Este gobierno ha llegado a adulterar el registro electoral, mediante,la inscripción de extranjeros afectos al régimen. No obstante, semejante fraude es derrotable con la presencia de testigos en todas las mesas de votación y un sufragio absolutamente mayoritario
Que en todos los procesos electorales bajo la presidencia de Chávez ha habido fraude es una verdad irrefutable. Incluso en los que la oposición ha ganado.
Pero hay diversas tipos de fraude. El más simple, y en el que todo el mundo piensa, es el aritmético, que consiste en alterar las cifras finales de las elecciones para darle el triunfo al gobierno, aunque haya perdido.
Ocurrió en 1952, en la elección de Asamblea Constituyente convocada por la dictadura militar de Pérez Jiménez. En esa ocasión, a medida que se iban dando los boletines oficiales se iba percibiendo el triunfo de la oposición, por lo cual el dictador, al tercer o cuarto boletín ordenó que no se diesen más, y al final se le asignara más votos al gobierno. A ello se negaron el presidente del Consejo Supremo Electoral, Dr. Vicente Grisanti, y algunos más de sus miembros, que prefirieron renunciar. Para consumar el fraude hubo que nombrar otros. El fraude ahora ha sido distinto. Lo que se ha hecho es adulterar el registro electoral, a fin de asegurar una mayoría de votantes a favor del gobierno, mediante, por ejemplo, la inscripción de extranjeros afectos al régimen, en especial cubanos, colombianos, árabes y de alguna otra nacionalidad. O algunas otras formas de manipulación del registro con el mismo propósito.
Para ello, por supuesto, se ha debido contar con un Consejo Nacional Electoral incondicionalmente favorable al gobierno, designado de manera ilegal, contrariando las normas destinadas a asegurar la pulcritud e imparcialidad de dicho Consejo.
En tales condiciones es explicable que miles de personas rechacen ir a elecciones, convencidos de que con semejante Consejo es imposible ganarle al gobierno. Muchas de esas personas piden a la oposición que exija el nombramiento de un nuevo CNE de probada imparcialidad, condición imprescindible para concurrir a las elecciones.
Petición ingenua, pues el nombramiento de un nuevo CNE corresponde a la Asamblea Nacional, actualmente bajo férreo control chavista, y aunque para ello requiera una mayoría calificada que no tiene, de alguna argucia se valdría para que un supuesto nuevo CNE siga siendo incondicional de Chávez.
No obstante, semejante fraude es derrotable, como lo ha sido en dos ocasiones anteriores, en que la oposición ha obtenido una definida mayoría. Las condiciones esenciales para ello son dos, nada difíciles de garantizar.
Una es la presencia de testigos en todas las mesas de votación, avispados y bien instruidos sobre su función fiscalizadora. La otra, primordial, es una votación absolutamente mayoritaria, masiva, una gran votación que, por su número, no pueda ser fraudulentamente desconocida
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