*RAFAEL POLEO EN ZETA: EL CONFLICTO CON COLOMBIA A SANGRE FRIA.
Viernes, 25 de ene de 2008
Mientras los medios se distraen en el artificial conflicto con Colombia y los políticos se entregan al extemporáneo cultivo de su negocio electoral, el país se está acercando a una crisis económica y social de proporciones y consecuencias difíciles de calcular. La crisis inminente afecta lo mismo a la macro que a la microeconomía. En lo macro, la balanza de pagos (diferencia entre el dinero que entra y el que sale) se verá afectada severamente y la deuda del Estado seguirá aumentando. En lo micro (la vida del ciudadano común), los productos indispensables se harán más escasos y costosos.
Esta situación tiene causas exógenas y endógenas. Las exógenas se derivan de una recesión mundial que se agudizará a lo largo del año. Las endógenas se resumen en la incapacidad de nuestros actuales administradores públicos.
La recesión globalizada es un hecho aceptado por todas las autoridades mundiales. Lo que esas autoridades no pueden confesar es que burbujas como inmobiliaria y otros excesos de la especulación financiera se alimentan del narcolavado. El dinero del narcotráfico termina, inevitablemente, en los grandes bancos de inversión, los cuales tienen que apurarse en colocarlo sin reparar dónde. Sin ese dinero el Dow Jones jamás hubiera superado los 10.000 puntos. El secreto peor guardado del sistema es que las bolsas se alimentan del narcolavado, el cual de esa manera se convierte en parte de nuestra vida.
Los súper-poderosos que manejan la economía mundial no han encontrado manera de contener la recesión, la cual muestra características de stagflación, mezcla mortal de altos precios con desempleo. Resignadamente aceptan que para mediados de año será muy severa. Lo único que han podido hacer es bajar los intereses, lo cual quiere decir pagarle menos por su dinero a los narcotraficantes. Mientras tanto, los bancos de inversión acusan grandes pérdidas debidas a los préstamos apresurados. Instituciones descapitalizadas como CityGroup y Merryl Lynch han tenido que venderse a los fondos nacionales de países que se suponían marginales, como Corea y Singapur, algo que produce perplejidad y, por qué no, una cierta sonrisa.
La stagflación significa un descenso en todo tipo de actividad industrial y personal; o sea, menos consumo de energía. La menor demanda de petróleo provocaría un descenso de los precios hasta cerca de los 70 dólares el barril. Esto hubiera sido una fiesta para Lusinchi o Caldera, que se las arreglaron con el barril de petróleo a unos $10. No para Chávez, a quien no le alcanza ni con el barril a $100, al punto de que el año pasado aumentó la deuda oficial en más o menos 30%. Cual vieja libidinosa, Venezuela se arruina pagando chulos caros.
Como Dios castiga sin palo y sin asador, todo esto nos pasa cuando el clima se vuelve desfavorable para la producción mundial de alimentos. Los países productores están siendo golpeados por sequías atribuibles al calentamiento global. Donde llueve -como en Venezuela- Dios castiga de otro modo. Secos no están los campos, sino los cerebros. A nuestro egregio comandante se le ocurrió cogerla con los productores rurales justo cuando los alimentos escasean en todo el mundo. En Venezuela la producción de alimentos ha bajado un 30%, conservadoramente calculado, mientras los precios mundiales subieron un 50% y se espera que en los próximos dos años suban 35% más. La canasta básica está sobre los 1.000 bolívares dizque "fuertes". Más de la mitad de los venezolanos gana menos de 2.000, lo cual les incluye entre quienes los estudios de las Naciones Unidas llaman "personas más vulnerables del planeta", aquellas que en alimentos gastan más de la mitad de sus ingresos. La situación de estos compatriotas es aliviada por las dádivas a través de las misiones. En el estrato social E -hasta ahora el más pobre- un 20% se empareja con esas misiones y el resto por lo menos se ayuda. Aunque el procedimiento es un perverso modo de eternizar un estado de emergencia económica, hay que entender que estos subsidios no pueden suspenderse. Incluso hay que ampliarlos, porque ha aparecido un estrato F: más de 500.000 indigentes que prácticamente no tienen ingresos. Si Chávez renunciara a sus delirios internacionales podría financiar esta situación sin endeudarnos. Lo que regalamos a Argentina y Cuba pudiera acabar con la indigencia en Venezuela. De hecho, nos endeudamos para regalar a otros países, incluidos barrios de Nueva York y Londres donde Chávez se promueve repartiendo combustible venezolano a precios subsidiados.
