*GUILLERMO RODRÍGUEZ ESCRIBE PARA TERCER POLO: “PETRÓLEO, CIVILIZACIÓN Y APOCALIPSIS”
Habiendo vivido bajo el comunismo la mayor parte de mi vida, me siento obligado a decir que veo en el ambicioso ecologismo, y no en el comunismo, la mayor amenaza a la libertad, la democracia, la economía de mercado y la prosperidad.
Vaclav Klaus
El que el precio del petróleo escale por encima de los 100 dólares pone a muchos a considerar seriamente que pudiéramos haber alcanzado un pico de producción tras el cual las reservas explotables únicamente podrán declinar sin que nuevos descubrimientos alcancen a cubrir el incremento futuro del consumo. Y eso para otros, especialmente para los ecologistas neo-maltusianos, es algo así como el sonido de las trompetas del Apocalipsis, el fin del capitalismo y con él consecuente e inevitablemente –aunque aquellos se nieguen a entenderlo y sigan abrazando la criminal utopía socialista en cualquier nueva o vieja versión– el de la civilización y quizás aún de nuestra especie. Hay algo de cierto en lo primero, pero sólo algo, y no hay casi nada de cierto en los segundo. Las preguntas reales son: ¿Qué pasa con las reservas? Y ¿Qué pasa con los precios?:
La respuesta a la primera pregunta corresponde técnicamente a la geología, pero las señales económicas se resumen en dos puntos: de una parte la demanda ha estado incrementándose por el crecimiento de economías asiáticas que en la medida que se hacen un poco menos socialistas –o un poco más capitalistas– logran sacar a miles de millones de personas de la pobreza generando una producción y consumo de escala abrumadora; mientras del otro lado, el descubrimiento de nuevos yacimientos es menor que el creciente consumo. Así las cosas, y sin detallar como la existencia de la OPEP (y las peculiaridades de los yacimientos sauditas) mediante la que los productores intentan acaparar el producto restringiendo la producción para elevar artificialmente los precios, terminan por distorsionar la estructura de incentivos del mercado petrolero, la verdad es que, en principio, las señales que tenemos nos indican que en efecto el petróleo en términos económicos “se está acabando” en el sentido que se consume más de lo que se descubre en nuevos yacimientos económicamente explotables.
En tal sentido deberíamos ver precios altos e inestables en el mercado energético, cosa que efectivamente estamos viendo. Por otro lado dichos precios –y su inestabilidad– son una fuerte señal para la búsqueda de oportunidades de ganancia empresarial en nuevas tecnologías, pues si bien las reservas de petróleo explotable y refinable con las actuales están declinando, existen gigantescas reservas probadas e inexploradas de hidrocarburos que no se pueden explotar con las tecnologías actuales sino mediante emulsiones o conversión profunda en procesos de refinación muy costosos. Pero, superando cierta barrera de precio los crudos convencionales dichos procesos comparativamente dejan de ser costosos y se tornan alternativas rentables y competitivas por lo que el pico de producción se alejaría nuevamente hacia el futuro simplemente por el ingreso al mercado de tipos de hidrocarburos abundantes que actualmente no se explotan a gran escala.
También hay un problema en el precio que se ve poco, o al menos yo veo pocos economistas que lo consideren seriamente, y es el nuevo crecimiento del circulante inorgánico que ha estado experimentado en mundo (en todas sus principales divisas) desde los años ´90 (no es que no ocurriera antes pero la magnitud es mayor que antes) y que en lugar de verse reflejado en los precios de los productos que se miden en los índices de inflación se ha desviado hacia precios que no aparecen en estos, como los de las acciones, y todo de tipo de papel financiero, y con ello al empaquetamiento de papeles en nuevos papeles y a una creciente especulación con contratos derivados lo que ha afectado mucho los precios de los contratos de futuro de las materias primas y consecuentemente el mercado spot.
