"El paternalismo no debe existir. En el pasado trabajamos por los pobres y no con ellos, como lo hacemos ahora" "Debemos demostrar que trabajando con los sectores marginales es posible cambiar las cosas"
La responsabilidad social de las empresas hace mucho tiempo superó los criterios de caridad y paternalismo para convertirse en herramienta solidaria del cambio social y de la organización política, criterio que ha desarrollado en la práctica Isabel Noboa, presidenta del Consorcio Nobis, un conglomerado de empresas ecuatorianas que, bajo el paraguas de la Fundación que lleva el mismo nombre, desde hace trece años emprendió la tarea del desarrollo del capital humano y la capacitación de los más necesitados para el emprendimiento de actividades productivas y la promoción de iniciativas en materia de educación, salud, vivienda, tecnología, turismo y cultura.
Noboa, declarada como Empresaria del año en su país y reconocida por la revista América Economía como una de las líderes empresariales de mayor influencia en la región, estuvo en Caracas invitada al IX Simposio de Responsabilidad Social organizado por la Alianza Social de Venamcham, donde participó como ponente. Allí, entre otros aspectos, destacó como "a través de la Fundación Nobis atendemos a más de cien mil beneficiados cada año y atendemos programas de capacitación para los pequeños empresarios, los afros y los indígenas. También promovemos programas de autoconstrucción de viviendas, trabajamos en salud y turismo, además de patrocinar programas conjuntos con el BID y con el Gobierno" (ecuatoriano).
-¿Estos programas son una iniciativa espontánea u obedecen a una disposición legal que obliga a promoverlos?
-Ha sido por iniciativa propia. Creemos importante asumir el compromiso de introducir modificaciones en el entorno social a través de la capacitación técnica y la participación de los sectores más desprotegidos, incluso en el ámbito político. Creo, sin embargo, que hasta ahora nos ha faltado solidaridad en la tarea de acompañar y financiar los proyectos de estos sectores sociales en la tarea de lograr igualdad de oportunidades.
-¿Es posible, desde la empresa privada, promover cambios sociales y políticos que, en principio, corresponden a los gobiernos?
-Por supuesto. La política surge de las necesidades. Los líderes políticos tienen la obligación de responder a los anhelos de un grupo social y hasta de un país. La empresa privada, en alianza con las organizaciones de desarrollo social y el Gobierno, debemos definir los programas de desarrollo en consonancia con los planteamientos hechos por las propias comunidades. El mejoramiento del entorno es una necesidad que nos beneficia a todos. La empresa debe formar parte de las comunidades porque en América Latina hay 190 millones de personas desprotegidas y 70 millones en estado de indigencia. -La existencia de esa cantidad de marginados,
-¿No obedece a las condiciones de injusticia social que impone el sistema capitalista?
-Eso ha sido así en el pasado y algo de culpa hemos tenido como empresa privada porque la idea no es trabajar por los pobres, como se hacía antes, sino trabajar con ellos, capacitarlos, financiar sus proyectos y acompañarlos para que surja una clase media, que es lo que necesitamos en nuestro mundo.
-¿Es posible hacer eso en un país con un gobierno como el que tiene ahora Ecuador?
-Es posible hacerlo con todos los gobiernos. Lo que nos corresponde como empresa privada y promotores del desarrollo social es trabajar en alianza con el Gobierno, con las organizaciones de desarrollo social, con el PNUD de la ONU, con el BID. De manera que el trabajo es conjunto, siempre con los pobres y siendo éstos los protagonistas. -Sin embargo, en Ecuador como en Venezuela hay gobiernos estatistas que cada día acaparan cada vez más atribuciones, muchas de las cuales corresponden al sector privado de la economía. Siendo el objetivo, a largo plazo, la desaparición de la empresa privada, con ella muere la responsabilidad social. -Sin empresa privada no puede haber responsabilidad social. Allí es donde debemos demostrar que trabajando con los sectores marginales es posible cambiar las cosas.
-¿Cuáles son las diferencias entre un acto de caridad y un acto de solidaridad?
-Las empresas socialmente responsables están perfectamente persuadidas de que el paternalismo no debe existir. Solamente en casos muy especiales, mientras se acompaña un proyecto, es cuando debe uno financiar y ayudar. Pero lo más importante es que la gente pueda salir adelante por sí misma luego de recibir y poner en movimiento las herramientas de capacitación que le permitan hacerlo de manera efectiva. Ellos, en realidad no nos necesitan, somos nosotros quienes necesitamos hacer ese cambio.
