Jonathan (Juan Diego) Humpierres, agudo colaborador de este portal, critica en su último mensaje, la actitud evasiva de muchos venezolanos, que enfermos de desaliento, deciden tomar un "atajo mágico" y optan por escapar de un país, donde pareciera que ya no existe respiro posible... y buscando otros aires, invocan la frase: "Recojan que nos vamos" !
El éxodo de nuestra población, traduce el malestar y el descontento que motoriza esta huida del venezolano. Ciertamente el escenario que viene manejándose en Venezuela, no cubre las expectativas ni las aspiraciones más legítimas de sus pobladores.
Aunque es una opción desesperada y muy triste, al menos era una alternativa posible. Familias enteras renunciaron a la alegría de seguir viviendo en la tierra que los vio nacer, o peor aún, sufrieron la mutilación de sus integrantes, cuando vieron marchar a los hijos que con tanto esfuerzo y sacrificios formaron para ofrecerles la oportunidad de una vida de calidad en un país de amplitudes. Son muchos los padres que han sentido el amargo sabor de la despedida y del no poder disfrutar apreciando, el desempeño de sus hijos ya convertidos en profesionales, en los trabajos que decidieran escoger, las parejas y familias que formaron y la vida que llevan adelante.
Esto es terrible y parecía ya bastante franco el deterioro de nuestra sociedad por este concepto... cuando ahora sentimos como Chávez "mete el acelerador" en la imposición de su proyecto político, agregando cuando ya podría creerse imposible, aún más sombras agoreras sobre nuestra patria.
Son preocupantes todas las leyes, con las que desconoce anteriores rechazos sociales, pero que a juro pretende incorporar para abrirse mayores espacios en su descarado régimen totalitario.
Seria difícil calificar cual de estas leyes es la más absurda y aberrante para nuestros derechos. Cabrían profundos análisis sobre cada una de ellas, para evaluarlas con la adecuada alerta y atención.
Pero me atrevería a encabezar la lista de estas recientes calamidades, con la Nueva Ley de reforma Educativa (que solapadamente también compromete a los medios de comunicación), porque su impacto y sus nefastas repercusiones, de aprobarse su aplicación, recae en lo más sagrado y vulnerable que tenemos: NUESTROS HIJOS.
Desde muy temprano y en sus propias escuelas, comenzaría el proceso de ideologización, que deformaría sus mentes y criterios a favor de la implantación definitiva de un régimen comunista en Venezuela.
Ya no estaría sólo en las manos de padres , representantes y maestros, actores naturales, la educación y formación de nuestros muchachos, sino que agentes externos al entorno familiar y al hecho educativo, llegarían a las escuelas a desnaturalizar la esencia pedagógica de estos centros escolares, haciendo proselitismo político.
Personas sin preparación académica ni garantías de solvencia moral, tendrían facultades magisteriales y plenas licencias para imponer de manera sesgada, un único pensamiento político en las mentes vírgenes de los venezolanos. Y su impacto no quedaría reducido sólo a los alumnos, sino sobre los mismos maestros, que estarían sometidos a sus evaluaciones en lo que respecta a la escogencia o remoción de profesores en ejercicio.
Los niños no tendrían como hasta ahora, la libertad y el derecho de ir educándose en un ambiente plural, donde por cierto hay espacio para la formación religiosa tan importante para la creación de principios y valores y con cabida a todas las corrientes del pensamiento, para que en su momento, contando ya con la edad , criterio y madurez suficiente, pudieran abrazar la tendencia de su preferencia, escoger libremente, que principio político adoptar como propio, que carrera escoger, donde estudiarla, que especialización desarrollar y una vez egresado , en que lugar trabajar, sin ninguna acción coercitiva al ejercicio profesional.
¿Cuál es la lectura inequívoca de este zarpazo realizado a traición, entre gallos y medianoche, en época vacacional para contar con menos tropiezos?
Que a Chávez le interesa ir formando al "Hombre Nuevo", que defienda por convicción y no por obligación o necesidad, el socialismo del siglo 21.
