No solamente no volverán. No seguirán mucho tiempo más en el poder. La cuenta regresiva está irremediablemente en marcha. Aún cuando el CNE incumpla con el deber de informar el calendario electoral oportunamente, 2012 marca el final de esta etapa tan obscura y perversa de la historia contemporánea de Venezuela.
Nunca antes un Presidente tuvo las extraordinarias oportunidades políticas y financieras que éste ha tenido. Tampoco había sufrido la nación las consecuencias de un régimen tan nefasto, ineficiente, con desviaciones y corruptelas escalofriantes, y de paso, sometido ideológicamente a un gobierno extranjero. El tutelaje castro-comunista traspasa los límites de lo aceptable en materia de independencia y soberanía, incluso de respeto personal hacia el Jefe del Estado. Lamentablemente pareciera no respetarse a sí mismo y eso lo complica todo.
Hugo Chávez sabe que, sano o enfermo, tiene los días están contados en la Presidencia. El nivel de fatiga del pueblo es abrumador. La caída de su credibilidad no tiene precedentes. Convertir el tema del cáncer en instrumento para sus pretensiones reeleccionistas, lejos de ayudarlo, reafirma la convicción mayoritaria sobre la incapacidad manifiesta para gobernar. Sabe que para el día de hoy a esta hora, no hay ninguna posibilidad de que pueda ganar unas elecciones medianamente transparentes. Haga lo que haga. También lo sabe el alto gobierno, los jefes políticos de su partido y los circunstanciales aliados, especialmente, unos cuantos jefes militares que de espaldas a la Constitución y a su propio uniforme, se convierten en “apóstoles y corifeos” de la revolución castro-chavista, parafraseando a ese gran venezolano que fue Rómulo Betancourt. Todos lo saben. Ese puede ser el problema mayor. También se saben firmes candidatos a la inevitable rendición de cuentas dentro y fuera del país. Ojala y no cometan el disparate de tratar de evitarla tramposeando el sistema electoral o sobre la base de la violencia, de la represión física e institucional, que puede resultar peor que la física. La confrontación puede llegar a extremos impensables en este momento. Pero se equivocan quienes pretendan retener el poder por vìas inconstitucionales, incluida la armada, como lo anunció Adán Chávez al regresar de Cuba con motivo de la enfermedad de su hermano. No vamos a esquivar el enfrentamiento. No lo provocamos, pero el miedo desaparece dando paso a la creciente indignación nacional. No tendrán éxito las maniobras divisionistas, ni los insultos de quincalla baratera. Venezuela entera cierra filas con las alternativas de cambio. Más que una simple unidad electoral, se trata de una verdadera unión nacional para ponerle punto final a la tragedia actual. Civiles y militares, con la Constitución como orientación y guía, trabajan en la dirección adecuada. La comunidad internacional está atenta. La transición democrática es inevitable.
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