La
risa simulada mostrada por Nicolás en las cámaras de TV ante los episodios
registrados en la frontera tachirense desde hace años, e incrementados por la
actual gerencia gubernamental, es la muestra del nerviosismo y desespero al
saber que el rodaje de la película revolucionaria está llegando a su final.
Hombres
y mujeres desalentados por el incumplimiento y abuso permanente de los
funcionarios gubernamentales ante los reclamos de los ciudadanos por la
ausencia de políticas responsables para atender las necesidades presentes, han
decidido dar la espalda al cacareo revolucionario, devenido en corrupción y
odio.
Los
llamados revolucionarios en tiempos de amplio apoyo de los ciudadanos y en
estrategia “electorera” crearon comisión para cedular a miles de extranjeros.
Muchos se habían ganado ese derecho por su permanencia en el país y su buena
conducta. Otros gozaron del beneficio sin cumplir con lo establecido en la
Constitución Nacional, y fueron utilizados para que sufragaran por el finado
presidente.
No
les importo el país, al contrario facilitaron la entrada de grupos irregulares
al territorio nacional (guerrilleros y paramilitares) y los protegieron,
llegando a la desfachatez de realizar acto en la plaza de toros de San
Cristóbal, en tiempos del gobernador Blanco La Cruz, para anunciar el
otorgamiento de nacionalidad venezolana a quince mil ciudadanos extranjeros, y
que a partir de ese momento gozaban de las prerrogativas establecidas en la
Constitución como ciudadanos venezolanos.
Las
invasiones se promovieron a gran velocidad y contaron con el auspicio del régimen
y el apoyo de las autoridades regionales y locales adscritas al oficialismo
para incrementar su caudal de apoyo electoral. Le dieron nombre a los ahora
nacientes barrios, y a duras penas consolidaron algunos de ellos, otros los
dejaron cual potrero para pastorear ganado. A tal magnitud llegó el crecimiento
poblacional en la frontera y sus alrededores, que la producción de caña de
azúcar en Ureña, decayó a niveles de la casi desaparición, para dar paso a los
ranchos, y eso fue aplaudido por el régimen y sus secuaces.
La
demanda de alimentos y productos de toda naturaleza ahora muestra la cara real
ante la equivocada política económica que durante catorce años ha impuesto el
régimen, quienes desde su óptica ideológica se han dedicado a destruir el aparato
productivo nacional y el valor del bolívar, sustentados en estrategias
manipuladoras para obtener apoyo de los sumisos, quienes aplaudían la estupidez
como un acierto, sin percatarse de la verdadera intención de esa clase de
dirigentes.
La
proliferación de las mafias se acrecentó en zona de frontera. Mientras se
mantuvo la importación de productos a gran escala para abastecer a los
ciudadanos, no se veía la costura, pero al caer el ingreso de dólares a las
arcas nacionales, y el robo de miles de millones del billete verde por actores
comprometidos con el alto gobierno, la misma salió a flote, y lo ya anunciado
por conocedores en la materia económica y lo que recoge la historia, se hace
evidente a los ojos de sumisos y no sumisos, para generar el nerviosismo
gubernamental y la implantación del “estado de excepción” como estrategia del
oficialismo para atemorizar y crear conflicto con Colombia, apelando al falso
nacionalismo, buscando activar la suspensión de elecciones a la Asamblea
Nacional.
El
legado de la revolución hace metástasis y con ello se lleva a hombres y mujeres
quienes pretendiendo la vía fácil para el enriquecimiento, dejaron a un lado
valores morales y éticos, para entrar en el terreno del estiércol y el fango.
El quiebre institucional fue planificado por el régimen, lo alcanzaron en un
tercio, porque en las fuerzas armadas y organismos públicos la mayoría respetan
el honor a su divisa y cumplen cabalmente sus obligaciones.
La
película del régimen “revolucionario” está llegando a su final, y aún
suspendiendo las elecciones a la Asamblea Nacional del venidero seis de
diciembre, sus días están contados. Los ciudadanos viven el momento, y con
lágrimas en los ojos observan las humillaciones y vejaciones a las que han sido
sometidos por el oficialismo. El estado de excepción es el principio del fin.
Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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