La Argentina se encuentra inmersa en un proceso
generalizado de decadencia que abarca tanto la faz política, como la económica
y social.
La descomposición institucional está atravesando todas
las esferas de la cotidianidad, todo lo cual me hace pensar más en una
desestructuración de las reglas, que en una situación de anomia, que de hecho
existe.
La génesis de nuestra crisis radica en la ausencia de una
estrategia territorial de desarrollo económico viable. La Argentina hoy es un
país "mal unido", para el que urge encontrar respuestas a las graves
inequidades territoriales y sociales existentes, para lo cual, lo primero que
debemos hacer es institucionalizar al país.
El principal problema que tenemos es la falta de
eficiencia del Estado. Para gobernar al país el Ejecutivo distribuye recursos y
amenazas a cambio de "promesas"... y así estamos. Sin un Estado
fuerte (con dirigentes políticos que honren su representación) que controle
todas las variables estratégicas del desarrollo, como son: los flujos de
capital, los salarios, los precios, las importaciones y exportaciones, los
sindicatos, los partidos políticos y la educación, entre otros, la creación de
una sociedad más justa y participativa no podrá lograrse.
Agrava la situación descripta en 4. el hecho de que en
los partidos políticos hay una interna antropófaga dentro de la cual se pelean
por minucias. Ponen lo circunstancial por encima de lo sustancial, discuten
nombres, no proyectos, cuando debieran estar debatiendo lo trascendente para la
Nación.
La consecuente profundización de la crisis, reflejando el
optimismo con que economía maquilló el presupuesto y los indicadores económicos
el año pasado (ni que hablar del aprobado para este año).
El aumento considerable de los impuestos agobia a los
trabajadores, la producción esquilmada, el comercio en dificultades, los
escándalos en todos los diarios y medios masivos de comunicación que informan
la desorientación , la inmoralidad ambiente y el relajamiento de las
costumbres, parece demostrar que estamos en franco retroceso social, en donde
la prosperidad tiene la realidad de una foto amarillenta, aceptado por la
dirigencia con una indiferencia vergonzosa, explicable sólo en pueblos en
franca decadencia.
Si a estos indicadores le adicionamos la caída en el
consumo de libros, una tendencia que comenzó hace más de cuatro años,
advertiremos que nos encontramos, también, ante un escenario de empobrecimiento
cultural de proporciones significativas.
La ausencia de crédito del sector privado es una de las
causas que no permite reactivar a las industrias. ¿No seria importante que este
gobierno como los distintos lideres partidarios nos dijeran qué proyectos
tienen para hacer que los bancos, y en forma más amplia el mercado de capital,
puedan generar una base estable y creciente de depósitos que les permita
aumentar la oferta de crédito a las industrias?, porque la capacidad de ahorro
del pueblo es prácticamente nula. La reactivación, en las actuales
circunstancias, es solo una mera verbalización de buenos deseos.
El colapso del transporte por efectos del incremento de
los precios sobre sus costos de mantenimiento y reparación, en las actuales
circunstancias son inevitables aún con el subsidio que el Estado les entrega.
Una situación similar a la expresada en el punto
anterior, acontece con las empresas generadoras de electricidad.
La única manera de optimizar el recurso cada vez más
escaso que tiene el asalariado, es reduciendo los niveles de utilización de los
servicios, en algunos casos básicos.
La ausencia de las necesidades básicas entre quienes se
están formando física y/o intelectualmente en la escuela, conspira no solo
contra la enseñanza, la disciplina y la labor docente, sino contra la misma
salud de quienes la padecen.
El gran interrogante es saber cómo se manejarán de aquí
en más quienes deseen incorporar tecnología o simplemente, aspiren a no resignar
las ventajas adquiridas con la convertibilidad.
El escepticismo de la gente sigue siendo igualmente
crítico lo que implica una economía con fuertes desniveles de exclusión, que
estaría indicando a futuro, de no modificarse esta realidad, diferentes formas
de inestabilidad.
La percepción de ineficiencia del elenco dirigente
(legitimidad política), ha generado una ruptura funcional creciente entre el
gobierno y el cuerpo social que conduce (disarquía, según Mora y Araujo), en un
contexto político en donde se multiplican las precandidaturas presidenciales,
mientras la sociedad no las reconoce como una opción deseable.
El acatamiento de la mayoría dirigida (legitimidad
sociológica), es proporcionalmente inverso al alejamiento del orden social
deseable.
Las tensiones, públicamente manifiestas, provienen de la
masa social (potencial político) y se exteriorizan mediante disturbios
sociales.
Conclusión:
El bien más escaso en la Argentina es el consenso
político necesario para abordar la solución de la extensa lista de problemas.
La política en nuestro país tiene el gran defecto de que
se desarrolla sólo entre políticos y para los políticos, obviando al pueblo que
sufre y está condenado a seguir sufriendo el desempleo, la pobreza, la
incertidumbre, la falta de proyectos y la perdida de lo mucho que le costó
conseguir cuanto tuvo, desde su casa, hasta sus ilusiones.
Los escándalos que difunden los medios masivos de
comunicación social, informan la desorientación, la inmoralidad ambiente y el
relajamiento de las costumbres, que exterioriza una dirigencia política como la
nuestra, sin ideales ni lealtades, para la cual, el concepto patria es un
prejuicio, la bandera nacional solo un trapo y la familia una institución
anticuada, lo cual estaría explicando la franca decadencia social y cultural en
la que nos encontramos.
Seguramente, al ingresar en el próximo período electoral,
aparecerán fáciles declamaciones de barato patrioterismo, impropio de los
tiempos en que vivimos, de criterios positivos y realistas, de desaparición de
prejuicios sectarios, de abandono de fórmulas rutinarias. Expresiones tan
atractivas como libertad y justicia o producción y desarrollo humano tan
difíciles de traducir en la actualidad en realidades tangibles, llenarán las
bocas de los "candidatos". Pero sin un proyecto nacional consensuado
con todos los partidos políticos - que hoy no existe - NADA SERÁ POSIBLE.
La Argentina es hoy un país en profunda crisis. La sola
existencia de los indicadores comentados no me permite afirmar, como lo hace
CRISTINA y NÉSTOR, que la economía haya entrado en una meseta, toda vez que
cada día son más las personas que pierden el empleo, que aquellas que pueden
conseguir uno, aunque sea transitorio y sin cobertura legal alguna.
Tal vez para nuestros funcionarios lo que no retrocede,
avance (La tranquilidad del país y su economía no puede estar al
servicio de un "entente" político sin principios, ni proyectos, que
encubre un grosero egoísmo para concentrar poder para permanecer en el poder en
un futuro inmediato).
Hugo Cesar Renes
hcr1942@yahoo.com.ar
@hcr1942
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