El presidente sabe como ha disminuido su popularidad y como ya no cuenta con el apoyo irrestricto de las mayorías. Conoce el rechazo de la población y como dentro de sus propias filas, no encuentra el consenso absoluto para imponer sus decisiones.
Por eso viene con todo, para ir formando otro ejército. Uno que responda totalmente adoctrinado a todos sus designios, convencidos que es lo mejor que pueden hacer y permitir que se imponga.
Si hemos visto el repudio y la protesta airada frente a otras leyes y medidas arbitrarias, sin duda esta ley ya genera una reacción de mayor pasión y contundencia, ante esta afrenta inaceptable sobre el presente y futuro de nuestro país.
Por simple instinto, como vemos en la naturaleza como defienden las fieras a sus cachorros, debemos luchar para impedir que se apruebe esta nueva ley. Lograr que la formación y educación de nuestros hijos siga estando en las manos de sus actores naturales, sus padres y maestros, quienes cuentan con el amor y la autoridad pedagógica para hacerlo y no están pendientes de ajenos y mezquinos intereses partidistas.
Juan Diego tiene razón. ¡Hay que quedarse en Venezuela! Pero en mejores condiciones. No sometidos, no adoctrinados. No limitados y despojados de nuestros derechos.
Tenemos que lograr que Venezuela vuelva a ser el país amado por propios y escogido por muchos que desde fuera lo preferían, no solo como destino turístico, sino como segunda patria, plena de atractivas oportunidades.
Ojala podamos detener en primera instancia, la fuga dolorosa de amores y talentos, que está vaciando el corazón de Venezuela.
Y garantizar que las condiciones estén dadas para que esa tendencia no sea irreversible... o peor, que debamos quedarnos pero obligados y en los escenarios más macabros.
De nosotros depende el rescate de la fe en esta tierra de gracia y en su gente. El valor de la fuerza para quedarnos aquí y defender un país que llora el exilio de muchos de sus hijos y el repudio propio y ajeno. Actuemos para impedir que se siga avanzando en el terreno de nuestra propia destrucción.
Pero empecemos por el principio... la consigna está clara:
¡CON MIS HIJOS... NO TE METAS!
Ana Maria Otero de Fuentes
wild_eyes_am@hotmail.com
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El éxodo de nuestra población, traduce el malestar y el descontento que motoriza esta huida del venezolano. Ciertamente el escenario que viene manejándose en Venezuela, no cubre las expectativas ni las aspiraciones más legítimas de sus pobladores.
Aunque es una opción desesperada y muy triste, al menos era una alternativa posible. Familias enteras renunciaron a la alegría de seguir viviendo en la tierra que los vio nacer, o peor aún, sufrieron la mutilación de sus integrantes, cuando vieron marchar a los hijos que con tanto esfuerzo y sacrificios formaron para ofrecerles la oportunidad de una vida de calidad en un país de amplitudes. Son muchos los padres que han sentido el amargo sabor de la despedida y del no poder disfrutar apreciando, el desempeño de sus hijos ya convertidos en profesionales, en los trabajos que decidieran escoger, las parejas y familias que formaron y la vida que llevan adelante.
Esto es terrible y parecía ya bastante franco el deterioro de nuestra sociedad por este concepto... cuando ahora sentimos como Chávez "mete el acelerador" en la imposición de su proyecto político, agregando cuando ya podría creerse imposible, aún más sombras agoreras sobre nuestra patria.
Son preocupantes todas las leyes, con las que desconoce anteriores rechazos sociales, pero que a juro pretende incorporar para abrirse mayores espacios en su descarado régimen totalitario.
Seria difícil calificar cual de estas leyes es la más absurda y aberrante para nuestros derechos. Cabrían profundos análisis sobre cada una de ellas, para evaluarlas con la adecuada alerta y atención.
Pero me atrevería a encabezar la lista de estas recientes calamidades, con la Nueva Ley de reforma Educativa (que solapadamente también compromete a los medios de comunicación), porque su impacto y sus nefastas repercusiones, de aprobarse su aplicación, recae en lo más sagrado y vulnerable que tenemos: NUESTROS HIJOS.