Se supone que el ingreso petrolero debería alcanzar para cubrir aunque fuera el gasto corriente, sin invertir en el desarrollo del país -el chavismo no puede exhibir una sola obra importante de desarrollo económico ni social, salvo que consideremos obra social acostumbrar a la gente a vivir de limosna. Pero lo grave es que ese ingreso petrolero está por declinar no sólo por un previsible descenso de los precios debido a la stagflación, sino porque la incapacidad y la corrupción están disminuyendo rápidamente la capacidad de extraer el producto. PDVSA ha estado diciendo mentiras descaradas sobre su capacidad de producción. Según la propia OPEP esa capacidad es un 30% inferior a lo proclamado. Se venía atendiendo a los mercados con petróleo comprado en el mercado spot, negocio malo para PDVSA pero bueno para los transportadores donde se ha señalado una de las mayores fuentes de corrupción de la industria.
La capacidad de producción está cayendo a una rata de 25% anual y no se toman medidas para remediarlo, aunque el año pasado PDVSA tomó préstamos por 12.500 billones de dólares (US$ 12.500.000.000) para mejorar su capacidad de producción -por lo visto, sus ingresos no le alcanzaban para reinvertir. Según las publicaciones especializadas, necesitaría 191 equipos perforadores para alcanzar sus metas de producción. Sólo tiene 73. Abrió una licitación para contratar la diferencia, pero pocas compañías concurrieron y no pudo contratar ni 20 equipos. La razón es que con el alza de los precios hay gran demanda de estos aparejos, y quienes los proveen no confían en una empresa que desde hace años no publica sus resultados económicos, se ha endeudado y ha ganado fama mundial de estar carcomida por la ineficacia y la corrupción. Los perforadores prefieren atender su clientes serios.
A pesar de que no hay razones para que él sepa de estos temas, Chávez debe sospechar la verdad detrás de las mentiras que le cuentan sobre el petróleo, la economía y las finanzas. Esto debe desesperarle. Pero no tiene como arreglarlo porque ya no hay gente capaz que quiera trabajar en un régimen que se cae a pedazos, al frente del cual está un hombre manejado por brujos y agotado, que estalla e insulta a la menor contrariedad. Así, su cambio de gabinete no aporta esperanzas sobre una mejoría en la capacidad del equipo. Puede afirmarse que el nuevo gabinete es menos apto que cualquier otro de este régimen.
Conociendo el modo como actúa Chávez y los consejos que puede aportarle Fidel, cabe pensar que el conflicto con Colombia es una diversión para la opinión pública y un intento de agrupar al país frente a un enemigo artificial. Eso explicaría la conducta aparentemente disparatada de exigir al mundo reconocimiento para los secuestradores y narcotraficantes de la guerrilla. En todo caso, un país sin alimentos y con una fuerza armada disminuida y confundida, no estaría en capacidad de enfrentar el conflicto que Chávez propone. De modo que Chávez tratará de mantenerlo como una guerra de micrófonos. Pero el daño ha sido enorme. No se trata ya de Estados Unidos, sino de la Comunidad Europea que rechaza la aberración de legalizar la narco-guerrilla y los secuestros. Y debe recordarse cuánto ha hecho Chávez por atraerse el apoyo de Europa.
En el desordenado intento de crear puntos de discusión distintos del desastre económico, el Presidente ha llegado al exabrupto de proclamar ante la Asamblea Nacional su hábito de ingerir hojas y pasta de coca. Me inclino a pensar que escandalizó con eso para cambiar la conversación que va sobre el tema económico. La hoja de coca masticada provee casi un 1% de cocaína y la pasta más del 30%. Uno de los crímenes cometidos con los indios de Bolivia y Perú es haberles habituado a ese isocalórico que les permite trabajar veinte horas diarias sin alimento ni fatiga, a cambio de reducir a menos de 30 años su expectativa de vida. Los trastornos provocados por la ingesta de esas hojas y esa pasta son mucho más que la conducta disparatada, prepotente y agresiva que con frecuencia exhibe el Presidente de Venezuela. De modo que no podemos echarle la culpa a la coca, sino a la ignorancia de las difíciles y delicadas materias que debe manejar un hombre de Estado, tarea para la cual el teniente coronel Chávez Frías, persona en otros aspectos muy estimable y político honestamente preocupado por la suerte de los humildes, simplemente no está capacitado
Viernes, 25 de ene de 2008
Mientras los medios se distraen en el artificial conflicto con Colombia y los políticos se entregan al extemporáneo cultivo de su negocio electoral, el país se está acercando a una crisis económica y social de proporciones y consecuencias difíciles de calcular. La crisis inminente afecta lo mismo a la macro que a la microeconomía. En lo macro, la balanza de pagos (diferencia entre el dinero que entra y el que sale) se verá afectada severamente y la deuda del Estado seguirá aumentando. En lo micro (la vida del ciudadano común), los productos indispensables se harán más escasos y costosos.
