Una primera respuesta del Gobierno de Venezuela a la alocución presidencial de Juan Manuel Santos fue la de estar dispuesto a "pasar la página" en el tema de la ruptura con Colombia. De entonces a esta parte, nuevas declaraciones del Presidente venezolano dejan entrever un cambio de ruta en su conexión ideológica con las fuerzas guerrilleras colombianas, contrarias a las de hace unos meses, cuando Hugo Chávez pidió el reconocimiento de su estatus como fuerza beligerante. Chávez no sólo les pide abandonar la lucha armada, sino que además exige ahora la liberación de los secuestrados.
¿Es este nuevo posicionamiento revolucionario suficiente para que Colombia desista de sus acciones internacionales y podamos hablar de calma en la relación y de reparar los daños de la ruptura? Santos aclaró que a la guerrilla de su país la seguiría combatiendo por las armas a menos que los insurgentes estén dispuestos a deponer las suyas y a detener las masacres y la violencia. ¿Puede el ex ministro de la Defensa de Colombia, hoy Presidente, pretender el silencio de las armas dentro de sus fronteras y al propio tiempo cerrar los ojos frente a las incursiones violentas que habrían sido perpetradas por los rebeldes desde este lado del Arauca? Celebramos que los dos presidentes dialoguen porque la recomposición de la relación la queremos todos.
Y celebremos que la reunión tendrá lugar sin intermediarios, porque la gravedad de la situación exige de compromisos inequívocos de los dos jefes de Estado. Pero el acuerdo sólo puede ir en un sentido, que es el de convertir a la lucha antiterrorista en un objetivo binacional, no una prioridad únicamente para Colombia y ello comporta la desactivación guerrillera de este lado del Arauca. El contenido ya está sentado y el tono de la reunión también: sin amenazas, sin palabras altisonantes, sin insultos, sin descalificaciones, otorgándole prioridad al intercambio respetuoso y buscando el entendimiento, recordando que la palabra "guerra" no debe figurar en ninguno de los dos diccionarios presidenciales.
Si los colombianos pueden comenzar a dormir tranquilos con la seguridad de que los irregulares no arman desde Venezuela la agresión que hoy ya no pueden armar desde Colombia, si es sincero el deseo de nuestro gobierno cuando pide a la insurgencia colombiana una nueva forma de participación en la dinámica de su país, un nuevo amanecer podríamos estar viendo en el cielo de la binacionalidad. Y entonces sí podríamos decir que es posible "pasar la página" sobre este dramático episodio.
bdemajo@cantv.net
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