En el seno del Estado Militar que ha echado raíces sobre la nación venezolana, los problemas son innumerables. Engorrosos por donde quiera que se les mire.
Cada nombramiento presidencial, es ocupado por un militar pues sólo así el régimen puede respirar sin jadeo. Sin embargo, la incapacidad subsume la obscena lealtad que, por interés, le ofrecen al comandante-presidente.
La historia política es contundente. Por eso se dice que es una filosofía de ejemplos. Aunque su enseñanza no alcanza la obstinación del hombre cuando éste, tercamente, repite los mismos errores sin advertir sus consecuencias. Es así que Benjamín Jarnés, novelista y ensayista español, decía que “la historia no es la maestra de la vida pues nadie escarmienta ante sus lecciones”.
Pero también se ha dicho que la historia es cuestión de supervivencia. Sobre todo, cuando se ponen a prueba paradigmas que exaltan condiciones y consideraciones que resultan difíciles de comprenderse en medio de realidades que muchas veces terminan contradiciendo principios y valores para así enarbolar discursos y asumir actitudes falseadamente democráticas.
En el fragor de situaciones así constreñidas, han surgido gobiernos fuertes con el único propósito de imponer sus ideologías a fuerza de coacciones y determinaciones que contravienen espacios de autonomía, libertades y derechos fundamentales. A pesar de que la historia ha demostrado hasta la saciedad las calamidades que tales recurrencias han engendrado, tales exabruptos siguen marcando el periplo de los actuales tiempos. Es entonces cuando se articulan pretensiones con disposiciones de ortodoxa génesis política, para forzar el establecimiento de un Estado Militar a través del cual se institucionaliza un tinglado normativo de perversa verticalidad. Además, endurecido por criterios sin legitimidad alguna pero soportado por desnudas amenazas que vociferan en nombre de una aludida justicia carente de sentido y contenido.
Esta realidad arriba expuesta, tristemente retrata a Venezuela en su más acabada y última expresión. La desafortunada injerencia de quien, como el presidente de la República, se ha empeñado en trastocar el espíritu democrático que vino forjándose durante el curso de la segunda mitad del siglo XX, incitado además por las cruentas luchas que caracterizó la consolidación del sentimiento republicano y federalista durante el siglo XIX, afianzaron un Estado Militar basado en el único propósito de concentrar el mayor poder posible de manera de conducir el país hacia obsoletos y oscuros estadios de desarrollo económico y social.
Desde la cúpula gubernamental, en manos de militares sin formación de gobierno, de gestión pública, de gerencia política, se maquina toda una sucesión de órdenes que por obstinadas equivocan su dirección. Particularmente, porque son mandatos contaminados no tanto por la ineptitud, como por la corrupción que aflora alrededor de las decisiones que buscan adosarse sin una justificación diferente de conveniencias egoístas y mezquinas.
En el seno del Estado Militar que ha echado raíces sobre la nación venezolana, los problemas son innumerables. Engorrosos por donde quiera que se les mire. Cada nombramiento presidencial, es ocupado por un militar pues sólo así el régimen puede respirar sin jadeo. Sin embargo, la incapacidad subsume la obscena lealtad que, por interés, le ofrecen al comandante-presidente. Por eso, las babosadas revolucionarias no tienen la fuerza necesaria ni suficiente para evitar los desastres que la gestión de gobierno viene causando a nivel de instituciones, de infraestructura, de derechos humanos, de vivienda, de finanzas públicas, de economía nacional, de ambiente, de cultura, de ética social, de educación básica y universitaria. Y en fin, de todo cuanto constituye un país tan magnánimo como Venezuela. De manera que no hay duda. La ecuación política queda demostrada por inducción directa. Es decir,Estado Militar: país derruido.
VENTANA DE PAPEL
UNIVERSIDADES SIN RAZÓN NI JUSTIFICACIÓN
La diferencia entre una Universidad académica y una universidad política, es abismal. Desde escribir la primera con mayúscula, hasta reconocer en la segunda su intención netamente proselitista. En la académica, la razón es profesional. Mientras que en la universidad política, la razón es coyuntural. Tanto que el régimen se hizo de núcleos de instrucción desde los cuales procura abrumar a masas estudiantiles con la intención de atolondrar esperanzas. Ello, sin alcanzar a reconocer que la decisión de crear este tipo de establecimiento docente, en nombre de una inconsistente revolución, puede generarle al país un inmenso daño de inimaginables efectos.
Por consiguiente no puede pensarse que dichas instituciones tienen algo de similar, puesto que no es igual aludir a una Universidad que vive en la política, que una universidad que vive para la política. Vivir en la política es propio de toda condición que comprometa al hombre pues la política atraviesa todos los ámbitos que dan sentido y trascendencia al ser humano. Pero vivir para la política es diferente ya que incita la sumisión e inhibe las libertades como vías que brindan el libre albedrío a las actividades del hombre en su plano vital. He ahí la razón que ha manejado el régimen para crear un subsistema de educación superior paralelo a través de una serie de universidades sin razón, sólo por el hecho de boicotear la autonomía universitaria por la cual la Universidad autónoma venezolana se erigió como institución baluarte de la condición democrática nacional.
