En Colombia no nos gusta la dictadura, y usted, Coronel-Comandante, es un dictador. En su programa en la televisión usted ordena y contraordena, usted insulta y dispone, da órdenes, con su sola voz, como si se tratara de leyes. Aquí no. Nuestro sistema es la democracia. Los actos de nuestro Presidente están sometidos a controles independientes, a veces excesivos y no distantes de los intereses partidistas. Nuestro Poder Ejecutivo se origina en la votación libre y directa del pueblo, tras campañas llenas de libertad, en las que los medios de comunicación se expresan sin control ni retaliaciones. En Colombia tenemos libertades políticas.
Usted, Coronel-Comandante, ha perseguido a la prensa. Usted tomó posesión de las emisoras privadas. Ha organizado milicias que difunden el terror y han cometido atropellos contra los periodistas. En su país, la prensa ya no es libre e independiente. En Colombia tenemos libertad de prensa.
Usted controla la opinión, y con su reciente reforma a la educación, ha avanzado también para controlar el pensamiento. Aquí tenemos libertad de cátedra.
Aquí somos especialmente celosos con el erario público: el Parlamento analiza en detalle el presupuesto nacional, que le somete cada año el Ejecutivo; de allí en adelante, tenemos Cortes, Contraloría, Fiscalía, Procuraduría, jueces y, sobre todo, periodistas.
Nuestra prensa actúa como fiscal implacable y, aún a veces, irresponsable. Pero lo preferimos así.
Usted, Coronel-Comandante, mete las manos en el erario publico, como si fuera su propio bolsillo, y reparte, financia revueltas en otros países, como recientemente en Honduras, o apéndices de su revolución fuera del suyo, como está ocurriendo ahora en Colombia; suministra combustibles subsidiados a sus amigos, compra su deuda, o, en fin, recursos que pertenecen al pueblo venezolano, benefician a terceros, según convenga a sus simpatías personales.
Usted, Coronel-Comandante, ha perseguido a la prensa. Usted tomó posesión de las emisoras privadas. Ha organizado milicias que difunden el terror y han cometido atropellos contra los periodistas. En su país, la prensa ya no es libre e independiente. En Colombia tenemos libertad de prensa.
Usted controla la opinión, y con su reciente reforma a la educación, ha avanzado también para controlar el pensamiento. Aquí tenemos libertad de cátedra.
Aquí somos especialmente celosos con el erario público: el Parlamento analiza en detalle el presupuesto nacional, que le somete cada año el Ejecutivo; de allí en adelante, tenemos Cortes, Contraloría, Fiscalía, Procuraduría, jueces y, sobre todo, periodistas.
Nuestra prensa actúa como fiscal implacable y, aún a veces, irresponsable. Pero lo preferimos así.
Usted, Coronel-Comandante, mete las manos en el erario publico, como si fuera su propio bolsillo, y reparte, financia revueltas en otros países, como recientemente en Honduras, o apéndices de su revolución fuera del suyo, como está ocurriendo ahora en Colombia; suministra combustibles subsidiados a sus amigos, compra su deuda, o, en fin, recursos que pertenecen al pueblo venezolano, benefician a terceros, según convenga a sus simpatías personales.
Usted, Coronel-Comandante llama a su revolución "Socialismo Siglo XXI" pero, en realidad, es pura y sencillamente "comunismo" o como dijo Evo (una de sus "Evonadas") marxismo-leninismo.
Y usted y Lenin saben que tal revolución no es posible en democracia, y que exige el terror y la dictadura. Claro, usted conserva el aparato externo de la democracia: elecciones, parlamento, jueces. Pero todos le están sometidos, y el terror se manifiesta en la desviación de la judicatura y de los poderes del Estado contra sus opositores, y en la organización de "milicias bolivarianas" camisas y boinas rojas, como las camisas pardas del nazismo.
Por esto le cabe tan bien a usted el "Comandante", que resalta su armamentismo, sus acuerdos con Irán, China y Rusia, sus frecuentes amenazas de guerra. Y le conviene por ahora: más adelante, cuando su revolución se haya consolidado aún más, quizás encuentre un título que responda más a su egolatría. Hitler se bautizó "Fuherer", Stalin "El Padrecito", Mao "El Gran Timonel".
Toda revolución como la suya requiere un líder ególatra, dominante, arrogante y orgulloso, prepotente y redentor, rabioso, veleidoso y vengativo. Nosotros preferimos un Presidente sencillo, civilista, controlado, combativo, derrotado a veces y temporal.
No, Coronel-Comandante, su revolución no nos gusta. Su más reciente rabieta contra el comercio con Colombia amenaza miles de empleos. ¿Será que el tratado con Estados Unidos desbarató algún recóndito propósito suyo contra nuestro territorio?
Por esto le cabe tan bien a usted el "Comandante", que resalta su armamentismo, sus acuerdos con Irán, China y Rusia, sus frecuentes amenazas de guerra. Y le conviene por ahora: más adelante, cuando su revolución se haya consolidado aún más, quizás encuentre un título que responda más a su egolatría. Hitler se bautizó "Fuherer", Stalin "El Padrecito", Mao "El Gran Timonel".
Toda revolución como la suya requiere un líder ególatra, dominante, arrogante y orgulloso, prepotente y redentor, rabioso, veleidoso y vengativo. Nosotros preferimos un Presidente sencillo, civilista, controlado, combativo, derrotado a veces y temporal.
No, Coronel-Comandante, su revolución no nos gusta. Su más reciente rabieta contra el comercio con Colombia amenaza miles de empleos. ¿Será que el tratado con Estados Unidos desbarató algún recóndito propósito suyo contra nuestro territorio?
HERNANDO FERNÁNDEZ FRANCO
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