A pesar de lo que digan el inmerecido general en jefe y el Comandante supremo, no sólo se pueden ganar las elecciones en el 2012 sino que además no va a ocurrir ningún cataclismo.
Todo depende, claro está, de la madurez del pueblo opositor y del cansancio del pueblo chavista.
Once años son muchos si los resultados son menores que las promesas y las palabras. Nadie en su sano juicio puede decir que ahora estamos mejor que hace once años. Sólo basta comparar la situación en materia de seguridad, el bajo poder adquisitivo de las personas horadado por una inflación criminal y el deplorable estado de los servicios públicos, por ejemplo, el del Metro de Caracas.
Los cortes en el suministro eléctrico que, hace once años eran una excepción, ahora son la regla.
Hace once años la producción agropecuaria abastecía los automercados en muchos rubros mientras que ahora se importan alimentos por más de 8000 millones de dólares.
La producción petrolera era de 3 millones de barriles diarios hoy escasamente llega a los 2 millones.
Exportábamos aluminio, ahora lo importamos, y así podríamos seguir enumerando todo lo que ha caído la producción nacional en este p eriodo que supera dos mandatos de la era democrática, es decir, la mal llamada IV República.
Para revertir esta destrucción sistemática de la producción nacional, acabar con la inflación y restablecer la concordia en el país se requiere que la persona que sustituya a Chávez en la presidencia tenga el mayor consenso posible de la población.
Por ello creemos que la MUD debe elaborar un mecanismo de selección del candidato unitario, como se dice popularmente, a prueba de balas. Es evidente que las primarias son el camino pero eso, en sí, no basta, es necesario que el candidato seleccionado obtenga una mayoría calificada.
Cómo lograrlo dependerá del proceso de selección y si son muchos los que aspiran a ejercer esa tarea fundamental de reconstrucción del país tal vez sea necesario pensar en unas primarias a doble vuelta en la que el seleccionado sea al final el que obtenga la mayoría calificada. De paso esa debería ser la norma que se imponga en una reforma constitucional, bastante caros nos han costado funcionarios elegidos por mayorías precarias.
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