Nos reciben ogros, pero somos tan decentes. Expropian aquí y allá, pero somos tan decentes. Allanan, persiguen y abren toda clase de juicios, pero somos tan decentes. Se insulta y se dicen groserías a más no poder en cadena nacional, para que los columnistas que son tan decentes exclamen que nosotros somos decentes. Avanza el terrorismo de Estado, pero nosotros somos muy decentes. Nuestras “marchas” son tan decentes que contrastan con la rudeza de nuestros adversarios, dicen los plumíferos que son tan decentes.
Somos tan decentes que todo lo hacemos conforme a las reglas de la urbanidad, dicen las señoras tan decentes que ejercen la decencia. Corremos hacia el matadero, pero lo haremos con mucha decencia.
Mienten, hasta el infinito mienten, engañan, falsifican, pero las escritoras tan decentes dicen que no podemos perder la compostura, tenemos que comportarnos como gente decente.
Si llegase el momento de un paredón, lo principal será marchar hacia él con mucha decencia. La decencia es la condición esencial para que brote un liderazgo. Como esta gente se ha portado con tanta decencia al “marchar”, pues ellos deben ser los líderes, ya que lo hicieron con gran decencia. Al fin este país tosco nos ha dado un ejemplo de decencia. Quienes nos han dado un ejemplo de decencia nos han mostrado que para enfrentar la dictadura hay que ser muy decente y dialogar con ella guardando el buen comportamiento y la decencia.
La marcha tan decente ha podido tener más éxito del que tuvo, pero es que la otra parte era tan indecente. El contraste está dado, los parámetros definidos, la polarización delineada: nosotros somos tan decentes y ellos son unos indecentes.
Hemos llegado a la máxima expresión de la historia: somos tan decentes. La sociología ha sido definida: ellos son indecentes y para ser líder de este país frente a los indecentes hay que ser muy decente. Una cosa que en otro tiempo se llamaba habilidad política se reduce hoy a ser decente. Lo que en otro tiempo se llamaba capacidad de liderazgo se limita hoy a ser decente. Lo que antes se llamaba transformación para evitar que nos transformen por la fuerza y nos reduzcan a nada, ahora se llama guardar la compostura, actuar como damas y caballeros en un tinglado regido por el Manual de Carreño.
Nosotros somos tan decentes que cumplimos con todo lo que nos piden. Si quieren nuestros documentos en determinado tipo de papel, pues cumplimos porque somos muy decentes. Si nos dicen que nos desviemos por allí, pues nos desviamos porque somos muy decentes. Al cumplir con todo demostramos que somos muy decentes.
Ahora a los errores políticos se les llama decencia. Ahora a las metidas de pata se les llama decencia. Ahora a la falta de visión estratégica se le llama decencia. Ahora cuando uno ve tanta decencia se lanza a exclamar “apareció el liderazgo que es tan decente”.
“Avergüenza que todavía haya en Venezuela quienes se consideren intelectuales y aborrezcan del por ellos llamado `neoliberalismo”, estúpida fórmula con que –quienes dicen esto- encubren la desidia, la irresponsabilidad y la estulticia
Quienes son tan cortos de mira son unos indecentes. Ya no sirven ni para aliados de ocasión.
teodulolopezm@yahoo.com
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