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lunes, 11 de julio de 2011

FABIOLA ZERPA: PETROCASAS UNA HISTORIA DE ATRASOS Y FALLAS

En 2007, el presidente Chávez anunció que en cuatro años se inundaría el país de viviendas prefabricadas.

Sin embargo, una visita a la urbanización piloto en Carabobo, así como a otras en construcción, revela que el proyecto está a medias y múltiples son los problemas de las comunidades que allí habitan.

De las siete plantas de producción de kits sólo dos han sido inauguradas

JAIRO ALTUVE En el urbanismo Dios Todopoderoso Carabobo los consejos comunales edifican las viviendas de plástico

Beltrán Chávez está sentado en el porche de una petrocasa del urbanismo La Coromoto, en Guacara (Carabobo).

Mira hacia el consultorio pediátrico que está al cruzar la calle, que tiene varios días sin agua.

Recuerda cómo 4 años atrás el terreno que invadió, junto con 14 vecinos, se convirtió en el plan piloto nacional para las viviendas prefabricadas a cargo de Pequiven.

"El presidente Chávez dio la orden de que se construyera aquí un urbanismo autosustentable durante el pase televisivo del Aló, Presidente que mostró la inauguración de la fábrica de petrocasas en Guacara, en el que participamos en vivo. Fuimos los primeros", recuerda.


Era julio de 2007.
En 8 meses, el consejo comunal ­con la guía de Pequiven y una constructora privada­ edificó 409 casas para sustituir los ranchos de igual número de familias que vivían en el terreno adyacente. "¿Recuerda la propaganda esa que decía `Tronco e’ casa la de Petrocasa’? Eso lo acuñó un vecino de aquí".

El también presidente del consejo comunal indica, con palabras cargadas de la retórica gubernamental, los beneficios del esquema de autoconstrucción ­"que el pueblo participe en levantar sus propias viviendas, ayudándonos unos a otros, en socialismo"­ y asegura que su calidad de vida no se compara con la que tenía en el barrio. Pero el discurso celebratorio dura poco.

De inmediato, detalla los problemas: poca calidad del agua potable; fallas en la red de tuberías negras; riesgo por la cercanía de un gasoducto; éxodo de habitantes por falta de empleo; parálisis de los proyectos productivos locales; carencia de títulos de propiedad y desatención de las autoridades.

El retrato que hace Beltrán Chávez de su comunidad ­en el sector Ciudad Alianza­ se repite en mayor o menor grado en el resto de las comunidades de petrocasas en Carabobo, una opción que el Gobierno promovió entonces como uno de los pilares de la solución habitacional para el país.

"60.000 al año, 100.000 al año.

Vamos a inundar a Venezuela de petrocasas", dijo el Presidente cuando inauguró la planta de kits en julio de 2007 y se anunció el cronograma oficial de producción: 6.000 viviendas para 2007; 16.000 para 2008; 60.000 para 2010 y luego 100.000 anuales. Costarían 53.000 bolívares, que se pagarían en 20 años con un préstamo bancario y se venderían en Mercal y Pdval.

Hasta la fecha, las memorias y cuentas del Ministerio de Energía y Petróleo no precisan el número de petrocasas edificadas.

El único balance público fue realizado por el vicepresidente de Pequiven, José Pérez Vílchez, en abril de 2010, en unas declaraciones de prensa. Informó que de los 16 urbanismos proyectados en 2008 para la zona industrial de Carabobo (3.289 petrocasas) 8 estaban listos (2.361 viviendas) y el resto se estaba ejecutando (928 viviendas).

Sin embargo, un recorrido por el estado sede de las fábricas de los kits y que desde 2007 ha sido el centro del proyecto, reveló que la mora es mayor. En 3 (La Lucha, Dios Todopoderoso y Flor Amarillo 13 de Abril) de las 8 comunidades en construcción se constató que 1.465 está inconclusas. El informe de 2010 del organismo de derechos humanos Provea reporta esta situación al señalar que "diferentes comunidades beneficiadas con el proyecto petrocasa han denunciado el retraso en las obras".

