorar las cosas, no sabe construir. Acabó con las empresas básicas de Guayana; PDVSA fue primera en América, hoy cedió su puesto a Petrobras, de un Brasil socialista inteligente, que combina el poder del Estado con la fuerza emprendedora del sector privado. El destructor de aquí acaba con la agricultura y la producción en general; lo que inconstitucionalmente privatiza o expropia se acaba.
Que quede claro, si hacemos lo que nos corresponde hacer y mantenemos la unidad opositora, clave del triunfo, derrotamos el continuismo. A la cabeza estará uno de los seis buenos que hoy compiten por el honor de conducirnos a la victoria; luego de ella, podremos gritarle a Fidel Castro, padre de la criatura, “agarra tu gallo muerto”.
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