Esta situación tiene causas exógenas y endógenas. Las exógenas se derivan de una recesión mundial que se agudizará a lo largo del año. Las endógenas se resumen en la incapacidad de nuestros actuales administradores públicos.
La recesión globalizada es un hecho aceptado por todas las autoridades mundiales. Lo que esas autoridades no pueden confesar es que burbujas como inmobiliaria y otros excesos de la especulación financiera se alimentan del narcolavado. El dinero del narcotráfico termina, inevitablemente, en los grandes bancos de inversión, los cuales tienen que apurarse en colocarlo sin reparar dónde. Sin ese dinero el Dow Jones jamás hubiera superado los 10.000 puntos. El secreto peor guardado del sistema es que las bolsas se alimentan del narcolavado, el cual de esa manera se convierte en parte de nuestra vida.
Los súper-poderosos que manejan la economía mundial no han encontrado manera de contener la recesión, la cual muestra características de stagflación, mezcla mortal de altos precios con desempleo. Resignadamente aceptan que para mediados de año será muy severa. Lo único que han podido hacer es bajar los intereses, lo cual quiere decir pagarle menos por su dinero a los narcotraficantes. Mientras tanto, los bancos de inversión acusan grandes pérdidas debidas a los préstamos apresurados. Instituciones descapitalizadas como CityGroup y Merryl Lynch han tenido que venderse a los fondos nacionales de países que se suponían marginales, como Corea y Singapur, algo que produce perplejidad y, por qué no, una cierta sonrisa.
La stagflación significa un descenso en todo tipo de actividad industrial y personal; o sea, menos consumo de energía. La menor demanda de petróleo provocaría un descenso de los precios hasta cerca de los 70 dólares el barril. Esto hubiera sido una fiesta para Lusinchi o Caldera, que se las arreglaron con el barril de petróleo a unos $10. No para Chávez, a quien no le alcanza ni con el barril a $100, al punto de que el año pasado aumentó la deuda oficial en más o menos 30%. Cual vieja libidinosa, Venezuela se arruina pagando chulos caros.
Como Dios castiga sin palo y sin asador, todo esto nos pasa cuando el clima se vuelve desfavorable para la producción mundial de alimentos. Los países productores están siendo golpeados por sequías atribuibles al calentamiento global. Donde llueve -como en Venezuela- Dios castiga de otro modo. Secos no están los campos, sino los cerebros. A nuestro egregio comandante se le ocurrió cogerla con los productores rurales justo cuando los alimentos escasean en todo el mundo. En Venezuela la producción de alimentos ha bajado un 30%, conservadoramente calculado, mientras los precios mundiales subieron un 50% y se espera que en los próximos dos años suban 35% más. La canasta básica está sobre los 1.000 bolívares dizque "fuertes". Más de la mitad de los venezolanos gana menos de 2.000, lo cual les incluye entre quienes los estudios de las Naciones Unidas llaman "personas más vulnerables del planeta", aquellas que en alimentos gastan más de la mitad de sus ingresos. La situación de estos compatriotas es aliviada por las dádivas a través de las misiones. En el estrato social E -hasta ahora el más pobre- un 20% se empareja con esas misiones y el resto por lo menos se ayuda. Aunque el procedimiento es un perverso modo de eternizar un estado de emergencia económica, hay que entender que estos subsidios no pueden suspenderse. Incluso hay que ampliarlos, porque ha aparecido un estrato F: más de 500.000 indigentes que prácticamente no tienen ingresos. Si Chávez renunciara a sus delirios internacionales podría financiar esta situación sin endeudarnos. Lo que regalamos a Argentina y Cuba pudiera acabar con la indigencia en Venezuela. De hecho, nos endeudamos para regalar a otros países, incluidos barrios de Nueva York y Londres donde Chávez se promueve repartiendo combustible venezolano a precios subsidiados.
