El próximo objetivo del gobierno es asaltar a las universidades. Con el propósito de intervenirlas militarmente provoca, estimula, dirige y financia acciones terroristas en el seno de las mismas. Me refiero a las universidades públicas, tanto autónomas como experimentales, y también a las privadas que, con mucho esfuerzo y seriedad académica, han alcanzado niveles importantes de rendimiento. Excluyo a las que mueren bajo el control directo del estado-gobierno, dirigidas por civiles al servicio de los gobernantes y de militares empeñados en degradarse a sí mismos al degradar al máximo las instituciones de educación superior a su mando. Se trata de una guerra declarada contra el talento, la intelectualidad, el arte y, en general, la cultura, incompatibles con esta etapa de salvajismo y represión. La barbarie chavista ha sido sistemáticamente rechazada en cuantas elecciones se han realizado. El fenómeno se repite una y otra vez en las elecciones estudiantiles y profesorales, en las asociaciones de trabajadores, empleados y obreros, y, por supuesto, en las elecciones de autoridades universitarias.
Hugo Chávez, prisionero de todos los complejos derivados de su incultura característica, conoce esta realidad y la resiente. Se propone borrar el principio de la autonomía universitaria y eliminar los obstáculos legales y académicos que formalmente impiden el asalto. Las piensa intervenir, comenzando por las más emblemáticas, a la cabeza de las cuales están la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de Los Andes, la Universidad del Zulia, la de Carabobo, la de Oriente y la Simón Bolívar. El clima de violencia que estimula en ellas, endosando la responsabilidad de manera tan altanera y grosera como inaceptable en el caso de la UCV, a la ejemplar rectora Cecilia García Arocha, obliga a todos los verdaderos universitarios a asumir la resistencia activa frente a las pretensiones de la dictadura.
Creo en la universidad venezolana. Es de las pocas instituciones en las que mantengo viva la confianza, a pesar de sus limitaciones y una cierta rutina que las ha capturado. La gente y las soluciones que el país necesita, o salen de las universidades o no salen de ninguna parte. Son ellas el punto de encuentro del país nacional. Pobres y ricos, jóvenes y viejos, activos, jubilados o egresados, son allí la mejor expresión del alma nacional. El cerco económico es otra forma perversa de violencia institucional. Tendrán que caminar con firmeza hacia el menor grado posible de dependencia del gobierno y generar recursos propios a base de excelencia en los servicios y en la investigación. Se impone una nueva reforma universitaria, con los pies bien puestos en el presente, pero mirando de frente y con ambos ojos hacia el futuro. La Universidad es el más formidable instrumento que existe para la liberación nacional. Comparto la esencia de unas recientes reflexiones de Teódulo López sobre el tema.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 25 de mayo de 2009
Hugo Chávez, prisionero de todos los complejos derivados de su incultura característica, conoce esta realidad y la resiente. Se propone borrar el principio de la autonomía universitaria y eliminar los obstáculos legales y académicos que formalmente impiden el asalto. Las piensa intervenir, comenzando por las más emblemáticas, a la cabeza de las cuales están la Universidad Central de Venezuela, la Universidad de Los Andes, la Universidad del Zulia, la de Carabobo, la de Oriente y la Simón Bolívar. El clima de violencia que estimula en ellas, endosando la responsabilidad de manera tan altanera y grosera como inaceptable en el caso de la UCV, a la ejemplar rectora Cecilia García Arocha, obliga a todos los verdaderos universitarios a asumir la resistencia activa frente a las pretensiones de la dictadura.
Creo en la universidad venezolana. Es de las pocas instituciones en las que mantengo viva la confianza, a pesar de sus limitaciones y una cierta rutina que las ha capturado. La gente y las soluciones que el país necesita, o salen de las universidades o no salen de ninguna parte. Son ellas el punto de encuentro del país nacional. Pobres y ricos, jóvenes y viejos, activos, jubilados o egresados, son allí la mejor expresión del alma nacional. El cerco económico es otra forma perversa de violencia institucional. Tendrán que caminar con firmeza hacia el menor grado posible de dependencia del gobierno y generar recursos propios a base de excelencia en los servicios y en la investigación. Se impone una nueva reforma universitaria, con los pies bien puestos en el presente, pero mirando de frente y con ambos ojos hacia el futuro. La Universidad es el más formidable instrumento que existe para la liberación nacional. Comparto la esencia de unas recientes reflexiones de Teódulo López sobre el tema.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 25 de mayo de 2009
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