Se acercan las elecciones del 26 de septiembre y los números de las encuestas no son nada alentadores para Chávez y la revolución. En menos de 70 días, si los indicadores siguen su tendencia el Presidente, aún obteniendo la mayoría, podría estar frente a una de sus más rotundas derrotas políticas, ante un parlamento que le pedirá cuentas, revisará las leyes y los proyectos, y hará verdadera contraloría.
El correlato del panorama electoral ha sido el problema de la comida podrida y su tremenda incidencia en la opinión pública. El Gobierno no sólo ha sido torpe en intentar rociar con ambientador el hedor que despide toda la trama de corrupción e ineficiencia, sino que se ha visto en la necesidad de actuar reactivamente, algo que no hacía desde hace mucho tiempo.
Chávez parece tener claro que con sus desesperados llamados a convencer al sector Ni-ni o No Alienado (que progresivamente se desplaza hacia la acera opositora), no tendrá suficientes votos el 26S y por eso ha buscado la manera de cohesionar el "voto duro" de su militancia. ¿Cómo? Pues como siempre: buscando un enemigo necesario con el cual confrontar y polarizar.
Uribe está a punto de entregar el gobierno, Santos apenas comienza y anda en son de paz, por los momentos; Obama ni le contesta ni le hace mucho caso; la oposición venezolana ha aprendido a no enganchanse con "trapos rojos" y seguir su agenda. ¿Qué le queda? El cardenal Urosa y la jerarquía eclesiástica. De ahí el ataque furibundo, la descalificación continuada y hasta la "cayapa" junto con los otros poderes sumisos al Ejecutivo, un recurso que demuestra toda su desesperación y necesidad de cazar pelea con un "enemigo", así tenga sotana.
¿Qué pasaría si los jerarcas de la Iglesia católica lo dejan plantado y sólo en el ring de boxeo? ¿A qué enemigo nuevo se buscará? Interesante ¿no?
El correlato del panorama electoral ha sido el problema de la comida podrida y su tremenda incidencia en la opinión pública. El Gobierno no sólo ha sido torpe en intentar rociar con ambientador el hedor que despide toda la trama de corrupción e ineficiencia, sino que se ha visto en la necesidad de actuar reactivamente, algo que no hacía desde hace mucho tiempo.
Chávez parece tener claro que con sus desesperados llamados a convencer al sector Ni-ni o No Alienado (que progresivamente se desplaza hacia la acera opositora), no tendrá suficientes votos el 26S y por eso ha buscado la manera de cohesionar el "voto duro" de su militancia. ¿Cómo? Pues como siempre: buscando un enemigo necesario con el cual confrontar y polarizar.
Uribe está a punto de entregar el gobierno, Santos apenas comienza y anda en son de paz, por los momentos; Obama ni le contesta ni le hace mucho caso; la oposición venezolana ha aprendido a no enganchanse con "trapos rojos" y seguir su agenda. ¿Qué le queda? El cardenal Urosa y la jerarquía eclesiástica. De ahí el ataque furibundo, la descalificación continuada y hasta la "cayapa" junto con los otros poderes sumisos al Ejecutivo, un recurso que demuestra toda su desesperación y necesidad de cazar pelea con un "enemigo", así tenga sotana.
¿Qué pasaría si los jerarcas de la Iglesia católica lo dejan plantado y sólo en el ring de boxeo? ¿A qué enemigo nuevo se buscará? Interesante ¿no?
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