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jueves, 13 de enero de 2011

LA IMPUNIDAD "PROGRESISTA" POR ALBERTO LOSSADA SARDI

¿Cuál será el incantesimo del que goza el “progresismo” universal que le permite incurrir en las más graves y descaradas burlas al ordenamiento jurídico sin que alguien exija las legitimas sanciones o denuncie abiertamente tal conducta y todo se vaya en “recomendaciones” o llamaditas de atención inútiles que se convierten en amenazas y verdaderas acciones de hecho si acontece en el campo contrario? Y pongo por ejemplo el caso Honduras; por actuar en los términos especificados en su Constitución en la destitución de Zelaya fue aislada y declarada paria por la comunidad latinoamericana, a tal punto que hoy, tras elecciones debidamente objeto de observación internacional y aceptadas como limpias, aún hay países de nuestro continente que no reconocen al ganador ni le permiten volver al seno de la O. E. A., mientras que a nuestro dilecto líder se le permite abiertamente burlarse de los resultados del referendo e imponernos lo rechazado en él por la mayoría de los votantes sin que UNO solo de esos países haga UN comentario al respecto, pues se trataría de “injerencia en los asuntos internos”. ¿Y lo de Honduras qué fue? ¿Un vals de quince años de alguna jovencita?.

Es verdaderamente asombroso que con la misma voz con que se condena a Pinochet por sus delitos y crímenes se alabe a Fidel por los mismos, que se condene a Hitler y se tolere a Pol Pot, que Haile Mengistu Mariam, Stalin, Mao o Kim Il Sung sean llamados “progresistas” y Somoza, Trujillo o Videla genocidas o asesinos. ¿No son los mismos delitos? ¿O es que los que comete la izquierda están perdonados de antemano por ser de la izquierda y los de la derecha condenados de antemano por ser de la derecha? Y si a ver vamos, ¿la bandera bajo la cual se cubría Hitler no era la “nacional socialista” (national sozialismus)?

¿Cuál es el apasionamiento de la dirigencia mundial con la “izquierda”? ¿Qué milagros ha producido la izquierda más allá de quebrar economías, malgastar dineros sin tutela formal y, en términos bastante generales, empobrecer sociedades más o menos funcionales? No termino de entender cuál es el oscuro delito de una “derecha” (que a fin de cuentas no lo es, simplemente NO es la izquierda) que crea mejoras visibles que, a su vez, se reflejan en parte de la sociedad que dirigen. No hay que ir muy lejos; ni nombro a Venezuela, pero sí voy hasta España, Portugal o Grecia. ¿En qué situación se encuentran bajo gobiernos socialistas? ¿Que la “derecha” irrespeta los DDHH? ¿Y qué vemos en nuestro país, respeto absoluto a ellos? Y si a irrespetar vamos, ¿no sería más lógico hacerlo bajo condiciones de vida más aceptables? No sé, me parece que esto de la izquierda vs. la derecha es una gran tomadera de pelo ideada no sé por cuál politólogo ocioso buscando laureles fáciles. Porque a la larga, izquierda o derecha son, simplemente, etiquetas para disfrazar errores y cargar culpas a otros. La realidad es que, independientemente de su nombre o ubicación en el “espectro político” (otra cursilería inexplicable), el mejor sistema es aquel que funcione en beneficio de sus ciudadanos, y no el que venga apoyado por la izquierda jurásica o la derecha tecnócrata. No se puede pretender que lo que funcione en un país tenga, necesariamente, que funcionar en otro. No se puede pedir a un pueblo subeducado, en condiciones sanitarias deplorables, sin poder adquisitivo, que reaccione de la misma manera que otro que cumple con el mínimo (por lo menos) en esos renglones. El pueblo subeducado tenderá a confundir libertad con libertinaje, no tendrá parámetros en término de valores, y verá su precaria situación como culpa de quienes sí se han esforzado por mejorar la suya. El pueblo con una educación razonable, los verá como ejemplo y motivación propia para llegar más lejos.

La izquierda parte de supuestos poco lógicos, como comenzamos a ver con su fracaso por casi todas partes donde ha llegado. Pretender una igualdad más allá de igualdad ante la ley, en la educación y en la salud, es negar, de plano, las diferencias genéticas de cada cual. Necesariamente habrá quien no tenga las condiciones para un doctorado y necesariamente habrá quien tenga que limpiar las calles, y tal situación no es culpa ni de la derecha ni de la izquierda; es una característica humana con que se nace. La derecha permite desarrollar capacidades latentes de muchas maneras: becas, ayudas y hasta contratar al educando en labores afines a sus estudios. La izquierda derrocha recursos en estudiantes sin futuro, bien por incapacidad, bien por falta de voluntad. ¿Recuerdan los “estudiantes” que llevaban diez y doce años en una carrera pues su afán era hacer política y no graduarse?

La flagrante violación del ordenamiento jurídico de parte de la izquierda, en nuestro caso, es tan evidente que ni siquiera es respondida. A la instalación de la nueva Asamblea faltaron tres diputados, objetos de procesos “amañados”, a quienes se les negó el permiso para acudir a juramentarse. Y en plena instalación de ella, tras elegirse la nueva Junta Directiva –punto único del día- se lee una comunicación del T. S. J. –en vacaciones judiciales- solicitando el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de esos tres diputados. La pregunta es elemental: si son diputados y tienen inmunidad, ¿cómo es que están presos? Y, segundo, ¿por qué no se les permitió juramentarse como diputados para proceder con la solicitud? ¿Si esto ocurre en un régimen de “derecha”, ¿hasta dónde se escucharían los gritos y hasta dónde hubiera llegado la protesta mundial?

Pero no, la inmunidad “progresista” es apabullante, intolerante e intolerable y pasa por encima de cualquier derecho o ley sin miedo a crítica alguna porque su leit motiv es “la felicidad del pueblo”, “la justicia” y los intereses del “colectivo” que están por encima de los más elementales DDHH, aunque sea a costa de la propia “felicidad” y “justicia” del “colectivo”. Es decir, la felicidad por decreto…

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