Chávez, en su sostenido afán
de prometer cosas, alguna vez se le ocurrió (o se lo sugirieron) decir que
Venezuela sería, gracias al socialismo, una potencia. Nunca definió muy bien de
que se trataba eso pero sonaba bien, sugería que seríamos los “machos” de la
partida, los grandes, los invencibles y acariciaba nuestros sueños infantiles
del súper héroe.
Seríamos una potencia
energética, lo cual bailaba con el cuento de tener “las mayores reservas de
petróleo del planeta” . Seríamos una potencia agrícola que justificaba las
muchas hectáreas quitadas “a lo macho” a los odiados terratenientes y así por
el estilo.
Creíamos que frente a la
realidad de los malos resultados la vaina se había olvidado, pero no. Lo vimos
en algún acto dirigido por Maduro en el que unas señoras leían sobre asuntos
variados. Uno de ellos fue la actual posibilidad de exportar productos
agrícolas (no estoy mamando gallo) lo que fue secundado por Nicolás ordenando
que se le agilizara “de inmediato” el proceso de exportación a esos productos
(repito, no estoy mamando gallo).
Y con mayor sorpresa oímos
la lectura de otra señora que afirmaba que el proceso exitoso que se está dando
en Venezuela gracias al socialismo es referencia mundial como única forma de
poder salvar el planeta y a la humanidad (que me quemen en el infierno si estoy
mamando gallo).
Ciertamente no debe ser
fácil aceptar que el socialismo comunista que se trata de aplicar en Venezuela
es pupú de perro. Sería como admitir que la ilusión de toda tu vida, tus besos
a las fotos de Marx, Lenin, Stalin, tus miles de horas leyendo sobre el hombre
nuevo, sobre la lucha de clases y decenas de otros estribillos se desbaratan a
la sombra de los resultados de tu empeño. Ni siquiera culpar a otros ya se
puede mantener.
Quizás sin saberlo y como
medida atenuadora del dolor al fracaso, se genera un mundo artificial de
alegres sueños. El matar al mensajero es ético cuando no se permiten las malas
noticias y es posible que la dirigencia roja actual se agrupe, cual nerviosa
manada de ñus, para ignorar el ruidoso
colapso del régimen. Hasta los desplantes juveniles de tomar las armas y refugiarse
en la sierra para seguir la lucha se muestran lejanos, porque después del
güisqui 18 ir a coger garrapatas, yo te aviso chirulí.
Cuál es entonces la salida
emocional para tantos ilusos rojos ante su evidente fracaso?. Es necesaria, pues también ellos quieren
vivir bien y tranquilos. Se nos ocurre que su dilución podría ser la vía.
Siguen allí, siguen sus ideas, no renuncian a sus creencias pero con sus
contrapesos al lado. Un nuevo partido multisápido?. Tal vez. Se verá lo que
pasa.
Mientras tanto aceptemos los últimos estirones del alma en pena de estos
pésimos gobernantes y sus alucinaciones.
Venezuela solo necesita volver a ser una potencia en su libertad individual
y como la quería Bolívar. Comunista nunca.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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