La necesidad por el techo propio es tal que muchas familias han ocupado las edificaciones sin que el proyecto esté terminado, por lo cual carecen de luz y agua. En algunas comunidades las constructoras advierten ­a través de un comunicado colocado en la sede del consejo comunal­que no se hacen responsables por accidentes ni por las averías que puedan ocurrirle a los electrodomésticos.

El segundo eje del plan, la construcción de fábricas, está incompleto: de las 7 proyectadas a escala nacional sólo 3 han sido inauguradas. De éstas, 2 están operativas (Carabobo) y la otra funciona a 50% de su capacidad (Apure).

Como parte de la Gran Misión Vivienda anunciada en marzo, el ministro Ricardo Molina aseguró que el proyecto de las petrocasas es clave para subsanar el déficit de 2 millones de viviendas en los próximos 8 años. "Al inicio de este gobierno se definieron 6 líneas de trabajo para los programas de vivienda.

Una de ellas era la autoconstrucción asistida", recuerda Carlos Genatios, ex ministro de Ciencia y Tecnología y experto en edificaciones antisísmicas.

Señala que la autoconstrucción, en un país donde más de 60% de la población carece de vivienda, es una buena solución, pero advierte: "Siempre que esté acompañada por un claro apoyo técnico, con participación del Estado, la empresa privada y la comunidad. Si no, se comprometería la calidad de la infraestructura, lo que traería serios riesgos".

Riesgos que ya se han evidenciado en La Coromoto, La Esperanza Mía y Nuestro Esfuerzo, los primeros urbanismos de petrocasas inaugurados hace tres años.

Dany Rocine, obrero de construcción de 28 años de edad, se desempeña como vocero del comité de hábitat y vivienda del consejo comunal en Nuestro Esfuerzo. Relata que en junio las aguas negras inundaron las calles: "Los drenajes de las casas comenzaron a colapsar. Hidrocentro nos dijo que Petrocasa Construcción y Pequiven fueron los responsables por meter una tubería de 8 pulgadas en lugar de una de 20. Rocine asegura que los ingenieros de la empresa estatal no hicieron las pruebas requeridas.

Al hacer el reclamo, descubrieron además que su comunidad se encuentra en un limbo en cuanto a la administración de los servicios públicos: "Cuando fuimos a hablar con Saúl Ameliach (presidente de Pequiven), nos respondió que fuéramos a la alcaldía.

Y cuando fuimos a la alcaldía, nos dijeron que ellos no construyeron esto". Otra irregularidad es que, aunque tienen tendido eléctrico y suministro de agua, las viviendas no están afiliadas formalmente ni a Corpoelec ni a Hidrocentro.

Por este vacío ­señala­ Hidrocentro les comunicó que no se hace responsable de las fallas en el suministro o drenaje de aguas blancas o negras. "Tenemos que ir a rogar a la alcaldía para que, como un favor, nos destapen las cloacas", dice José Jiménez, otro miembro del consejo comunal.

Ante la tardanza, la familia Gómez Mora implementó su propia solución: construyó un muro de bloques de 50 centímetros de alto frente a la puerta principal y la lateral que impide que las aguas ­negras o de lluvia­ aneguen la casa. "Cada vez que hay un invierno fuerte, se rebosan", cuenta Nancy Mora.

Esta iniciativa, aunque comprensible, está lejos de ser una solución, indica Geovanni Ciem, profesor del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción de la UCV. "La gente cree que porque es autoconstrucción puede hacer modificaciones a la casa, pero eso tiene sus limitaciones, pues ponen en riesgo a quienes habitan en esos lugares".

En el caso de los Gómez Mora, la barrera que le previene de las aguas puede impedir una salida expedita en caso de un incendio.

"No basta con entregarle las casas a la gente, que siempre estará agradecida dada su condición anterior. Hay que darle calidad de vida. La edificación de viviendas tiene que estar sometida a criterios de administración y mantenimiento", expresa Ciem.

En la urbanización Nuestro Esfuerzo otro problema es el de la veeduría de los recursos. Los vecinos cuentan, con un dejo de desencanto, que las últimas etapas fueron construidas con menor rigor. "La mitad de los sacos de cemento que se le entregaban a una casa terminaba siendo revendida", afirma un vecino. Por eso, al relleno de las columnas se le añadió arena. El resultado es que las columnas de algunas casas son débiles.

