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jueves, 18 de septiembre de 2008

*SIXTO MEDINA ESCRIBIÓ EN EL MUNDO DE CARACAS: CHÁVEZ Y SU ESTRATEGIA ELECTORAL


*SIXTO MEDINA ESCRIBIÓ EN EL MUNDO DE CARACAS: CHÁVEZ Y SU ESTRATEGIA ELECTORAL


16 de septiembre 2008

Es verdad que la política no es un dogma y que, por lo tanto, requiere plasticidad para adecuar las contingencias que siempre surgen, durante cualquier gestión de gobierno. Ello de ninguna manera entraña renunciar a principios esenciales, al imponer una hipoteca sobre pactos espurios o en silencios cómplices, como sucede con el caso del maletín de los 800 mil dólares decomisados en el aeropuerto de Buenos Aires, que irrumpió en la vida presidencial de Hugo Chávez y de Cristiana de Kirchner, y que luego estallaría en Miami con toda su carga de prueba judicial presentada por un fiscal que demostraría que urdieron un pacto para actuar de forma sinuosa; para ocultar demasiadas cosas.

La estrategia política y electoral que viene adelantando el presidente Chávez, está dirigida exclusivamente en una dirección: perpetuación en el poder. Pero resulta que con su incapacidad e insensibilidad frente a los problemas del país; con el caso del maletín; con el efecto negativo de las 26 leyes aprobadas vía habilitante y con los conflictos internacionales que ha desatado, no se siente seguro, apela al propósito de desestabilizar al adversario, para ello recurre a un filosofo alemán, que desarrollo una de las más agudas, discutidas y discutibles tesis, Carl Schmitt, quien dijo que la principal dialéctica de la política era aquella “amigo-enemigo”. El príncipe debe, en primer lugar, elegir el enemigo, y a partir de allí se establece el juego, mezcla de fuerza e ingenio, amor, temor, odio: conmigo o contra mí. El presidente Chávez ha hecho uso y abuso de ese viejo y desgastado recurso. Desarrolla una política de miedo y de temor; muestra un alto grado de nerviosismo y preocupación por lo que está ocurriendo a su alrededor. Es la reacción de un hombre que sabe de antemano la derrota, pues los números no le cuadran para las elecciones regionales de gobernadores y alcaldes, sabe que sus candidatos no llenan las expectativas, por ello insiste en dividir a la sociedad entre buenos y malos, e interviene en el proceso electoral. Pero seguir con la metodología del enfrentamiento y de la guerra no es lo aconsejable.


Qué importante seria para Venezuela tan dolida que el presidente Chávez entendiera que los venezolanos queremos vivir en paz y construcción. Que su estrategia política y electoral no fuera la de ese enfoque divisorio, de ver la política como enfrentamiento y, yo diría, como fin en sí misma, como juego de poder entre guerreros, donde se quiere aparecer como victima de la acción política ya no del gobierno de Bush, sino de Washington como la capital política más importante del mundo.

Chávez considera que la comunidad, de donde viene la preocupación política, no está en el juego, sino como material disponible. Nuevamente quiere agarrar el toro por los cuernos, jugar el papel de “gran elector”, pero esta vez será diferente, el escenario es distinto, hoy el descontento y la confusión domina el ánimo entre sus seguidores.

Los venezolanos no tenemos vocación conspirativa, condenamos el magnicidio; somos democráticos; tenemos confianza en que la acción colectiva, perseverante impondrá la democracia. Después de lo que ha pasado en estos 10 años, necesitamos y deseamos es tener un presidente que gobierne para Venezuela. Estamos conscientes, que no todo en la vida son batallas, ni la guerra es el estado ideal y de equilibrio de las comunidades; al fin y al cabo en Venezuela triunfara la voluntad nacional; hay un descontento imperante en toda la sociedad venezolana. Se ha dicho que lo del maletín es un montaje, una operación política, una conspiración norteamericana pero a la vista de cualquier mortal, es mejor llegar a una conclusión más lógica: nunca hubo mejor argumento que la denuncia de una conspiración para tapar ciertas fechorías en el manejo de los recursos públicos.

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