El éxito de la Mesa de Unidad Democrática seguirá dependiendo de cumplir los acuerdos firmados a finales del año pasado, estrictamente. A cara descubierta, algunos están jugando de manera hipócrita a la derrota, para después jactarse de que no se obtuvo una victoria total por no haberlos incluido a ellos, a dedo, en listas o en circuitos.
Por Internet, sus seguidores envían mensajes amenazando con no votar por los candidatos de la oposición. Estupidez electrónica.
La mesa ha logrado mucho, pero no lo suficiente.
Mañana habrá que reemplazar esta unidad electoral por una unidad nacional férrea. Pero, ¿cómo dirigirla? ¿Consultando en cada crisis a cada organización? ¿Aceptando como dogmas las opiniones de algunos en los medios? Esto garantizaría la derrota frente a un movimiento que tiene un mando vertical y a la que le sobran los recursos.
No le quedará más remedio a Chávez que aceptar los resultados de septiembre si son concluyentes y están respaldados por una organización real. Sabremos entonces, además, si la escisión de Henri Falcón no debilitó la votación del PSUV en Lara… Carabobo y Yaracuy.
Si en el futuro se persiste en la manía de no respetar los acuerdos, reproduciremos los fracasos de la Coordinadora Democrática, del abstencionismo y del paro petrolero. Hasta ahora, los partidos han dirigido con mayor eficacia el proceso político.
Los que apuestan a una derrota en septiembre están contribuyendo a la desaparición de los medios privados, en especial de las televisoras, y de las principales empresas nacionales, pues un Chávez triunfador aplicaría sin límites su visión del socialismo.
Convendría que la mesa avanzara hacia la meta de lograr una dirección efectiva, en la que participen las universidades, los empresarios.
Una gran unidad, pues, en la que nadie pretenda hablar en nombre del país sin haber sacado nunca un voto.
Chávez procurará coaccionar a los futuros asambleístas igual que Ortega hace hoy en Managua con el Congreso, o como les sucedió a los alcaldes y a los gobernadores de oposición. En resumen, al día siguiente de la victoria electoral se recrudecerá la lucha política.
¿Cómo unificar y organizar la oposición? Formar un comité directivo integrado por pocas personas, sentar las bases de una política para los próximos 20 años, presentarle al país un panorama de futuro en el que no se vuelva al pasado.
En la oposición hay sectores partidarios de un socialismo sin Chávez, de una vuelta a la cuarta república; y algunos que quieren una apertura económica incondicional, semejante a la de los países como Lituania, Latvia, hoy en tremenda crisis económica En 1999, en un momento de máxima popularidad de Chávez, los diputados de la oposición supieron defender el Congreso, saltaron las rejas que lo rodean y desafiaron la violencia oficial en el centro de Caracas.
Victorias electorales y hasta la toma del poder no bastarán para cambiar el país; y de eso se trata frente al desafío que representa Chávez. Sin integridad, sin voluntad de castigar corruptos, por ejemplo, no se llegará lejos.
Los países que progresan cuentan con instituciones estables; en Venezuela éstas han sido destruidas y en la oposición hay quienes se han comportado bochornosamente en el ámbito administrativo.
Por último, los jóvenes no votaron masivamente el pasado domingo. ¿Por qué? No estaban inscritos muchos de ellos.
fausto.maso@gmail.com
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La mesa ha logrado mucho, pero no lo suficiente.
Mañana habrá que reemplazar esta unidad electoral por una unidad nacional férrea. Pero, ¿cómo dirigirla? ¿Consultando en cada crisis a cada organización? ¿Aceptando como dogmas las opiniones de algunos en los medios? Esto garantizaría la derrota frente a un movimiento que tiene un mando vertical y a la que le sobran los recursos.
No le quedará más remedio a Chávez que aceptar los resultados de septiembre si son concluyentes y están respaldados por una organización real. Sabremos entonces, además, si la escisión de Henri Falcón no debilitó la votación del PSUV en Lara… Carabobo y Yaracuy.
Si en el futuro se persiste en la manía de no respetar los acuerdos, reproduciremos los fracasos de la Coordinadora Democrática, del abstencionismo y del paro petrolero. Hasta ahora, los partidos han dirigido con mayor eficacia el proceso político.
Los que apuestan a una derrota en septiembre están contribuyendo a la desaparición de los medios privados, en especial de las televisoras, y de las principales empresas nacionales, pues un Chávez triunfador aplicaría sin límites su visión del socialismo.
Convendría que la mesa avanzara hacia la meta de lograr una dirección efectiva, en la que participen las universidades, los empresarios.
Una gran unidad, pues, en la que nadie pretenda hablar en nombre del país sin haber sacado nunca un voto.
Chávez procurará coaccionar a los futuros asambleístas igual que Ortega hace hoy en Managua con el Congreso, o como les sucedió a los alcaldes y a los gobernadores de oposición. En resumen, al día siguiente de la victoria electoral se recrudecerá la lucha política.
¿Cómo unificar y organizar la oposición? Formar un comité directivo integrado por pocas personas, sentar las bases de una política para los próximos 20 años, presentarle al país un panorama de futuro en el que no se vuelva al pasado.
En la oposición hay sectores partidarios de un socialismo sin Chávez, de una vuelta a la cuarta república; y algunos que quieren una apertura económica incondicional, semejante a la de los países como Lituania, Latvia, hoy en tremenda crisis económica En 1999, en un momento de máxima popularidad de Chávez, los diputados de la oposición supieron defender el Congreso, saltaron las rejas que lo rodean y desafiaron la violencia oficial en el centro de Caracas.
Victorias electorales y hasta la toma del poder no bastarán para cambiar el país; y de eso se trata frente al desafío que representa Chávez. Sin integridad, sin voluntad de castigar corruptos, por ejemplo, no se llegará lejos.
Los países que progresan cuentan con instituciones estables; en Venezuela éstas han sido destruidas y en la oposición hay quienes se han comportado bochornosamente en el ámbito administrativo.
Por último, los jóvenes no votaron masivamente el pasado domingo. ¿Por qué? No estaban inscritos muchos de ellos.
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