Se supone que el ingreso petrolero debería alcanzar para cubrir aunque fuera el gasto corriente, sin invertir en el desarrollo del país -el chavismo no puede exhibir una sola obra importante de desarrollo económico ni social, salvo que consideremos obra social acostumbrar a la gente a vivir de limosna. Pero lo grave es que ese ingreso petrolero está por declinar no sólo por un previsible descenso de los precios debido a la stagflación, sino porque la incapacidad y la corrupción están disminuyendo rápidamente la capacidad de extraer el producto. PDVSA ha estado diciendo mentiras descaradas sobre su capacidad de producción. Según la propia OPEP esa capacidad es un 30% inferior a lo proclamado. Se venía atendiendo a los mercados con petróleo comprado en el mercado spot, negocio malo para PDVSA pero bueno para los transportadores donde se ha señalado una de las mayores fuentes de corrupción de la industria.
La capacidad de producción está cayendo a una rata de 25% anual y no se toman medidas para remediarlo, aunque el año pasado PDVSA tomó préstamos por 12.500 billones de dólares (US$ 12.500.000.000) para mejorar su capacidad de producción -por lo visto, sus ingresos no le alcanzaban para reinvertir. Según las publicaciones especializadas, necesitaría 191 equipos perforadores para alcanzar sus metas de producción. Sólo tiene 73. Abrió una licitación para contratar la diferencia, pero pocas compañías concurrieron y no pudo contratar ni 20 equipos. La razón es que con el alza de los precios hay gran demanda de estos aparejos, y quienes los proveen no confían en una empresa que desde hace años no publica sus resultados económicos, se ha endeudado y ha ganado fama mundial de estar carcomida por la ineficacia y la corrupción. Los perforadores prefieren atender su clientes serios.
A pesar de que no hay razones para que él sepa de estos temas, Chávez debe sospechar la verdad detrás de las mentiras que le cuentan sobre el petróleo, la economía y las finanzas. Esto debe desesperarle. Pero no tiene como arreglarlo porque ya no hay gente capaz que quiera trabajar en un régimen que se cae a pedazos, al frente del cual está un hombre manejado por brujos y agotado, que estalla e insulta a la menor contrariedad. Así, su cambio de gabinete no aporta esperanzas sobre una mejoría en la capacidad del equipo. Puede afirmarse que el nuevo gabinete es menos apto que cualquier otro de este régimen.
Conociendo el modo como actúa Chávez y los consejos que puede aportarle Fidel, cabe pensar que el conflicto con Colombia es una diversión para la opinión pública y un intento de agrupar al país frente a un enemigo artificial. Eso explicaría la conducta aparentemente disparatada de exigir al mundo reconocimiento para los secuestradores y narcotraficantes de la guerrilla. En todo caso, un país sin alimentos y con una fuerza armada disminuida y confundida, no estaría en capacidad de enfrentar el conflicto que Chávez propone. De modo que Chávez tratará de mantenerlo como una guerra de micrófonos. Pero el daño ha sido enorme. No se trata ya de Estados Unidos, sino de la Comunidad Europea que rechaza la aberración de legalizar la narco-guerrilla y los secuestros. Y debe recordarse cuánto ha hecho Chávez por atraerse el apoyo de Europa.
En el desordenado intento de crear puntos de discusión distintos del desastre económico, el Presidente ha llegado al exabrupto de proclamar ante la Asamblea Nacional su hábito de ingerir hojas y pasta de coca. Me inclino a pensar que escandalizó con eso para cambiar la conversación que va sobre el tema económico. La hoja de coca masticada provee casi un 1% de cocaína y la pasta más del 30%. Uno de los crímenes cometidos con los indios de Bolivia y Perú es haberles habituado a ese isocalórico que les permite trabajar veinte horas diarias sin alimento ni fatiga, a cambio de reducir a menos de 30 años su expectativa de vida. Los trastornos provocados por la ingesta de esas hojas y esa pasta son mucho más que la conducta disparatada, prepotente y agresiva que con frecuencia exhibe el Presidente de Venezuela. De modo que no podemos echarle la culpa a la coca, sino a la ignorancia de las difíciles y delicadas materias que debe manejar un hombre de Estado, tarea para la cual el teniente coronel Chávez Frías, persona en otros aspectos muy estimable y político honestamente preocupado por la suerte de los humildes, simplemente no está capacitado
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