HONRAR HONRA
Decía Benjamín Franklin que “la honradez reconocida es el más seguro de los juramentos”. Aunque vale agregarle que es la más notable condición sobre la cual se depara la nobleza en vida y la grandeza del alma. Por eso que nunca es tarde para reconocer en el amigo las virtudes que lo honran o que honraron su vida. La decisión de la Academia de Mérida, es justa y oportuna cuando determina recordar al maestro universitario y apreciado hombre de bien, Dr. Pedro Rincón Gutiérrez, quien además se entregó a servirle a Mérida y a Venezuela desde la Universidad de Los Andes. No sólo desde el Rectorado. También desde cualquier escenario donde compartía experiencias y sueños.
La acertada determinación de la directiva de la Academia emeritense, ha conducido a que se plasme la imagen del Rector Rincón Gutiérrez en un hermosa pintura que será develada este miércoles 9-N, en acto público a las 4 p.m. en el Salón de Sesiones de tan ilustre corporación. El Orador de Orden será el catedrático Julián Aguirre Pe, Individuo de Número de esta Academia. De esta forma, Perucho, como también se la llamaba, ahora engalanará las distintas y fructíferas conversaciones y reuniones que distinguen la cotidianidad de la Academia de Mérida. Honrar a Pedro Rincón Gutiérrez, es honrar a Mérida y a la Universidad de Los Andes. Pero es también honrar la labor tesonera de la Academia merideña. Como expresara José Martí, “honrar, honra”.
SEGUID EL EJEMPLO QUE LA UCV DIO
De cara al problema que ha constituido la sanción de la Asamblea Nacional a la Reforma Parcial de la Ley de Ejercicio de la Medicina, la respuesta del Vicerrectorado de la Universidad Central de Venezuela ha sido categórica. En consecuencia, rechaza la inclusión en cuanto a la praxis profesional de los médicos integrales comunitarios que han comenzado a egresar de la universidad bolivariana de Venezuela. Pareciera que los diputados de la clase “foca roja”, por aprobar tan enervado vapuleo, no consideraron que “la carrera de Medicina Integral Comunitaria se inició en el 2005 sin respetar el artículo 85 de la Constitución. Así se ignoró “la experticia de las universidades autónomas y democráticas venezolanas en la formación de médicos lo cual fue producto de una decisión política y, de ninguna manera, asistencial, profesional o académica”.
Es así que en el desarrollo de la carrera se han acumulado serias debilidades que “han dado por resultado la formación deficiente de los estudiantes de Medicina Integral Comunitaria, no acorde con el perfil médico nacional ni con estándares internacionales”. El comunicado de la UCV señala también que ante esto “resulta inadmisible graduarlos y exigirles que cumplan con los deberes y obligaciones de un médico sin estar debidamente capacitados para tan exigente misión”. Esta es la razón de dicha valiente denuncia del Vicerrectorado Académico de la UCV la cual debe emularse por las restantes universidades que tienen escuelas de Medicina y que su esfuerzo apunta a formar médicos con el rigor académico de ley, la ética y el respeto por la vida.
ARRODILLADO Y PERDIDO
Estos gobernantes revolucionarios no saben qué rumbo tomar luego que el mundo político comienza a volverse en su contra. Nunca pensaron que el camino a recorrer tenía sus giros. Que no sería tan llano ni tan recto como lo imaginaron luego de dejar engatusarse por las amañadas necedades del entonces teniente-coronel Chávez Frías. Que tendría las sinuosidades propias de toda ruta que se trace sobre las dificultades propias de la incertidumbre. A medida que fueron creyéndose irreemplazables, cayeron en cuenta que el sendero comenzaría a cerrárseles. Pero resultó bastante tarde “recoger velas” para así enmendar la tarea no cumplida ni los trechos mal recorridos. Sus gobiernos amigos están siendo defenestrados al descubrirse los equívocos y horrores de “lesa humanidad” cometidos.
Ni siquiera la figura de “la espada que camina por América Latina”, podría contener la fuerza de una democracia cuya justicia comenzó a imponerse finalmente por encima de las complicidades y trampas de corrompidos gobiernos y pícaros personajes. La materia con la cual se construyó la política gubernamental en estos doce años de insolente chavismo, inició su división de forma tal que todo cuanto creyeron haber ganado, está amenazado de venirse al (sub)suelo. Tanto es así que, hoy, después de los años que del presente siglo han corrido, el régimen empieza a verse tan estropeado, que comienza a verse arrodillado y perdido.
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