Ollanta Humala, un militar retirado de 49 años, se convirtió ayer en el nuevo presidente de Perú con el compromiso de “acabar con el lacerante rostro de la pobreza” y sorprendió al declarar que honrará el “espíritu” de una Constitución que no está vigente, lo que generó polémica, y fue abucheado.
LIMA (EFE, Reuters AFP). Ollanta Humala Tasso fue investido como nuevo presidente de Perú en un acto oficial, celebrado en la sede del Congreso, cargado de polémica, pues se juramentó por la Constitución de 1979, lo que provocó el abucheo de los congresistas fujimoristas del nuevo Parlamento.
“Juro por la patria que ejerceré fielmente el cargo de presidente de la República por el periodo 2011-2016”, dijo el flamante Mandatario, quien inmediatamente recibió la banda de parte de Abugattás.
A continuación, el Mandatario generó la primera polémica de su mandato al señalar que honrará “el espíritu, los principios y los valores de la Constitución de 1979”, que es anterior a la Carta Magna de 1993 y que es la vigente en el Perú.
El hecho motivó las protestas y abucheos de los legisladores fujimoristas, tras lo cual el presidente del Congreso, Daniel Abugattás tomó el juramento de los vicepresidentes Marisol Espinoza y Omar Chehade, quienes también invocaron la Constitución de 1979.
Abugattás tuvo que pedir orden a los presentes, ante las demandas de los legisladores fujimoristas para que Humala y sus vicepresidentes juraran por la actual Constitución.
Esa Constitución de 1979 es la que simboliza el regreso a la democracia en Perú después de una serie de dictaduras. La de 1993 en cambio fue promulgada por el presidente Alberto Fujimori, actualmente en prisión.
Mientras tanto los dignatarios extranjeros veían con desconcierto este episodio de política local.
“Provocación”
“Fue una provocación”, dijo tras la ceremonia el congresista Kenji Fujimori, hijo del ex mandatario.
Igualmente, esa frase de Humala volvió a colocar sobre el tapete una propuesta de reforma de la Constitución, que lanzó al comienzo de su campaña y que poco a poco fue desapareciendo de su discurso.
Aparte de ese hipo, el tono del discurso de Humala fue moderado. “Reconoceré y respetaré la libertad de culto y de expresión y lucharé incansablemente por lograr la inclusión social de todos los peruanos, especialmente de los más pobres”, enfatizó. También destacó su compromiso de “acabar con el lacerante rostro de la exclusión y de la pobreza y construyendo un Perú para todos”.
Al hablar de economía anunció un alza inmediata de 12,5% del salario mínimo y otro 12,5% a comienzo de 2012, una promesa de campaña que de antemano había generado preocupación en las élites empresarias.
Asistieron a la ceremonia las presidentas de Brasil y de Argentina, así como sus homólogos de Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Uruguay. Estuvieron ausentes por motivos de salud los presidentes de Venezuela Hugo Chávez y de Paraguay Fernando Lugo.
García rompió protocolo
El nuevo mandatario reemplaza en el cargo al populista de derecha Alan García, quien no asistió a la ceremonia de posesión para evitar ser abucheado, según manifestó días atrás.
García prefirió entregar la banda presidencial un poco más temprano al jefe de la Casa Militar en el patio del Palacio de Gobierno.
El nuevo mandatario recibe un país de 28 millones de habitantes en pleno boom económico, que creció 8,8% en 2010 pero que tiene un tercio de su población en la pobreza.
Su principal reto será entonces mantener la senda que permita mantener ese crecimiento –apuntalado por una vigorosa actividad minera– y al mismo tiempo ejecutar su plan de inclusión, una agenda pendiente de sus predecesores en un país donde, según la Defensoría del Pueblo, heredará 217 conflictos sociales, 139 activos.
Como muestra de su compromiso, el primer gabinete ministerial, al que dio posesión este jueves, mezcla liberales en las áreas económicas y políticos de izquierda en áreas sociales.
Humala se postuló primeramente en 2006 con un discurso radical de izquierda que caló en vastos sectores –especialmente entre los pobres del sur de Perú–, pero su cercanía con el presidente venezolano, Hugo Chávez, ahogó esa primera aspiración a la presidencia.
En 2011 llegó con un mensaje más moderado, declarándose seguidor del modelo del ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, que mezcla una macroeconomía liberal con fuertes componentes sociales. Este discurso moderado prendió en la población y fue el que le dio la victoria.
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