Desde muy temprano y en sus propias escuelas, comenzaría el proceso de ideologización, que deformaría sus mentes y criterios a favor de la implantación definitiva de un régimen comunista en Venezuela.
Ya no estaría sólo en las manos de padres , representantes y maestros, actores naturales, la educación y formación de nuestros muchachos, sino que agentes externos al entorno familiar y al hecho educativo, llegarían a las escuelas a desnaturalizar la esencia pedagógica de estos centros escolares, haciendo proselitismo político.
Personas sin preparación académica ni garantías de solvencia moral, tendrían facultades magisteriales y plenas licencias para imponer de manera sesgada, un único pensamiento político en las mentes vírgenes de los venezolanos. Y su impacto no quedaría reducido sólo a los alumnos, sino sobre los mismos maestros, que estarían sometidos a sus evaluaciones en lo que respecta a la escogencia o remoción de profesores en ejercicio.
Los niños no tendrían como hasta ahora, la libertad y el derecho de ir educándose en un ambiente plural, donde por cierto hay espacio para la formación religiosa tan importante para la creación de principios y valores y con cabida a todas las corrientes del pensamiento, para que en su momento, contando ya con la edad , criterio y madurez suficiente, pudieran abrazar la tendencia de su preferencia, escoger libremente, que principio político adoptar como propio, que carrera escoger, donde estudiarla, que especialización desarrollar y una vez egresado , en que lugar trabajar, sin ninguna acción coercitiva al ejercicio profesional.
¿Cuál es la lectura inequívoca de este zarpazo realizado a traición, entre gallos y medianoche, en época vacacional para contar con menos tropiezos?
Que a Chávez le interesa ir formando al "Hombre Nuevo", que defienda por convicción y no por obligación o necesidad, el socialismo del siglo 21.
El presidente sabe como ha disminuido su popularidad y como ya no cuenta con el apoyo irrestricto de las mayorías. Conoce el rechazo de la población y como dentro de sus propias filas, no encuentra el consenso absoluto para imponer sus decisiones.
Por eso viene con todo, para ir formando otro ejército. Uno que responda totalmente adoctrinado a todos sus designios, convencidos que es lo mejor que pueden hacer y permitir que se imponga.
Si hemos visto el repudio y la protesta airada frente a otras leyes y medidas arbitrarias, sin duda esta ley ya genera una reacción de mayor pasión y contundencia, ante esta afrenta inaceptable sobre el presente y futuro de nuestro país.
Por simple instinto, como vemos en la naturaleza como defienden las fieras a sus cachorros, debemos luchar para impedir que se apruebe esta nueva ley. Lograr que la formación y educación de nuestros hijos siga estando en las manos de sus actores naturales, sus padres y maestros, quienes cuentan con el amor y la autoridad pedagógica para hacerlo y no están pendientes de ajenos y mezquinos intereses partidistas.
Juan Diego tiene razón. ¡Hay que quedarse en Venezuela! Pero en mejores condiciones. No sometidos, no adoctrinados. No limitados y despojados de nuestros derechos.
Tenemos que lograr que Venezuela vuelva a ser el país amado por propios y escogido por muchos que desde fuera lo preferían, no solo como destino turístico, sino como segunda patria, plena de atractivas oportunidades.
Ojala podamos detener en primera instancia, la fuga dolorosa de amores y talentos, que está vaciando el corazón de Venezuela.
Y garantizar que las condiciones estén dadas para que esa tendencia no sea irreversible... o peor, que debamos quedarnos pero obligados y en los escenarios más macabros.
De nosotros depende el rescate de la fe en esta tierra de gracia y en su gente. El valor de la fuerza para quedarnos aquí y defender un país que llora el exilio de muchos de sus hijos y el repudio propio y ajeno. Actuemos para impedir que se siga avanzando en el terreno de nuestra propia destrucción.
Pero empecemos por el principio... la consigna está clara:
¡CON MIS HIJOS... NO TE METAS!
Ana Maria Otero de Fuentes
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