*SIXTO MEDINA ESCRIBIÓ: “LA SEGURIDAD Y EL PESO DE LA MENTIRA”
El ministro Rodríguez Chacin involuciona aceleradamente desde el resentimiento hasta la perdida del más elemental decoro y al ataque abierto a la estabilidad de la república. Como ciudadano uno no encuentra otra explicación para los temerarios y gravísimos conceptos, cuando afirma que no se debe considerar inseguridad el enfrentamiento entre bandas rivales de delincuentes, es parco en el decir: “a mi entender esos homicidios - los que ocurren durante los enfrentamientos entre bandas- no afectan la seguridad ciudadana, es una sensación que tienen las personas”. Al estilo de la filosofia sofista acomoda arbitrariamente hechos, suposiciones y tergiversaciones para revestir de verosimilitud el engaño más absoluto. Pero esta vez, el ministro, ha llegado demasiado lejos, no hay posibilidad de interpretar tanta actitud negativa, sino como la acción y efecto del apasionamiento y de la incapacidad para ejercer el cargo.
Pero junto a lo expresado por el ministro, a quien el peso de la mentira lo ha hundido, nuevos motivos de alarma han surgido. Puesto de espalda a las responsabilidades que ha asumido, el presidente Chávez, habló en su programa “Alo Presidente” del domingo 15 de junio -sin que se sepa bien con que grado de seriedad lo hizo-de colocar “soldados y policías” en los vehículos de trasporte colectivo. No sólo esas palabras expresan el despropósito de una política para enfrentar el problema sino, que se confirma una vez más, que el gobierno no tiene política alguna de seguridad. Es la exhibición de un peligroso menosprecio por la seguridad de los venezolanos, y no es que uno desconozca las dificultades que el presidente tiene para afrontar el problema, pero eso no lo releva de culpa. Lo grave es que quien tiene mayor responsabilidad con el país hace difícil llegar a consensos políticos y sociales que se traduzcan en verdaderas políticas de Estado, porque es imposible llegar a esos entendimientos cuando no se dialoga y se sube el tono del debate, cuando suele desestimarse el problema.
Ante la gravedad los planes presentados por el gobierno fallan porque los valores primordiales para cualquier comunidad como son la seguridad y la justicia han perdido vigor debido a la degradación del Estado en el cumplimiento de sus funciones irrenunciables Tal como lo demuestra la experiencia norteamericana, es necesario que los planes se apoyen en programas de contención social para los sectores carentes de recursos económicos, especialmente los de alto riesgo: como los desempleados y jóvenes, para devolverles la esperanza de un futuro. Hay que recordar al presidente Chávez que ningún sistema de seguridad puede resultar efectivo si se desprecia a los sectores que no son gobierno, al conjunto de la sociedad. La ciudadanía siente que la seguridad personal en Venezuela es la primera baja y que el hampa se ha desatado. Con toda razón esta atemorizada y preocupada, ya que por igual la inseguridad la padecen ricos y pobres.
Desde siempre ha habido delitos y delincuentes. Lo aterrador es que a los unos y a los otros ya no los anima sólo la exclusiva intención de bienes ajenos, ahora paulatinamente más y más están dominados por los demonios de la drogadicción, y hoy pretenden convertirse en amos y señores de las vidas ajenas. Sus vocabularios, esta visto, no incluyen la palabra vida, sino la personificación del la muerte. La delincuencia actual, según la dura conclusión que extrae de esta oleada de vandalismo, ni siquiera agravia, daña y mata por un ínfimo puñado de monedas sino por el gratuito y repugnante placer de hacerlo. Con llamativa unanimidad, el clamor que exige soluciones urgentes proviene de quienes han sufrido en carne propia el desenfreno delictivo y también de quienes con fundadas razones se presienten sus victimas potenciales. Es decir de toda la sociedad. sxmed@hotmail.com
El ministro Rodríguez Chacin involuciona aceleradamente desde el resentimiento hasta la perdida del más elemental decoro y al ataque abierto a la estabilidad de la república. Como ciudadano uno no encuentra otra explicación para los temerarios y gravísimos conceptos, cuando afirma que no se debe considerar inseguridad el enfrentamiento entre bandas rivales de delincuentes, es parco en el decir: “a mi entender esos homicidios - los que ocurren durante los enfrentamientos entre bandas- no afectan la seguridad ciudadana, es una sensación que tienen las personas”. Al estilo de la filosofia sofista acomoda arbitrariamente hechos, suposiciones y tergiversaciones para revestir de verosimilitud el engaño más absoluto. Pero esta vez, el ministro, ha llegado demasiado lejos, no hay posibilidad de interpretar tanta actitud negativa, sino como la acción y efecto del apasionamiento y de la incapacidad para ejercer el cargo.
Pero junto a lo expresado por el ministro, a quien el peso de la mentira lo ha hundido, nuevos motivos de alarma han surgido. Puesto de espalda a las responsabilidades que ha asumido, el presidente Chávez, habló en su programa “Alo Presidente” del domingo 15 de junio -sin que se sepa bien con que grado de seriedad lo hizo-de colocar “soldados y policías” en los vehículos de trasporte colectivo. No sólo esas palabras expresan el despropósito de una política para enfrentar el problema sino, que se confirma una vez más, que el gobierno no tiene política alguna de seguridad. Es la exhibición de un peligroso menosprecio por la seguridad de los venezolanos, y no es que uno desconozca las dificultades que el presidente tiene para afrontar el problema, pero eso no lo releva de culpa. Lo grave es que quien tiene mayor responsabilidad con el país hace difícil llegar a consensos políticos y sociales que se traduzcan en verdaderas políticas de Estado, porque es imposible llegar a esos entendimientos cuando no se dialoga y se sube el tono del debate, cuando suele desestimarse el problema.
Ante la gravedad los planes presentados por el gobierno fallan porque los valores primordiales para cualquier comunidad como son la seguridad y la justicia han perdido vigor debido a la degradación del Estado en el cumplimiento de sus funciones irrenunciables Tal como lo demuestra la experiencia norteamericana, es necesario que los planes se apoyen en programas de contención social para los sectores carentes de recursos económicos, especialmente los de alto riesgo: como los desempleados y jóvenes, para devolverles la esperanza de un futuro. Hay que recordar al presidente Chávez que ningún sistema de seguridad puede resultar efectivo si se desprecia a los sectores que no son gobierno, al conjunto de la sociedad. La ciudadanía siente que la seguridad personal en Venezuela es la primera baja y que el hampa se ha desatado. Con toda razón esta atemorizada y preocupada, ya que por igual la inseguridad la padecen ricos y pobres.
Desde siempre ha habido delitos y delincuentes. Lo aterrador es que a los unos y a los otros ya no los anima sólo la exclusiva intención de bienes ajenos, ahora paulatinamente más y más están dominados por los demonios de la drogadicción, y hoy pretenden convertirse en amos y señores de las vidas ajenas. Sus vocabularios, esta visto, no incluyen la palabra vida, sino la personificación del la muerte. La delincuencia actual, según la dura conclusión que extrae de esta oleada de vandalismo, ni siquiera agravia, daña y mata por un ínfimo puñado de monedas sino por el gratuito y repugnante placer de hacerlo. Con llamativa unanimidad, el clamor que exige soluciones urgentes proviene de quienes han sufrido en carne propia el desenfreno delictivo y también de quienes con fundadas razones se presienten sus victimas potenciales. Es decir de toda la sociedad. sxmed@hotmail.com
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