Como si no bastara el daño económico que su gobierno le ha hecho a Venezuela en esta década de desorden administrativo y corrupción generalizada entre los militares de su entorno bolivariano, el mandatario nacional decretó día feriado el 2 de febrero, fecha de su llegada al poder diez años atrás. Con ello no hizo otra cosa sino agrandar y potenciar los efectos de la crisis económica que ya se comienzan a sentir en el país, con sus secuelas de escasez de productos, despidos y atraso en las inversiones.
El decreto de día feriado no tenía otra función que darle oportunidad a los seguidores del Presidente para asistir al mitin electoral celebrado ayer en Los Próceres, sin que perdieran o le descontaran la jornada de trabajo. Qué débil en su apoyo popular se le siente a un gobierno cuando tiene que apelar a estas argucias de viejo cuño para poder garantizar una asistencia aceptable a sus concentraciones partidistas, y así dar la impresión a la prensa extranjera y a los presidentes "tírame algo" de Bolivia, Nicaragua y Honduras, de que cuenta en Caracas con un apoyo ciudadano que es inexistente.
Ninguno de los mandatarios importantes de Suramérica, o del resto del continente estuvieron presentes para cantarle loas al jefe del Estado venezolano. Vinieron los que constituyen ese club internacional de vividores y mantenidos que es el ALBA, y que sobreviven gracias a las inyecciones de petrodólares que les da el régimen bolivariano a costa de los venezolanos que, hoy por hoy, carecen no sólo de atención médica decente sino de un lugar en la morgue cuando son asesinados.
No contento con regalar el dinero de los venezolanos para comprar la lealtad
y los favores de otros gobiernos, el régimen bolivariano insiste en causarnos más dolores de cabeza al manejar la economía del país de una manera personalista e irracional. No otra cosa puede pensarse de este día feriado del 2 de febrero que a nadie beneficia, como no sea a los rebaños de fanáticos rojo rojitos, acostumbrados a flojear, a no trabajar en serio por el país y a vivir de pasarle raqueta al presupuesto nacional y meter una parte sustancial y sustanciosa en sus bolsillos.
Pero al resto de los venezolanos sí nos duele el país, y nos duele que se sigan utilizando los recursos del tesoro público para dárselo a Evo Morales en Bolivia, a Correa en Ecuador o a Daniel Ortega en Nicaragua. Como también nos produce rabia e indignación que este día feriado le haya provocado a la economía nacional un desangramiento calculado en 137 millones de bolívares fuertes.
Este asueto decretado entre gallos y medianoche desde Miraflores impidió que los ciudadanos de a pie, los comerciantes y los industriales, los trabajadores del transporte terrestre y aéreo, los médicos, enfermeras y laboratoristas, los maestros y profesores, los alumnos y las amas de casa, los dueños de restaurantes, los mesoneros y cocineros, en fin, la inmensa mayoría de la Venezuela honesta se viera impedida de ir a su trabajo y ganar su sustento.
El decreto de día feriado no tenía otra función que darle oportunidad a los seguidores del Presidente para asistir al mitin electoral celebrado ayer en Los Próceres, sin que perdieran o le descontaran la jornada de trabajo. Qué débil en su apoyo popular se le siente a un gobierno cuando tiene que apelar a estas argucias de viejo cuño para poder garantizar una asistencia aceptable a sus concentraciones partidistas, y así dar la impresión a la prensa extranjera y a los presidentes "tírame algo" de Bolivia, Nicaragua y Honduras, de que cuenta en Caracas con un apoyo ciudadano que es inexistente.
Ninguno de los mandatarios importantes de Suramérica, o del resto del continente estuvieron presentes para cantarle loas al jefe del Estado venezolano. Vinieron los que constituyen ese club internacional de vividores y mantenidos que es el ALBA, y que sobreviven gracias a las inyecciones de petrodólares que les da el régimen bolivariano a costa de los venezolanos que, hoy por hoy, carecen no sólo de atención médica decente sino de un lugar en la morgue cuando son asesinados.
No contento con regalar el dinero de los venezolanos para comprar la lealtad
y los favores de otros gobiernos, el régimen bolivariano insiste en causarnos más dolores de cabeza al manejar la economía del país de una manera personalista e irracional. No otra cosa puede pensarse de este día feriado del 2 de febrero que a nadie beneficia, como no sea a los rebaños de fanáticos rojo rojitos, acostumbrados a flojear, a no trabajar en serio por el país y a vivir de pasarle raqueta al presupuesto nacional y meter una parte sustancial y sustanciosa en sus bolsillos.
Pero al resto de los venezolanos sí nos duele el país, y nos duele que se sigan utilizando los recursos del tesoro público para dárselo a Evo Morales en Bolivia, a Correa en Ecuador o a Daniel Ortega en Nicaragua. Como también nos produce rabia e indignación que este día feriado le haya provocado a la economía nacional un desangramiento calculado en 137 millones de bolívares fuertes.
Este asueto decretado entre gallos y medianoche desde Miraflores impidió que los ciudadanos de a pie, los comerciantes y los industriales, los trabajadores del transporte terrestre y aéreo, los médicos, enfermeras y laboratoristas, los maestros y profesores, los alumnos y las amas de casa, los dueños de restaurantes, los mesoneros y cocineros, en fin, la inmensa mayoría de la Venezuela honesta se viera impedida de ir a su trabajo y ganar su sustento.
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