El tema del comunismo bolivarista es tan peligroso para el oficialismo, que ahora buscan criminalizar su mero planteamiento. Luis Ugalde ha dado en el blanco al declarar que quieren meter gato por libre... es decir, el gato del comunismo por la liebre del socialismo. Pero ahora el asunto se ha vuelto más notorio que antes, entre otras razones porque voces tan autorizadas como la del cardenal Urosa lo están señalando sin pelos en la lengua.
De allí la andanada de ataques en su contra. No se trata, como algunos han sugerido desde ámbitos opositores, de que quieran taparear a Pudreval con la cayapa a Urosa; que algo de eso habrá, sin duda. Pero el motivo de la virulenta reacción gubernativa, incluyendo las alineadas comunicaciones de la Fiscalía, TSJ, Defensoría y AN --en tributo adicional, por cierto, a la concentración de poderes--, es tratar de atajar la temática del comunismo, negándola y considerándola una agresión política, y todo con el fin de minimizar su potente peligro para la "revolución bolivarista".
Peligrosidad que le viene de dos fuentes: la primera que en efecto la orientación del régimen se enfila hacia el comunismo cavernario, burocrático y corrupto de la fase más decadente de su trayectoria histórica, desde luego que con la variopinta impronta del militarerismo vernáculo, el latrocinio boliburgués y ese sincretismo seudo-ideológico en el que se mezclan desde Lenin hasta Ceresole.
La segunda, es que la abrumadora mayoría de los venezolanos, más del 80% según cualquier encuesta reconocida, se muestra muy en contra de la orientación comunista, al estilo la Cuba fidelista. Prueba, por lo demás, que el oficialismo ha sido sumamente habilidoso en disfrazar su proto-comunismo con el atuendo de "socialismo de siglo XXI", o sea el gato por libre señalado por el ex-rector de la UCAB.
Todo ello explica el que se esté criminalizando la sola formulación del asunto ante la opinión pública. Porque ese fue el propósito, por ejemplo, de la nada velada amenaza del comunicado de la Junta Directiva del TSJ, y de las peticiones del señor Chávez a la señora Ortega para que inicie las investigaciones de la Fiscalía en relación a las declaraciones del cardenal Urosa.
El perro se muerde la cola, metafóricamente hablando por si acaso, ya que la denuncia veraz y abundantemente evidenciada sobre las tendencias comunistas de la "revolución", son tenidas por graves ofensas a la institucionalidad nacional, y por lo tanto investigables, procesables y condenables por la justicia bolivarista...
Eso suena a descaro despótico, pero también muestra el temor hacia que los términos de la confrontación política venezolana se trasladen a las coordenadas de democracia versus comunismo: un esquema que desfavorece a los rojos-rojitos, y que por ende buscan limitar hasta con la intimidación judicial.
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