Los miembros del club “revolucionario” regional, liderado por Lula, insisten en castigar al pueblo de Honduras por haber decidido soberanamente destituir legitimamente a Manuel Zelaya, amenazando y retando grosera e irreverentemente a España y a la Unión Europea, con no asistir a la reunión UE-América Latina si el Presidente Profirio Lobo acude a la cita de Madrid. Una diplomacia particular que rompe los esquemas hasta ahora válidos en las relaciones internacionales, basadas en la igualdad jurídica de los Estados y el respeto mutuo.
Entre contradicciones y debilidades se han mostrado los dirigentes de la región, incluido el Secretario General de la OEA quien ahora apoya el « reingreso » de Honduras. El reconcomiento de Centromérica –incluido Nicaragua- y de la mayoría de países de la región choca ahora con el « desconocimiento » de los « revolucionarios » que insisiten, pese a la decisión de los hondureños de reponer al deportado Zelaya en el poder ; y, despreciando las decisiones internas que le piden su regreso, pero para que rinda cuenta ante la justicia, por las irregularidades cometidas durante su mandato.
Hoy, los compinches desconocen a Lobo y boicotean su participacion en el plenario de la Cumbre (17-18 mayo) , « permitiendo » solamente su asistencia a la reunión Centroamérica-UE (19 de mayo); mañana, en la OEA, harán el ridículo, cuando la Organización reconozca, como mas de 60 Gobiernos lo han hecho hasta hoy, al Gobierno legítimo y democrático de Lobo. Lamentablemente el débil y sempre errado Gobierno de Zapatero cede ante las presiones y el chantaje del grupito de Presidentes excluyendo parcialmente a Honduras de la Cumbre.
En la proxima reunión de la OEA, del mes de junio de este año, deberá tomarse una decisión respecto a la suspensión de Honduras como Miembro de la Organización, acordada el 1 de julio de 2009, tras los acontecimientos de junio anterior (Res. 1/XXXVII-E/09) para lo cual se requiere, según el artículo 22 de la Carta Democrática Interamericana (CDI), aplicada entonces, una mayoría de dos tercios.
Será el momento de regularizar la situación en Honduras que afecta, no a una corriente política, sino a un pueblo que ha decidido salir adelante, adoptando sus propias decisiones, rechazando la injerencia externa, especialmente del albalulismo, abusivamente presente con el ejericio de una diplomacia paralela, en todos los países de la región.
La dirigencia política de los países de America deberá adoptar una posición políticamente correcta. Los gobiernos de Argentina y de Brasil, de salida cara a las elecciones presidenciales de finales de año, deberian asumir una posición constructiva y respetuosa, distinta a la que seguramente asumirán los marginales gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, injerencistas persistentes ayer en Honduras, hoy en Colombia, mañana en otros espacios.
Los Gobiernos deben respeto a los otros Gobiernos; pero, fundamentalmente, a los pueblos. Las Organizaciones Internacionales se crean en nombre de éstos, lo que ignoran deliberadamente quienes hoy detentan el poder en la región con pretensiones indebidas de eternización.
La formalización del reconocimiento del Gobierno de Porfirio Lobo plantea la necesidad de revisar los mecanismos de protección de la democracia y de los derechos humanos en la región, en particular la CDI. Es el momento de reexaminarla para hacerla más efectiva y elaborar un instrumento más útil en favor de la libertad y del progreso de todos los pueblos. Deberá darse un carácter preventivo a este instrumento para garantizar la tranquilidad colectiva.
La Carta no debería ser reformada exclusivamente por los Gobiernos, menos aún activada nada más que por ellos. Es indispensable una doble participación de los pueblos, tanto en el proceso de reforma como para su activacion.
Entre contradicciones y debilidades se han mostrado los dirigentes de la región, incluido el Secretario General de la OEA quien ahora apoya el « reingreso » de Honduras. El reconcomiento de Centromérica –incluido Nicaragua- y de la mayoría de países de la región choca ahora con el « desconocimiento » de los « revolucionarios » que insisiten, pese a la decisión de los hondureños de reponer al deportado Zelaya en el poder ; y, despreciando las decisiones internas que le piden su regreso, pero para que rinda cuenta ante la justicia, por las irregularidades cometidas durante su mandato.
Hoy, los compinches desconocen a Lobo y boicotean su participacion en el plenario de la Cumbre (17-18 mayo) , « permitiendo » solamente su asistencia a la reunión Centroamérica-UE (19 de mayo); mañana, en la OEA, harán el ridículo, cuando la Organización reconozca, como mas de 60 Gobiernos lo han hecho hasta hoy, al Gobierno legítimo y democrático de Lobo. Lamentablemente el débil y sempre errado Gobierno de Zapatero cede ante las presiones y el chantaje del grupito de Presidentes excluyendo parcialmente a Honduras de la Cumbre.
En la proxima reunión de la OEA, del mes de junio de este año, deberá tomarse una decisión respecto a la suspensión de Honduras como Miembro de la Organización, acordada el 1 de julio de 2009, tras los acontecimientos de junio anterior (Res. 1/XXXVII-E/09) para lo cual se requiere, según el artículo 22 de la Carta Democrática Interamericana (CDI), aplicada entonces, una mayoría de dos tercios.
Será el momento de regularizar la situación en Honduras que afecta, no a una corriente política, sino a un pueblo que ha decidido salir adelante, adoptando sus propias decisiones, rechazando la injerencia externa, especialmente del albalulismo, abusivamente presente con el ejericio de una diplomacia paralela, en todos los países de la región.
La dirigencia política de los países de America deberá adoptar una posición políticamente correcta. Los gobiernos de Argentina y de Brasil, de salida cara a las elecciones presidenciales de finales de año, deberian asumir una posición constructiva y respetuosa, distinta a la que seguramente asumirán los marginales gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, injerencistas persistentes ayer en Honduras, hoy en Colombia, mañana en otros espacios.
Los Gobiernos deben respeto a los otros Gobiernos; pero, fundamentalmente, a los pueblos. Las Organizaciones Internacionales se crean en nombre de éstos, lo que ignoran deliberadamente quienes hoy detentan el poder en la región con pretensiones indebidas de eternización.
La formalización del reconocimiento del Gobierno de Porfirio Lobo plantea la necesidad de revisar los mecanismos de protección de la democracia y de los derechos humanos en la región, en particular la CDI. Es el momento de reexaminarla para hacerla más efectiva y elaborar un instrumento más útil en favor de la libertad y del progreso de todos los pueblos. Deberá darse un carácter preventivo a este instrumento para garantizar la tranquilidad colectiva.
La Carta no debería ser reformada exclusivamente por los Gobiernos, menos aún activada nada más que por ellos. Es indispensable una doble participación de los pueblos, tanto en el proceso de reforma como para su activacion.
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