Observar a Zelaya desesperado, subiendo a un autobús y acercándose a la frontera nicaragüense para levantar una cadena que divide a ambos países, tomarse la foto de rigor e internarse nuevamente en Nicaragua para planificar su próxima acción, se ha hecho cotidiano.
Paulatinamente, el gobierno del presidente Micheletti se fortalece internamente, mientras que Zelaya se va quedando solo. La población que le acompañaba se ha cansado y los gobiernos que le secundaban tienen cosas más importantes de las cuales ocuparse. El venezolano, por ejemplo, explicar cómo armas compradas hace años a Suecia están en poder de las terroristas guerrillas colombianas, mientras el ecuatoriano debe dedicarse a explicar cuán cierta es la versión dada por el Mono Jojoy de que las FARC colaboraron con la campaña de Correa.
Pero Zelaya sigue en la frontera con sus apariciones furtivas y discursos que ya no mueven ni a sus seguidores, los cuales han vuelto a la cotidianidad de sus vidas, pues apoyarle no es tan rentable como sus trabajos ni sirve para alimentarse.
Lo que Zelaya hace emula mucho a lo que intentó impulsar el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, erigirse como el líder de un gobierno paralelo que con ministros, cobro de impuestos y símbolos oficiales quiso boicotear el gobierno legítimo de Felipe Calderón.
Al igual que Zelaya, López Obrador pecó de arbitrario y poco a poco se fue quedando solo, dejando como legado desempleo y comercios cerrados por su acción desmedida de cerrar el centro de la Ciudad de México.
López Obrador no cuenta, ha quedado execrado. Igual está ocurriendo con Zelaya y pasará con sus amigos, que prometiéndole combatir a su lado hasta morir, lo han abandonado porque sencillamente, ya no sirve para nada.
luisdalvarezva@hotmail.com
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
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Pero Zelaya sigue en la frontera con sus apariciones furtivas y discursos que ya no mueven ni a sus seguidores, los cuales han vuelto a la cotidianidad de sus vidas, pues apoyarle no es tan rentable como sus trabajos ni sirve para alimentarse.
Lo que Zelaya hace emula mucho a lo que intentó impulsar el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, erigirse como el líder de un gobierno paralelo que con ministros, cobro de impuestos y símbolos oficiales quiso boicotear el gobierno legítimo de Felipe Calderón.
Al igual que Zelaya, López Obrador pecó de arbitrario y poco a poco se fue quedando solo, dejando como legado desempleo y comercios cerrados por su acción desmedida de cerrar el centro de la Ciudad de México.
López Obrador no cuenta, ha quedado execrado. Igual está ocurriendo con Zelaya y pasará con sus amigos, que prometiéndole combatir a su lado hasta morir, lo han abandonado porque sencillamente, ya no sirve para nada.
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