Después de tantas expropiaciones, nacionalizaciones, confiscaciones, rescates, ocupaciones, estatizaciones, invasiones o adquisiciones forzosas de numerosas fincas, empresas, complejos turísticos, terrenos, edificios, casas, desarrollos urbanísticos y habitacionales, etc.; y al releer las líneas de Esteban, según el cual, "su gobierno no busca eliminar la propiedad productiva, sino crear otro modelo de propiedad privada, es decir, un modelo con sentido social"; termina uno confundido y sin saber, exactamente, de qué va la utopía chavecista.
Inicialmente, en la Isla Utopía creada en 1516 por el humanista Tomás Moro, resaltan la tolerancia política y religiosa, y la condena a la violencia y la guerra. A continuación, en la utopía socialista rusa promovida por Lenin, al eliminar la propiedad privada de los medios de producción así como su derecho a heredarlos se excluye la posibilidad que existan clases sociales, esto es, explotadores y explotados. Por tanto, el socialismo será el régimen social en el que existe la propiedad estatal de los medios de producción, o sea, el sistema en el que las fábricas, máquinas, materias primas, la tierra y los medios de cambio, los bancos y dinero están en manos del Estado.
Más tarde, en 1978, Deng Xiaoping lanzó en China la reforma económica para reemplazar la economía planificada por otra de mercado, estimulando la iniciativa individual, bajo la divisa "enriquecerse es glorioso". El efecto inmediato fue que el monopolio de la propiedad de los medios de producción empezó a agrietarse. Aunque la propiedad de la tierra siguió siendo estatal, se disolvieron las comunas y se confió a cada familia una parcela, por 30 años, bajo el régimen "de responsabilidad familiar".
El XIII Congreso del Partido Comunista Chino estableció, en 1987, que la propiedad pública sería predominante y, sobre esta base, dio su apoyo expreso a los sectores "individual" (hasta siete trabajadores) y "privado" (ocho o más trabajadores). La reforma constitucional de 1988 consideró la economía privada "complemento" de la economía pública socialista. Luego, el XV Congreso, en 1997, proporcionó base ideológica al sector no estatal de la economía. Así que, cualquier forma de propiedad que promoviera el desarrollo de las fuerzas productivas, que reforzara el Estado socialista y aumentara el bienestar del pueblo podría ser utilizada, junto a la propiedad pública, en la fase inicial del socialismo.
La reforma constitucional de 1999 pasó a considerar la economía privada como "componente importante" de la economía de mercado socialista, en vez de mero "complemento". Otra enmienda constitucional, del 2004, dice: "La propiedad privada adquirida legalmente por los ciudadanos es inviolable. El Estado protegerá la propiedad privada y pagará compensación en caso de expropiación". Por tanto, para los chinos, según Wu Jinglian, el economista más respetado e influyente de China, su utopía socialista es "economía de mercado más justicia social". Siempre que se asegure la justicia social, evitando la polarización en clases, el sistema sigue siendo socialista. El porcentaje de propiedad pública es irrelevante.
Entre nosotros, la utopía chavecista trata de imponer una propiedad que no existe, que es inviable: la propiedad social, colectiva o comunal, aunque es solo una fachada detrás de la cual está el Estado, el verdadero propietario en el comunismo.
Así pues, de la mentira emerge una nueva isla: hugotopía
www.juancarlosapitz.com
justiciapitz@hotmail.com
twitter: @justiciapitz
Inicialmente, en la Isla Utopía creada en 1516 por el humanista Tomás Moro, resaltan la tolerancia política y religiosa, y la condena a la violencia y la guerra. A continuación, en la utopía socialista rusa promovida por Lenin, al eliminar la propiedad privada de los medios de producción así como su derecho a heredarlos se excluye la posibilidad que existan clases sociales, esto es, explotadores y explotados. Por tanto, el socialismo será el régimen social en el que existe la propiedad estatal de los medios de producción, o sea, el sistema en el que las fábricas, máquinas, materias primas, la tierra y los medios de cambio, los bancos y dinero están en manos del Estado.
Más tarde, en 1978, Deng Xiaoping lanzó en China la reforma económica para reemplazar la economía planificada por otra de mercado, estimulando la iniciativa individual, bajo la divisa "enriquecerse es glorioso". El efecto inmediato fue que el monopolio de la propiedad de los medios de producción empezó a agrietarse. Aunque la propiedad de la tierra siguió siendo estatal, se disolvieron las comunas y se confió a cada familia una parcela, por 30 años, bajo el régimen "de responsabilidad familiar".
El XIII Congreso del Partido Comunista Chino estableció, en 1987, que la propiedad pública sería predominante y, sobre esta base, dio su apoyo expreso a los sectores "individual" (hasta siete trabajadores) y "privado" (ocho o más trabajadores). La reforma constitucional de 1988 consideró la economía privada "complemento" de la economía pública socialista. Luego, el XV Congreso, en 1997, proporcionó base ideológica al sector no estatal de la economía. Así que, cualquier forma de propiedad que promoviera el desarrollo de las fuerzas productivas, que reforzara el Estado socialista y aumentara el bienestar del pueblo podría ser utilizada, junto a la propiedad pública, en la fase inicial del socialismo.
La reforma constitucional de 1999 pasó a considerar la economía privada como "componente importante" de la economía de mercado socialista, en vez de mero "complemento". Otra enmienda constitucional, del 2004, dice: "La propiedad privada adquirida legalmente por los ciudadanos es inviolable. El Estado protegerá la propiedad privada y pagará compensación en caso de expropiación". Por tanto, para los chinos, según Wu Jinglian, el economista más respetado e influyente de China, su utopía socialista es "economía de mercado más justicia social". Siempre que se asegure la justicia social, evitando la polarización en clases, el sistema sigue siendo socialista. El porcentaje de propiedad pública es irrelevante.
Entre nosotros, la utopía chavecista trata de imponer una propiedad que no existe, que es inviable: la propiedad social, colectiva o comunal, aunque es solo una fachada detrás de la cual está el Estado, el verdadero propietario en el comunismo.
Así pues, de la mentira emerge una nueva isla: hugotopía
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