-En Venezuela algunas empresas asumen la responsabilidad social no como un acto de conciencia, sino por miedo al Gobierno y en la suposición de que eso les va a permitir la sobrevivencia. ¿Es el caso en Ecuador?
-Para nada. Nosotros somos una empresa socialmente responsable prácticamente desde los comienzos. Nos dimos cuenta de la necesidad de impulsar un cambio que permita mejorar las condiciones de vida de la población. Y ya se sabe que no puede haber empresas exitosas en un medio pobre. Pero lo más importante es cambiar nuestra forma de pensar. No estamos buscando crear una imagen sino ser solidarios con un mundo que no nos resulta ajeno. Seguramente lo que nos está pasando hoy es resultado de esa falta de valores, de alianzas para poder escuchar las necesidades de los desprotegidos. Se trata, entonces, de que ellos mismos pongan en movimiento las acciones para lograr una sociedad donde exista la igualdad de oportunidades. Con una política de alianzas y en comunicación constante de todas las empresas de desarrollo social y el sector público, vamos a llegar a cumplir ese objetivo.
-¿Podría detallar cuáles son las áreas donde han incidido ustedes en las tareas de responsabilidad social y de qué manera logran evaluar y mejorar los resultados?
-Hacemos presencia en diferentes regiones del país aun cuando como empresa privada no estemos en todas. Trabajamos a nivel de turismo porque éste genera mucho empleo y permite un rápido desarrollo de empresas. Estimulamos el surgimiento de microempresarios debidamente capacitados. Claro, si bien estamos contentos con lo que hemos logrado, sabemos que falta mucho por hacer y hemos visto en el simposio organizado en Caracas modelos exitosos de responsabilidad social que nos van a permitir enriquecer nuestra experiencia. -¿Qué resultados han obtenido hasta ahora? -Han sido importantes. Hemos logrado llegar a sectores pobres muy aislados geográficamente, en la costa y luego de capacitarlos, ellos se han organizado para sacar su producto hacia el país e incluso para la exportación. Hemos construido escuelas y estamos en un proyecto dirigido al establecimiento de centros de capacitación tecnológica y cybercafés en los sectores populares. Lo malo de todo esto que estamos haciendo ahora, con participación ciudadana, es que no lo hayamos hecho antes de forma apropiada.
Roberto Giusti
EL UNIVERSAL
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
La responsabilidad social de las empresas hace mucho tiempo superó los criterios de caridad y paternalismo para convertirse en herramienta solidaria del cambio social y de la organización política, criterio que ha desarrollado en la práctica Isabel Noboa, presidenta del Consorcio Nobis, un conglomerado de empresas ecuatorianas que, bajo el paraguas de la Fundación que lleva el mismo nombre, desde hace trece años emprendió la tarea del desarrollo del capital humano y la capacitación de los más necesitados para el emprendimiento de actividades productivas y la promoción de iniciativas en materia de educación, salud, vivienda, tecnología, turismo y cultura.
Noboa, declarada como Empresaria del año en su país y reconocida por la revista América Economía como una de las líderes empresariales de mayor influencia en la región, estuvo en Caracas invitada al IX Simposio de Responsabilidad Social organizado por la Alianza Social de Venamcham, donde participó como ponente. Allí, entre otros aspectos, destacó como "a través de la Fundación Nobis atendemos a más de cien mil beneficiados cada año y atendemos programas de capacitación para los pequeños empresarios, los afros y los indígenas. También promovemos programas de autoconstrucción de viviendas, trabajamos en salud y turismo, además de patrocinar programas conjuntos con el BID y con el Gobierno" (ecuatoriano).
-¿Estos programas son una iniciativa espontánea u obedecen a una disposición legal que obliga a promoverlos?
-Ha sido por iniciativa propia. Creemos importante asumir el compromiso de introducir modificaciones en el entorno social a través de la capacitación técnica y la participación de los sectores más desprotegidos, incluso en el ámbito político. Creo, sin embargo, que hasta ahora nos ha faltado solidaridad en la tarea de acompañar y financiar los proyectos de estos sectores sociales en la tarea de lograr igualdad de oportunidades.
-¿Es posible, desde la empresa privada, promover cambios sociales y políticos que, en principio, corresponden a los gobiernos?
