Os dejais quitar bajo vuestras miradas
lo mejor y la mayor parte de vuestra renta,
os dejais saquear vuestros campos, robar y hurtar vuestras casas
de los antiguos muebles de vuestros antepasados!
Vivís de tal modo que ya nada es vuestro.
Parece ser que miráis ahora, como una gran suerte,
que tan solo se os deje la mitad de vuestros bienes, de vuestras familias, de vuestras vidas.
Y todos esos desastres, esas desgracias, esta ruina, no proceden de enemigos,
aunque ciertamente de un enemigo,
de ese mismo al que habéis convertido en lo que es...
Este dueño, sin embargo, tan solo tiene dos ojos, dos manos, un cuerpo y nada más de lo que pueda tener el último de los habitantes de ese infinito número de nuestras ciudades.
Lo que tiene de más, son los medios que vosotros le proporcionáis para destruiros.
¿De dónde saca esos ojos que os espían, si no es de vosotros?
¿Cómo es que tiene tantas manos para golpearos, si no es cogiendo las vuestras?
¿Los pies con los que pisa vuestras ciudades no son acaso los vuestros?
¿Tendrá algún poder sobre vosotros que no proceda de vosotros mismos?
¿Qué mal podría haceros, si no fuerais los cobijadores del ladrón que os roba, los cómplices del asesino que os mata y los traidores de vosotros mismos?
Resolveros a no servir más, y os encontraréis libres.
No os pido que le empujéis, que le derroquéis, tan solo dejar de sostenerle,
y veréis, igual que un gran coloso al que se ha pulverizado la base, como cae por su propio peso y se rompe.
Étienne de La Boétie
(1530-1563)
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
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os dejais saquear vuestros campos, robar y hurtar vuestras casas
de los antiguos muebles de vuestros antepasados!
Vivís de tal modo que ya nada es vuestro.
Parece ser que miráis ahora, como una gran suerte,
que tan solo se os deje la mitad de vuestros bienes, de vuestras familias, de vuestras vidas.
Y todos esos desastres, esas desgracias, esta ruina, no proceden de enemigos,
aunque ciertamente de un enemigo,
de ese mismo al que habéis convertido en lo que es...
Este dueño, sin embargo, tan solo tiene dos ojos, dos manos, un cuerpo y nada más de lo que pueda tener el último de los habitantes de ese infinito número de nuestras ciudades.
Lo que tiene de más, son los medios que vosotros le proporcionáis para destruiros.
¿De dónde saca esos ojos que os espían, si no es de vosotros?
¿Cómo es que tiene tantas manos para golpearos, si no es cogiendo las vuestras?
¿Los pies con los que pisa vuestras ciudades no son acaso los vuestros?
¿Tendrá algún poder sobre vosotros que no proceda de vosotros mismos?
¿Qué mal podría haceros, si no fuerais los cobijadores del ladrón que os roba, los cómplices del asesino que os mata y los traidores de vosotros mismos?
Resolveros a no servir más, y os encontraréis libres.
No os pido que le empujéis, que le derroquéis, tan solo dejar de sostenerle,
y veréis, igual que un gran coloso al que se ha pulverizado la base, como cae por su propio peso y se rompe.
Étienne de La Boétie
(1530-1563)
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