En principio nos estamos acercando al fin de la era del petróleo, al menos como la hemos conocido, es difícil saber si lo que veremos a largo plazo serán nuevas formas de energía o la explotación de hidrocarburos que actualmente no se explotan, pero a corto y mediano plazo lo segundo es mucho más probable, aunque sobre eso habría que retomar el tema de la innovación y los recursos:
Los recursos físicos, no llegan al agotamiento antes de ser sustituidos, con motivo de los cambios tecnológicos. Un recurso natural, relativamente escaso y valioso; del tipo comúnmente llamado no renovable –por la escala temporal del tipo de proceso natural que lo formó– del cual dependió el combustible del transporte y la industria, como el carbón durante el siglo XIX, fue sustituido en gran parte por el petróleo en el siglo XX. No se dejó de usar el carbón mineral por completo, simplemente fue sustituido en la mayoría de sus usos como combustible; en la medida que la maquinaria evolucionó. Parafraseando el conocido ejemplo de la edad de piedra del Jeque Ahmed Zaki Yamani, diré que la era del carbón terminó mucho antes de que se acabara el carbón, y la era del petróleo terminará mucho antes de que se acabe el petróleo; y aún que es muy probable que sea sustituida por la era del hidrógeno, de la energía nuclear, u otra que hoy no logramos adivinar. Es claro que la eventual sustitución del petróleo, como principal fuente de combustible para la industria y el transporte, no significará que se dejará de emplear el crudo para otra infinidad de usos. El punto es que la sustitución tecnológica de los bienes de orden superior será siempre muy anterior de su agotamiento físico, debido a que en la medida que un recurso se torna más escaso, de mantenerse la demanda inalterada, su precio se eleva, y como consecuencia de ello se generan tres tipos de oportunidades, que se pueden ilustrar cómodamente, siguiendo con el ejemplo del combustible:
Como hay una demanda potencial de mejores motores: Las existencias, en términos de remanente disponible para un tiempo estimado, dependen de la eficiencia relativa de los procesos en los cuales se utilizan; en los combustibles, por ejemplo, en la medida que se hacen más eficientes los motores, la sustitución de los viejos motores por los nuevos, equivale al incremento virtual de las reservas no explotadas de combustible, de mantenerse inalterados todos los demás factores concurrentes. Esto último no ocurrirá realmente; y es probable que motores más eficientes estimulen un mayor uso de los mismos, pero por lo general, este mayor uso tenderá a consumir combustible, por debajo del umbral del consumo total previo al cambio tecnológico.
Se estima que se realizará nueva oferta a precios más altos: Los incrementos de precios de un bien, cuando son causados por su escasez relativa, implican menores riesgos en nuevas inversiones en su producción, que cuando son causados por el incremento de la demanda –el riesgo es ante todo un costo– lo que favorecerá la explotación económica del recurso sub-marginal real; y así se incrementan las existencias, en la medida que tal producción pasa a tener la capacidad económica de sumarse a la oferta. También hay entonces estimulo económico para la innovación tecnológica, por las oportunidades de incremento de la producción del recurso sub-marginal potencial. Y el ejemplo obvio de esto, en medio del de los combustibles, sería un taladro que pueda llegar mucho más profundo que los existentes.
Hay una demanda potencial de otro combustible más barato: En la medida que el precio se eleva, el costo de su sustitución del bien se reduce, más o menos, proporcionalmente. Así crece el estimulo empresarial hacia la búsqueda de la oportunidad, por medio del aprovechamiento de algún bien alternativo. La oportunidad, siguiendo con el ejemplo del combustible, puede estar tanto en un combustible sustitutivo de menor costo para las mismos motores, como en nuevos tipos de motores que puedan lograr los mismos resultados, a igual o menor costo, con otro combustible diferente.
Porque de la demanda no es de combustible; es, por ejemplo, de transporte. Y la demanda de transporte no es más que la demanda de trasladar, cosas o personas, de un lugar a otro, más rápida, cómoda y eficientemente. Esto es: al menor costo. Y en esa demanda de traslado, el que, cuando, dónde y para que, están en constante cambio por la acción, e interacción, de los agentes económicos en un mercado libre. Algunas economistas llegan a creer seriamente que alcanzar el pico de producción de petróleo implica un riesgo para la civilización. Yo creo que se equivocan completamente en eso. Lo que puede poner en peligro la civilización no es la declinación de un recurso como el petróleo. La verdadera amenaza a la civilización, que si existe aunque está en otra parte, la representan los ataques de las muevas y viejas ideología atávicas –como el socialismo neo-maltusiano al que está llegando el ecologismo político– contra las condiciones institucionales que fomentan la introducción de nuevas tecnologías mediante la identificación y aprovechamiento de nuevas oportunidades empresariales. Sien eso, nuestra civilización en efecto colapsaría y miles de millones de seres humanos desaparecerían con ella… tal vez no tanto como la especie completa, pero lo cierto es que sin una civilización como la actual la humanidad no podría sobrevivir en números significativamente mayores que los de cualquier otra especie de primate
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