Mucho se habla por estos días del perfil de los candidatos que se presentan para las elecciones del 2012, incluidas las primaras. La gente se pregunta ¿cuál es el perfil individual del presidente, más allá del candidato? Eso, sin hablar del programa de gobierno, aunque eso es tema para otro espacio.
Quienes no ven en el castrochavismo la opción que favorezca al futuro del país, tienen una visión opuesta, totalmente opuesta. Y saben qué Hugo Chávez y su combo no es lo que más conviene al país de cara a los próximos años. Del otro lado se habla de una figura joven, bien formada, seguramente bilingüe, con buena experiencia en materia de gerencia pública, sin prejuicios, integradora, sin compromisos que pongan en peligro la soberanía del país sea con Estados Unidos, sea con Cuba, sean con cualquier otra nación. Con un horizonte de avanzada, de muy buen criterio en materia de solidaridad social y equidad. Honesto, con la verdad como arma fundamental, que no sepa de todo, que gerencie correctamente, descentralizador, que se ubique en el lado de la globalización moderna y justa. Pero, especialmente, que sea realmente venezolanista, un luchador verdadero por los intereses de su país, de sus ciudadanos y del bienestar de todos. Un demócrata, pluralista y que gestione con participación de verdad verdad.
Por ahí va la cosa.
Del lado del chavismo, como no hay más nadie, sino Chávez, Chávez y más Chávez, necesariamente hay que concluir que el perfil deseado es el que ya estamos viendo. Es decir, que una parte de la población, que ya no es mayoría, independientemente del cáncer y del lamentable estado físico del presidente, se plantea mantener un perfil personal y de gobierno que apunta al militarismo directo y sin disimulo. Que se queda con un militar, además cupular, que procedió por la vía de la violencia y el golpismo a tomar el poder. Se pronuncia por el castrismo, no por el socialismo moderno. Se queda con el modelo Cubano y el esquema de vida y sociedad de Fidel Castro. Mentiras, manipulación y propaganda, mucha propaganda como principal arma argumental. La amenaza y la violencia, el uso de las armas, la exhibición del uniforme cubano y la entrega del país a cubanos y a cualquiera que le siga la corriente, no en lo ideológico sino en lo personal. Eso basta, Como se ve nada nuevo. Es lo mismo que se ha visto hasta ahora. Y la promesa básica es la misma.
Un perfil, además, muy manoseado por la historia. Populismo, promesas, engaños. Regalos, chantajes, divisionismos, exclusión. Separación por partidos y colores. División según posición política. Eliminación paulatina, por simple estrategia, del sector privado. Si pudiera lo hiciera como su padre putativo Castro, de un solo golpe. Miedo al adversario, pánico al adversario, como lo demuestran las inhabilitaciones de vergüenza que dejó para la historia el difunto atendiendo órdenes del jefe, como se desprende la inhabilitación de Leopoldo López. Eso es miedo parejo.
Ese perfil de gerente castrista ya pasó sus mejores momentos. Además, ya el país se otorgó su cuota de autodestrucción por tiempo suficiente. Y ya no aguanta más. Aguantarán los cubanos, esclavizados y pacientes. Ni siquiera el petróleo aguanta la múcura de este perfil de cachucha.
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