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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

jueves, 30 de junio de 2011

JUAN CARLOS APITZ B: VENEZUELA SIN CONSTITUCION

En esta Venezuela al revés, sin separación de los poderes públicos legislativo, ejecutivo, judicial, ciudadano y electoral; cuyo gobierno se mantiene en oposición a un principio básico de toda democracia, según el cual: "nadie está por encima de la ley, ni la ley está por encima de los derechos inalienables del ser humano". Vale la pena preguntarse, ¿se puede vivir sin leyes?

        LOS BOSQUIMANOS 
Sí, aunque -curiosamente- la respuesta sea más antropológica que jurídica. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los bosquimanos (también llamados: san o kung), un pueblo nómada de cazadores y recolectores que habita en el desierto del Kalahari, entre Namibia y Botsuana, al suroeste de África, desde hace más de 20.000 años. En esta sociedad no hay leyes escritas; carecen de tribunales de justicia y de cárceles y, sin embargo, han logrado subsistir porque concurren tres circunstancias:

1º) Se trata de grupos pequeños que viven en chozas con las puertas abiertas formando un círculo, donde todos se conocen en la aldea y, por lo tanto, la opinión pública ejerce suficiente presión como para controlar a todos sus integrantes;
2º) La sociedad se organiza en clanes unidos por una relación de parentesco, con lo que todos saben perfectamente cuáles son sus necesidades e intereses; y
3º) No existen acusadas desigualdades entre unos y otros miembros porque todos tienen acceso, básicamente, a la misma propiedad colectiva; además, por su estilo de vida nómada, apenas tienen unos pocos enseres para no sobrecargar sus desplazamientos. Aún así, esta escasez de bienes tampoco está reñida con la posesión de ciertos efectos personales, como armas o adornos, que el grupo respeta y nadie toca sin el consentimiento de su dueño.

Entonces, ¿cómo resuelven los conflictos cuando, por ejemplo, dos cazadores reclaman colectar una misma presa? Aunque resulte difícil de asumir para nuestra mentalidad occidental, el clan se reúne para resolver el litigio, a modo de tribunal, y escucha cantar a las dos partes. En este duelo de canciones cada una de ellas debe insultar a su adversario y cuanto más ocurrente y creativo sea el escarnio, más se reirán los miembros de la tribu y, por lo tanto, ese cantante tendrá más posibilidades de que se le dé la razón. En este caso, lo importante no es decir la verdad o demostrar la culpabilidad del otro ni tan siquiera ver quién de los dos contrincantes tiene la razón sino ganarse a todos los miembros del pueblo kung para que sus pretensiones individuales tengan una respuesta colectiva.

Este duelo de canciones es, probablemente, una de las formas más curiosas de impartir justicia. Una práctica que también se viene dando entre los esquimales del Ártico, los aborígenes de Australia y Nueva Zelanda y las tribus lakhotas de Estados Unidos y los kwanlin Dün del Canadá, donde aún se resuelven los conflictos de la comunidad reuniéndose en círculos de sentencia.

Ahora bien, salvo estas contadas excepciones, lo cierto es que la evolución del ser humano, a lo largo de la historia, ha hecho necesario que el Derecho surja como única manera de establecer unas reglas de convivencia.

Aunque en la Venezuela chavecista el Poder Legislativo no legisla según la Constitución ni ejerce sus funciones de control al Ejecutivo; el Poder Judicial no es ni autónomo ni independiente; el Poder Ejecutivo apenas tiene un Presidente de cuya incapacidad física y mental hay un rumor ensordecedor; el Poder Electoral no es imparcial, ni transparente ni rápido en las votaciones y los escrutinios; y, finalmente, el Poder Ciudadano está integrado por los "tres monos sabios", quienes no ven, no oyen ni dicen nada de la grosera corrupción administrativa roja rojita; por ende, queda demostrado que podemos vivir sin leyes y, peor aún, sin Constitución.

En fin, ya se dijo en la Revolución Francesa: ¡Sin división de poderes no hay Constitución!

www.juancarlosapitz.com
justiciapitz@hotmail.com
twitter: @justiciapitz

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