Toda su vida predicó y practicó la excelencia. Organizó el primer posgrado médico internacional en nuestro país. Asesoró a los médicos norteamericanos durante la II Guerra Mundial. Constituyó equipos de trabajo con organización, disciplina y una logística que envidiarían muchos militares. Usó vehículos de doble tracción, lanchas, caballos y mulas. Integró el comité fundador de la Organización Mundial de la Salud. Fue el primer presidente del Comité Mundial de Expertos en Malaria. Asesoró a numerosos países.
Para erradicar la malaria o paludismo planteó dos estrategias: el suministro de quinina a la población y la aplicación de insecticidas para disminuir los mosquitos vectores. Para ello organizó una red de voluntarios que incluía a maestros, párrocos, jefes civiles, hacendados, expendedores de estampillas y telegrafistas. El 2 de diciembre de 1945 se realizó en Morón la primera aplicación del insecticida DDT para controlar al temible Anopheles, transmisor del parásito causante de la enfermedad.
Su visión le permitió entender que el problema, más que el mosquito y el parásito, eran las condiciones en que vivía nuestra población. Por ello promovió la construcción de drenajes y de viviendas. En esto último unió esfuerzos con ese otro gigante de voluntad de servicio que fue don Eugenio Mendoza. También realizó una importante labor en el control del mal de Chagas, de la fiebre amarilla y de la aftosa. Hasta aquí lo narrado es bastante conocido y por esa labor el doctor Arnoldo Gabaldón mereció numerosos reconocimientos en Venezuela y en el extranjero. La eterna envidia de los mediocres llegó a calificar a la Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental como un “Ministerio dentro del Ministerio”. Lo que nos hace recordar la acusación de que PDVSA era “un Estado dentro del Estado”. El punto es que Malariología y PDVSA eran islas de excelencia.
Menos conocidas son sus recomendaciones sobre la educación. Planteaba el ilustre sanitarista que en Venezuela existía una gran distorsión en los presupuestos del sistema educativo, favoreciendo a la educación superior en detrimento de los otros niveles. Según Gabaldón, por el populismo se había masificado la educación universitaria en detrimento de la calidad. ¡Qué diría hoy el ilustre sabio! Su libro “La enfermedad latinoamericana de la educación superior”, fue condenado al ostracismo, como le mencioné en una carta que le envié en 1987 y que amablemente me respondió, comentándome que “Parece que algunos se dieron cuenta de las verdades que allí se dicen y les ha causado gran disgusto”. He llegado a decir que si atendiéramos lo planteado en su libro, el doctor Gabaldón, haría una contribución tan importante como su aporte a la erradicación del paludismo, enfermedad que ha reaparecido por la indolencia de los últimos gobiernos.
Parte de estas notas las tomé del excelente libro de Roberto Briceño-León, publicado por El Nacional y la Fundación Bancaribe.
Como en botica: 5 de julio, a 200 años de la Independencia de España y a 12 de la Sumisión al Castro-comunismo. En El Rodeo la Mesa de Negociación la integran los delincuentes a los que les violan sus derechos humanos, los delincuentes de La Piedrita que actúan impunemente y los delincuentes del régimen que violan la Constitución. Ojalá los amigos evangélicos tengan éxito. Nuestra solidaridad con la protesta de los médicos y con William Ojeda ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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