Igual riesgo corren algunas calles que no tienen mallas de refuerzo y pueden hundirse.

Los vecinos también lamentan que no se hayan construido las áreas recreativas que debían incluir los urbanismos: un simoncito, una cancha deportiva y un espacio para reuniones.

En La Coromoto, proyecto piloto, disfrutan de una cancha de usos múltiples, una biblioteca y una casa comunal, pero todavía esperan por el taller de herrería, los proyectos autosustentables (bloquera comunal, panadería, centro de envasado de agua mineral y minicentro comercial) y un clorificador para el pozo subterráneo. Un estudio de la Universidad de Carabobo halló gran cantidad de minerales, "que puede afectar a la población que padece osteoporosis o daño renal", indica Beltrán Chávez.

La falta de empleo en la zona ha impulsado la migración a otros estados, lo que ha generado un problema adicional.

"La gente quiere alquilar la petrocasa. Nosotros no lo permitimos porque además, a estas alturas, no tenemos los títulos de las viviendas", asegura. Dice que desde hace más de un año han solicitado a las autoridades los documentos para pagar las casas, pues saben que el Gobierno erogó 4,5 millones por la expropiación del terreno. "No hemos obtenido respuesta", lamenta.

Falta de materiales. La crisis de insumos del sector de la construcción, el racionamiento eléctrico, la baja producción de PVC de Pdvsa, deficiencias en el diseño de proyectos, la escasa organización popular y hasta los reclamos laborales son factores que han frenado la edificación de las viviendas ­según los vecinos­ a tres años de haberse iniciado el proyecto.

En el sector Flor Amarillo, en el consejo comunal Renacimiento Bolivariano 13 de Abril, Adelis Guerra está al frente de la construcción del proyecto de 428 petrocasas. Hoy sólo están levantadas 60. "La gente participa más en otros comités.

Yo les digo que las casas son también importantes y son de todos".

Relata que el proyecto de ingeniería ha tropezado con cuatro grandes modificaciones que han paralizado la obra. "No se sabía que el terreno está sobre un acueducto municipal, donde se filtra mucho el agua". Luego hubo problemas con los trabajadores, que tienen viviendas adjudicadas allí. "Querían sindicalizarse y obtener beneficios.

Pero eso no se puede en la autoconstrucción".

Cuando pensaban que todo fluiría, una llamada de Pequiven les indicó que no había más recursos. "Fuimos a protestar en la Asamblea Nacional, pero ni el diputado Saúl Ortega, que es de Carabobo, nos prestó atención. Estuvimos paralizados 10 meses, hasta enero de este año. Cuesta mucho para que Petrocasa envíe los perfiles de PVC. Sin eso no tenemos nada".

El mismo anhelo tienen en la comunidad Dios Todopoderoso. Glenys Jiménez y Luz Camilo invadieron el lugar en 2007 y ahora construyen 480 tetracasas (módulos de cuatro petrocasas en una misma loza, en 2 plantas). Ninguna está terminada.

Desde 2008 se han colocado 33% de las lozas para un total de 480 viviendas. Cerca de 20 personas, la mayoría mujeres, arman las casas bajo un fuerte sol. "Tenemos 30 viviendas comenzadas. Esto se retrasó en 2010, no por Pequiven, sino por el racionamiento de electricidad de Sidor, que suple las vigas", argumenta Camilo, mientras camina entre lozas llenas de material de desecho y maleza crecida. "Ésta es la gotica de petróleo que nos toca por ser venezolanos", afirma sonriente.

Genatios y Ciem coinciden en que esa gota ha tardado mucho en llegar. "Tres años es demasiado para construir un urbanismo bien planificado.

Debería estar listo en un año", asegura el ex ministro. Ciem opina que la tardanza revela improvisación e incapacidad.

"La gente invade terrenos sin saber si son aptos para construir, lo que puede acarrear problemas difíciles de resolver en el futuro". Genatios concluye: "Las petrocasas no son una mala propuesta, pero deben analizarse, sobre todo en materia de riesgo, con el propósito de mejorarlas".

fzerpa@el-nacional.com

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