Como señalé en la columna pasada, Chávez no ha logrado (ni lo hará) constituir un partido orgánico, capaz de motorizar una revolución comunista, a su imagen y semejanza. No cuenta con una vanguardia de cuadros políticos resteados ni con una fuerza ideológica capaz de formar gente lealmente comprometida con su proyecto. Más bien, alrededor del teniente coronel pululan aprovechadores de oficio, militares, trepadores, advenedizos, empresarios mimetizados y comerciantes, pusilánimes disfrazados de "revolucionarios", que sólo buscan beneficio personal. Sacar el mayor provecho económico en el menor tiempo. Todos ellos reconocen, en voz y baja y mirando al suelo, que este desbarajuste no tiene cómo sostenerse y que el final tiene fecha definida: diciembre 2012.
El propio jefe único del proceso se refirió amenazante el 21 de noviembre ¬ante una esmirriada marcha estudiantil¬ a "las quintas columnas que reciben carantoñas de la burguesía", para insistir en que los líderes deben dar el ejemplo: "Triste de aquel que no lo entienda y trate de formar grupitos, porque ya Chávez no sirve, no da más, está viejo. ¡Cuidado (...) los que tratan de dividir al pueblo y al movimiento revolucionario! Los combatiré donde quiera que estén". Reclamó machaconamente a "aquellos que están en las esquinas o haciendo reuniones secretas, tratando de formar corrientes o escribiendo públicamente que hay que hacer corrientes. Las corrientes son bienvenidas siempre que confluyan en la unidad y no sean divisionistas infiltradas". Así están las cosas en el recién nacido PSUV, con más mañas y vicios que cualquiera de los partidos democráticos venezolanos. En el PSUV existen varias corrientes internas (integradas por civiles, unas; por militares activos y en situación de retiro, otras), grupos, fracciones e individualidades, con un sello común de tinta indeleble: todos ¬con temor reverencial hacia el caudillo¬ se caen a dentelladas para obtener cuotas de control político y su correspondiente porción de la frondosa mata burocrática de jugosos cambures y canonjías (léase, poder económico).
Los beneficios de un deformado petroestado acostumbrado, impunemente, a malgastar la riqueza nacional. Generalizando, sin entrar en profundidades, las tendencias señaladas se pueden enmarcar en lo que se llama chavismo moderado, también conocido como "la derecha endógena", y un chavismo radical, que comienza a ser conocido como la izquierda del chavismo.
Pero hay que agregar una mayoría formada por los chavistas "bolivarianos", no porque admiren a nuestro Libertador, sino por apego a nuestra vapuleada moneda, como productora de facilones dólares del imperio, Ante este desolador panorama ¬que hace imposible un accionar verdaderamente revolucionario¬ es que se mueve espasmódica y visceralmente el jefazo de Miraflores. La próxima semana conoceremos qué piensa de este pandemónium la dirigencia de base chavista...
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