-Por supuesto. La política surge de las necesidades. Los líderes políticos tienen la obligación de responder a los anhelos de un grupo social y hasta de un país. La empresa privada, en alianza con las organizaciones de desarrollo social y el Gobierno, debemos definir los programas de desarrollo en consonancia con los planteamientos hechos por las propias comunidades. El mejoramiento del entorno es una necesidad que nos beneficia a todos. La empresa debe formar parte de las comunidades porque en América Latina hay 190 millones de personas desprotegidas y 70 millones en estado de indigencia. -La existencia de esa cantidad de marginados,
-¿No obedece a las condiciones de injusticia social que impone el sistema capitalista?
-Eso ha sido así en el pasado y algo de culpa hemos tenido como empresa privada porque la idea no es trabajar por los pobres, como se hacía antes, sino trabajar con ellos, capacitarlos, financiar sus proyectos y acompañarlos para que surja una clase media, que es lo que necesitamos en nuestro mundo.
-¿Es posible hacer eso en un país con un gobierno como el que tiene ahora Ecuador?
-Es posible hacerlo con todos los gobiernos. Lo que nos corresponde como empresa privada y promotores del desarrollo social es trabajar en alianza con el Gobierno, con las organizaciones de desarrollo social, con el PNUD de la ONU, con el BID. De manera que el trabajo es conjunto, siempre con los pobres y siendo éstos los protagonistas. -Sin embargo, en Ecuador como en Venezuela hay gobiernos estatistas que cada día acaparan cada vez más atribuciones, muchas de las cuales corresponden al sector privado de la economía. Siendo el objetivo, a largo plazo, la desaparición de la empresa privada, con ella muere la responsabilidad social. -Sin empresa privada no puede haber responsabilidad social. Allí es donde debemos demostrar que trabajando con los sectores marginales es posible cambiar las cosas.
-¿Cuáles son las diferencias entre un acto de caridad y un acto de solidaridad?
-Las empresas socialmente responsables están perfectamente persuadidas de que el paternalismo no debe existir. Solamente en casos muy especiales, mientras se acompaña un proyecto, es cuando debe uno financiar y ayudar. Pero lo más importante es que la gente pueda salir adelante por sí misma luego de recibir y poner en movimiento las herramientas de capacitación que le permitan hacerlo de manera efectiva. Ellos, en realidad no nos necesitan, somos nosotros quienes necesitamos hacer ese cambio.
-En Venezuela algunas empresas asumen la responsabilidad social no como un acto de conciencia, sino por miedo al Gobierno y en la suposición de que eso les va a permitir la sobrevivencia. ¿Es el caso en Ecuador?
-Para nada. Nosotros somos una empresa socialmente responsable prácticamente desde los comienzos. Nos dimos cuenta de la necesidad de impulsar un cambio que permita mejorar las condiciones de vida de la población. Y ya se sabe que no puede haber empresas exitosas en un medio pobre. Pero lo más importante es cambiar nuestra forma de pensar. No estamos buscando crear una imagen sino ser solidarios con un mundo que no nos resulta ajeno. Seguramente lo que nos está pasando hoy es resultado de esa falta de valores, de alianzas para poder escuchar las necesidades de los desprotegidos. Se trata, entonces, de que ellos mismos pongan en movimiento las acciones para lograr una sociedad donde exista la igualdad de oportunidades. Con una política de alianzas y en comunicación constante de todas las empresas de desarrollo social y el sector público, vamos a llegar a cumplir ese objetivo.
-¿Podría detallar cuáles son las áreas donde han incidido ustedes en las tareas de responsabilidad social y de qué manera logran evaluar y mejorar los resultados?
-Hacemos presencia en diferentes regiones del país aun cuando como empresa privada no estemos en todas. Trabajamos a nivel de turismo porque éste genera mucho empleo y permite un rápido desarrollo de empresas. Estimulamos el surgimiento de microempresarios debidamente capacitados. Claro, si bien estamos contentos con lo que hemos logrado, sabemos que falta mucho por hacer y hemos visto en el simposio organizado en Caracas modelos exitosos de responsabilidad social que nos van a permitir enriquecer nuestra experiencia. -¿Qué resultados han obtenido hasta ahora? -Han sido importantes. Hemos logrado llegar a sectores pobres muy aislados geográficamente, en la costa y luego de capacitarlos, ellos se han organizado para sacar su producto hacia el país e incluso para la exportación. Hemos construido escuelas y estamos en un proyecto dirigido al establecimiento de centros de capacitación tecnológica y cybercafés en los sectores populares. Lo malo de todo esto que estamos haciendo ahora, con participación ciudadana, es que no lo hayamos hecho antes de forma apropiada.
Roberto Giusti
EL UNIVERSAL
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