No hay nada más importante que la vida para un ser humano. Para los creyentes, es el valor supremo porque Dios nos da la vida y solo Él puede decidir cuándo debe acabar. Resulta absurdo y absolutamente descabellado que por un aparatito llamado celular o Blackberry venga un malviviente a robarte la vida.
Cada semana, invariablemente, hay niños, jóvenes y adultos que reciben golpes, cuchillazos e incluso balazos mortales durante el acto vandálico de asalto con la finalidad de robar un celular o un blackberry, sea en el domicilio o en la vía pública. Como si fuese nada, mascar chicle, sonarse la nariz o tirar una piedrita al río, viene alguien, te encaja un cuchillazo y te roba el celular. Si la persona asaltada opone resistencia, ¡ay, madre mía!, posiblemente no llegue a tiempo con vida al hospital.
La gente reclama más seguridad, más policías, que salgan los militares de los cuarteles, que se formen comisiones garrote, que se linche a los asaltantes y asesinos, etc. A la violencia reinante se quiere agregar más violencia. Ojo por ojo, diente por diente. Ojalá el problema fuese de tan fácil solución. Más policías en la calle no son igual a mayor seguridad, ya que se ha comprobado que muchos de los asaltantes actúan en complicidad con efectivos policiales.
Poner tanques y militares en las esquinas de calles y avenidas nos haría retroceder en el tiempo a la era de una dictadura castrense que en su época imponía la paz de los cementerios porque a los opositores les metían balas. Los vecinos que integran comisiones garrote no son dioses ni tienen la bola de cristal para conocer o adivinar la verdad y es posible que en ocasiones maltraten o linchen a algún inocente.
Convertir nuestras casas o apartamentos en fortines de guerra, con murallas altas y cercas electrizadas, y circular en vehículos blindados son privilegios que solo la clase pudiente puede darse. La gente común apenas tiene alguna casita o un apartamento de clase media y se moviliza en el peligroso transporte público.
Si ponemos rejas y candados a todas las plazas, nos autocondenamos a quedar encarcelados en nuestras casas. ¿Por qué en Chile, en Japón o en Suecia nunca se escuchan casos de asaltos para robar un celular o un blackberry? Por muchos factores; no hay respuestas sencillas.
Décadas de buena educación, cultivo de ciertos valores como el respeto a la vida y a la propiedad ajena, vigencia de un sistema social más justo y equitativo en la distribución de la riqueza generada en el país; un poder judicial que, en lo posible, imparte justicia y castiga a los delincuentes; los actos de corrupción, cuando se denuncian, no quedan en la impunidad; al ser descubiertos, los policías corruptos son dados de baja y juzgados para cumplir una pena, etc. La vida por un celular o un blackberry.
Es cuestión de educación, de formación ética, de justicia social, de una sociedad sin excluidos, de un Estado de derecho, de una sociedad solidaria con los más necesitados. Eso nada más. He dicho.
britozenair@gmail.com
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